jueves, marzo 28, 2024

‘Guayacanal’, la memoria familiar en la construcción de Colombia

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Guayacanal. William Ospina. Random House Mondadori

Guayacanal es una historia íntima, una historia familiar, un relato que hilvana la memoria con el recuerdo. Una novela, dice William Ospina al final. Y nos parece una declaración honesta: «todo lo que se cuenta en él, si fue verdad alguna vez, ahora es un sueño, y todos cuantos habitamos en él seremos sueños». Al lector que no conozca otra obra de Ospina le llamarán la atención las fotografías que ilustran el libro: la de la portada, de los bisabuelos del autor, él descalzo, ella seria y de luto. Imágenes de un álbum familiar que provoca la convocatoria de los muertos, de la familia. «En ese tiempo la gente no fingía para las fotografías, por eso no hay sonrisas falsas ni gestos vanidosos».

Guayacanal

Guayacanal es un viaje hacia el pasado, a un momento fundacional de una familia y de una Colombia. Las dos aventuras van paralelas, aunque Ospina ciñe el relato a Benedicto y Rafaela, sus bisabuelos: «eran primos entre sí, y eran muy jóvenes cuando salieron de Sonsón, entre centenares de colonos que buscaban tierra para sus vidas».

Estamos en la segunda mitad del siglo XIX. Estamos en la región central de Colombia. En la construcción de un país a partir del cultivo del café. Como el propio autor recuerda, «un mundo campesino que no fue nunca opulento pero siempre muy digno y que se fundó sobre el trabajo, la familia y unos valores muy importantes que le dieron a Colombia, yo diría, una gran estabilidad histórica».

El bisabuelo compró tierras. Las pagó con el oro que sacó de las tumbas de los indios. «El desfiladero que compraron como el fin del mundo orillaba un sendero que en las décadas siguientes se convirtió en el camino más importante de la república». Poblaron la tierra, con una prole abundante y colonizaron una selva montañosa. La novela/memoria abarca sesenta años de paz. No una paz total. La vida de los colonos estaba plagada de accidentes y de episodios de violencia. Pero las verdaderas tragedias llegaron después, en los años cincuenta del siglo XX.

Hay en la memoria/novela de Ospina un continuo aludir a los valores de aquella sociedad que se perdieron, y el libro sirve de invocación a los que sembraron la vida de valor, y a «el sentido que dieron a la vida de todos». Hay también un tributo a una manera de hablar, a una forma de contar, que ninguna palabra escrita puede reproducir, porque el habla está hecha de giros, de silencios, de quiebros, que solo una reproducción oral podría preservar.

La vida de una familia tan numerosa en las fronteras del mundo habitado tiene todos los ingredientes de las grandes historias: vida y muerte, ternura y asperezas, prodigios y miserias, canciones y llantos, narrados todos con una prosa que tiene en la magia y en la poesía dos ingredientes fundamentales, a la altura de un paisaje épico en el que la amenaza tiene la forma de la más atractiva belleza. Hablamos de la Colombia del Nevado del Ruiz, de la selva, de los volcanes, de torrentes violentos y barrancos vertiginosos. Una obra maestra.

Guayacanal
William Ospina

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Alfredo Urdaci
Alfredo Urdaci
Nacido en Pamplona en 1959. Estudié Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Premio fin de Carrera 1983. Estudié Filosofía en la Complutense. He trabajado en Diario 16, Radio Nacional de España y TVE. He publicado algunos libros y me gusta escribir sobre los libros que he leído, la música que he escuchado, las cosas que veo, y los restaurantes que he descubierto. Sin más pretensión que compartir la vida buena.

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