El colapso, un espejo incómodo

¿Qué habría pasado durante las primeras semanas de confinamiento si los servicios esenciales no hubieran funcionado?

El colapso.2019 FILMIN  8 capítulos

¿Qué harías en caso de que todo se viniera abajo? ¿Cuál sería tu comportamiento, sí, el tuyo, en caso de que faltaran suministros, no hubiera gasolina, se acabaran los alimentos en el super, y los teléfonos dejaran de funcionar? ¿Quién serías en el caso de un regreso a la jungla, de un sálvese quien pueda? ¿Estás seguro que serías solidario, buscarías lo sostenible, y compartirías tu última lata de sopa? ¿Seguro? Sin quererlo, porque la serie francesa se estrenó en 2019, El colapso nos acerca, en algunos casos con extraordinario acierto, a lo que puede suceder en caso de que una catástrofe deje a la deriva nuestro mundo. El resultado no es optimista ni alentador. La serie es desasosegante e incómoda y más, en estos momentos.

El regreso al estado natural

El argumento ya lo hemos visto. Por un motivo que no nos desvelan, el mundo no funciona. No hay electricidad, se acaba la gasolina, los alimentos y los buenos sentimientos. Es el sálvese quien pueda. Pero El colapso se ha estrenado en España en un momento crítico. En otras circunstancias nos habría parecido una exageración, pero ahora es un espejo en el que nos vemos reflejados. El capítulo de arranque, con  el desabastecimiento de productos básicos de la noche a  la mañana y el más desgarrador, el de la residencia de ancianos, tienen un impacto emocional difícil de conseguir en otro momento. El espectador lo ve inquieto, molesto, a ratos irritado.

La serie deja claro que si nos alcanza el desastre, solo se salvarán los muy espabilados, los muy malos y los muy muy ricos. Y seguramente sería así. Ya lo dijo Primo Levi en ‘Se questo è un uomo’, los que lograron sobrevivir en los campos de concentración no fueron los mejores. La serie, en todos sus capítulos es angustiosa, por las circunstancias que viven los protagonistas y por el egoísmo obsceno con el que se enfrentan a ellas. Salvo el capítulo de la Central y el de la Residencia, los personajes no tienen en mente otra cosa que salvarse a cualquier precio y a costa de quien sea.

Sin descanso ni respiro

Ayuda a la sensación de angustia el rodaje en un solo plano secuencia. Y se agradece que los capítulos ronden los 20 minutos porque el espectador necesita, sobre todo en algunos casos, como el de la gasolinera o la central, un respiro. Resulta sorprendente el acierto que han tenido los creadores al elegir los escenarios en los que se produciría el conflicto: un supermercado, una gasolinera, una residencia de ancianos, la huida de las ciudades para el común de los mortales.

Los ricos merecen dos capítulos para ellos solos, de un total de ocho. No está mal como muestra de igualdad… Aunque también hay que decir que el primero de ellos, con un multimillonario intentando huir con sus obras de arte a cuestas, arrancan las únicas carcajadas de los ocho episodios.

El miedo y la angustia de perder el mundo tal y como lo conocíamos ya no nos es ajeno. La vida no es la misma en la nueva normalidad, pero a algunos nos queda la esperanza de que llegado el caso, seríamos mejores que lo que ha supuesto la imaginación de un guionista.

Mar del Val
Mar del Val
Lectora desde la tierna infancia, aprecio el arte en los relatos y también la honestidad. Cautivar al lector con trampas es una tarea compleja, por eso una se siente un detective en el ejercicio de desentrañar los trucos retóricos, los falsos espejos, los fondos de ilusionista de novelistas y cuentistas. Creo que el público con el tiempo se ha hecho crédulo y poco crítico. No estamos en la vida para ser amables, aunque a nadie le amarga un dulce.

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