No pasa un solo sábado, literalmente, en que no me acuerde de las mañanas de sábado de mi juventud, y es curioso, pero el recuerdo se encuentra completamente ligado a La bola de cristal. Si ustedes tienen aproximadamente mi edad, seguro que lo recuerdan, Este programa se emitió entre los años 1984 y 1988. Es lógico, por tanto, que haya dejado una huella indeleble entre los que, como yo, nacimos en 1970. Esa etapa del desarrollo, en la que ahora se encuentran mis hijos pequeños, marca, sin lugar a dudas, el resto de tu existencia. Es la etapa en la que empiezas a pasar, o a creer que pasas, de niño a adulto. Perdonarán que no utilice el lenguaje inclusivo, pero yo hablo de mi experiencia como a mí me da la gana.
Normalmente, en esa edad, tienes tu primera novia, algunos más de una, fumas tu primer cigarro, aunque en muchos casos sea el último, te peleas dos o tres veces, o más, y, los más afortunados, tienen su primera experiencia sexual. Cateas, haces pellas, no comprendes a tus padres, tus padres no te comprenden a ti y haces amigos que, con un poco de suerte, durarán toda la vida.
Por tanto, utilizando un símil artístico, yo diría que en esa época, pasas de piedra a escultura. Cierto es que algunos se quedan en ladrillo, pero ese sería otro tema. Por tanto, todo lo que ves u oyes, todo lo que te rodea, contribuye sin duda a formar lo que vas siendo, lo que serás,
Hay que situarse en el contexto histórico. En aquella época no habían llegado a España los canales privados, por lo que la oferta televisiva se limitaba a la Primera y la Segunda cadena, también conocida entonces como UHF. Por tanto, todo lo que el espectador podía disfrutar estaba sujeto a un “ control corporativo “.
Sorprende, aún más, la libertad que se le dio a Lolo Rico para llevar un proyecto que, sin duda alguna, influyó notablemente en la formación de mi generación, generación, por añadidura, marcada por la llamada transición. El programa, en sí, se estructuraba por secciones.
Una bola de cristal
En Los electroduendes, la bruja Truca, el hada Video, maese Cámara, maese Sonoro y, por supuesto, la bruja Avería nos enseñaban cosas que, hasta entonces, los programas infantiles y juveniles no se atrevían a reproducir. De todas ellas, me quedo con una frase. “ Hay de desenseñar a desaprender como se deshacen las cosas “. Si esto no es una filosofía de vida, que baje dios y lo vea. Esta forma de plantearle a los jóvenes que no todo es como te lo han enseñado, que te cuestiones los dogmas, nos aportó, en mi caso y en muchos otros, una visión crítica de lo que se da por hecho, que yo considero fundamental si quieres tener una opinión propia.
El librovisor, sección presentada por Alaska, la genial Olvido Gara, nos enseño a muchos más historia que la que leíamos en los libros. Además, descubrimos a muchos grandes de la música y de la interpretación como Santiago Auserón, Loquillo, Kiko Veneno o los incalificables Pedro Reyes y Pablo Carbonell. También intervino en ella Miguel Angel Valero, el inolvidable Piraña de Verano Azul, otro programa icónico de la época. Mis primeras aproximaciones al pop español, que sin duda ha marcado mi vida, tuvieron lugar visionando este programa. Gracias por ello.
Con La banda magnética descubrimos que existía otra niñez diferente, gracias a series como la pandilla, la familia Monster o Embrujada. Además, Truca nos hablaba de grandes del cine, como Charlie Chaplin. El cine, otro de los pilares básicos en la formación intelectual de mi generación, sin duda.
De Savater a Gurruchaga
La Cuarta Parte formaba parte de la bola de cristal. La política de emisiones infantiles de entonces, sin embargo, obligaba a tratarla como un programa independiente. Estaba dirigida a la franja de edad entre 14 y 18 años. En ella, Lolo Rico, directora del programa, entrevistaba a personajes como Fernando Savater o Pedro J. Ramírez, aportando ese tratamiento de adulto a un espectador que demandaba algo más que entretenimiento.
Aquí, Javier Gurruchaga, hombre orquesta por antonomasia, tenía cierta libertad para tratar los temas que le viniesen en gana, hablando de la política, la música, el cine, e incluso protagonizando una miniserie donde él mismo interpretaba a todos los personajes de su supuesta familia imaginaria. Personajes como él, que encarnan la esencia misma del titiritero fueron los que hicieron grandes las artes escénicas de este país llamado España.
La última sección de La bola de cristal, Acordes en espiral, nos descubrió a muchos a artistas tan importantes como Franco Battiato, Ángel Altolaguirre, Radio Futura, Mecano, Los Nikis, Eskorbuto, Javier Gurruchaga, La Unión, Los Toreros Muertos, Golpes Bajos, Glutamato Ye-ye, La Frontera, Nacha Pop, Gabinete Caligari, Ramoncín, El Último de la Fila, Hombres G y tantos otros que han compuesto, sin duda, la banda sonora de nuestra vida.
La contribución de La bola de cristal en la difusión de los grupos musicales de la llamada Movida Madrileña fue fundamental para el desarrollo de esta, sin duda alguna. Tal fue la influencia, en el mundo cultural de los ochenta y noventa en España, de este programa.
No quiero ensuciar el artículo con los motivos que llevaron a la desaparición del programa, una vez que Pilar Miró entró a dirigir Televisión Española, pero la forma en que ciertos socialistas, supuestos adalides de las libertades, aceptan o más bien no aceptan las críticas, aunque sean constructivas, tuvo mucho que ver en ello. Pero esto da para otro artículo.
Estos recuerdos son la mayor riqueza que atesoramos. Los que nos hacen sentir felices y, sin embargo, traen lágrimas a nuestros ojos como, literalmente, me está ocurriendo ahora mismo.
Me veo ahora en el cuarto de estar de la casa de mis padres, con la única compañía de mi hermano Javier, con mi colacao y mis tostadas de pan frito de ayer, escuchando la música de la cabecera de La Bola de Cristal, en los días más felices de mi vida.
Gracias por tanto.

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