‘Blood’, un laberinto de secretos

Las familias felices son todas iguales, escribió Tolstoi, las desgraciadas lo son cada una a su manera. ‘Blood’ es un drama inusual. Es una historia familiar de secretos inconfesables que funciona como un thriller trepidante porque juega con un elemento clave: la subjetividad del espectador. Cuando crees haber alcanzado la certeza un giro inesperado te lleva a dudar de tus propios mecanismos de juicio. La serie se puede seguir en FILMIN, donde están disponibles las dos primeras temporadas.

La vuelta a casa

Blood comienza con la muerte repentina de Mary Hogan (Ingrid Craige). La hija menor, Cat (Caroline Main) se ve obligada a regresar a casa desde Dublín. La familia reside en el Condado de West Meath. Cat lleva cuatro años lejos de casa. . Una vez allí, se reencuentra con su padre, Jim Hogan (Adrian Dunbar), médico del pueblo; su hermana mayor, Fiona (Graine Keenan); y su hermano Michael (Diarmuid Noyes).

Desde el punto de partida de la serie, sabemos que la relación entre Cat y su padre no es buena, más bien nunca fue buena. La madre ha llegado al final de su vida después de una larga enfermedad, una enfermedad degenerativa. La versión del padre es que la madre ha muerto por accidente, al caer al borde del estanque y golpearse con el suelo de piedra. Pero hay detalles que a Cat le llevan a pensar que en realidad su padre la ha matado.

Cat, la loca

Quedan unos días para el funeral y Cat comienza una investigación para saber la verdad. Hay detalles que apuntan a una muerte plenada. La hija descubre pronto la relación de su padre (médico rural) con su ayudante Sarah. Incluso los planes que tienen de afianzar su relación: Jim ha comprado un costoso anillo para ella. Pero Cat tiene en la familia el estigma de ser una desequilibrada capaz de imaginar tramas oscuras donde no las hay. Los primeros intentos de convencer a sus hermanos chocan en un muro de escepticismo. Cat, para todos, es una loca excéntrica.

La miniserie está formada por seis capítulos de 45 minutos. Su atmósfera intimista y su trama de thriller psicológico funciona gracias a los constantes giros de guión. La historia avanza como un puzzle en el que las piezas encajan o se rechazan en la medida que descubrimos detalles nuevos. En el fondo, la muerte de la madre ha provocado el viaje de Cat a su familia, para reencontrarse con sus fantasmas de la infancia.

Los actores

En el éxito de la serie tienen un peso especial los actores. Adrian Dunbar es capaz de encarnar la figura de un padre al que a veces vemos como un psicópata capaz de todo con tal de conseguir sus objetivos. Dos escenas más adelante será, sin matices, un padre tierno y protector. En esa ambigüedad se basan los juegos con la subjetividad del espectador, que llega a dudar de sus propias conclusiones durante toda la serie. Caroline Maid es la hija frágil y sensible que ve más allá de lo que los demás pueden percibir. Y destaca un Cillian O´Gairbhi, el amigo de la infancia de Cat, que encarna a un joven marcado por el suicidio de su padre. Un actor desconocido, que es todo un descubrimiento.

La serie se prolonga con una segunda temporada. Channel 5 ha querido estirar el éxito, pero se nota demasiado que ha forzado el relato. La historia de Blood termina con el último capítulo de la primera entrega. Lo que han hecho después suena deforme y exagerado y por el camino se pierden algunos matices que forman parte de la clave del éxito de la primera entrega.

Blood es un proyecto de Channel 5. La cadena se lo encargó a una joven y prometedora creadora: Sophie Petzal, guionista de algunos capítulos de The Last Kingdom, Riviera, o Los Medici. La dirección es de Lisa Mulcahy (Years and Years, The Moonstone).

Alfredo Urdaci
Alfredo Urdaci
Nacido en Pamplona en 1959. Estudié Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Premio fin de Carrera 1983. Estudié Filosofía en la Complutense. He trabajado en Diario 16, Radio Nacional de España y TVE. He publicado algunos libros y me gusta escribir sobre los libros que he leído, la música que he escuchado, las cosas que veo, y los restaurantes que he descubierto. Sin más pretensión que compartir la vida buena.

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