‘Leopardo Negro, Lobo Rojo’, primera entrega del “Juego de Tronos africano”

Leopardo Negro, Lobo Rojo. Marlon James. Seix Barral. Traducción de Javier Calvo.

Leopardo Negro, Lobo Rojo es la primera novela de la trilogía del jamaicano Marlon James. El autor, ganador del premio Man Booker 2015 con su novela Breve historia de siete asesinatos, se embarca en la novela épica para crear lo que el propio autor ha descrito como ‘un Juego de Tronos africano’.

“Rastreador es conocido a lo largo y ancho de los trece reinos por tener un don, un olfato que le permite encontrar lo que no quiere ser encontrado. Acostumbrado a trabajar solo, es contratado como parte de un grupo de cazadores con una única misión: hallar el rastro de un niño perdido. A lo largo de un viaje que lo llevará por tierras inhóspitas y a enfrentarse a todo tipo de criaturas que buscan frustrar su objetivo, el Rastreador empieza a preguntarse: ¿Quién es realmente ese niño? ¿Quién impide que sea encontrado? Y lo más importante: ¿Quién dice la verdad y quién miente en esta partida en la que todos, reyes y vendedores de esclavos, mercenarios y demonios, brujas y charlatanes, tienen sus propios intereses?”

Marlon James, autor de 'Leopardo Negro, Lobo Rojo'
Marlon James, autor de ‘Leopardo Negro, Lobo Rojo’

Así se presenta Leopardo negro, Lobo Rojo, como una novela de aventuras que narra la búsqueda de un niño perdido. Sin embargo, esta exploración que parece impulsar la acción no es en realidad el leitmotiv del libro, sino una excusa para introducir al lector en 800 páginas que componen una mezcla de historias, relatos que confunden a quien los lee y que le obligan a transitar por caminos que se desconoce si son verdad o una falsedad más. Tanto es así que, el protagonista, el Rastreador, no entra en la búsqueda hasta la página 159.

El libro de Marlon James comienza con “El niño ha muerto. Y no hay más que contar”, para contradecir su primera afirmación en las siguientes 800 páginas. En ellas, el Rastreador, que es el narrador de la historia, cuenta sus aventuras al Inquisidor. Y, a la vez, es el propio protagonista quien escucha historias de otros personajes, como Ogotriste, un cuasi gigante entrañable que aprovecha cada ocasión para dejar salir su verborrea y contar sus propias historias.

Pero no solo el Inquisidor escucha las narraciones del Rastreador. Personajes tan curiosos como un hombre araña (nada que se parezca a Spiderman) o el propio Leopardo le piden al Rastreadorcuéntameuna y cien veces a lo largo del libro. Hasta el final de esta primera parte de la trilogía, que acaba con esa misma palabra: “Cuéntame”. Emplazando al lector a seguir las aventuras de este curioso personaje en las próximas entregas de la saga.

Más que una aventura, un libro de relatos

Portada de 'Leopardo Negro, Lobo Rojo'
Portada de ‘Leopardo Negro, Lobo Rojo’

La forma de narrar de Marlon James en Leopardo Negro, Lobo Rojo no deja de ser peculiar. Descripciones interminables, tanto de lugares como de personajes y acciones, enredan a quien lo lee. Tanto es así que, en varios momentos del texto, uno desconoce de quién está hablando la acción y tiene que volver atrás sobre sus pasos para poner un sujeto a los momentos descritos. Esto, sin perder de vista que en Leopardo Negro, Lobo Rojo nunca se puede estar seguro de que quien cuenta algo está contando la verdad, o introduciendo a su interlocutor en una nueva trampa narrativa. Un extraño juego de espejos que nunca se resuelve.

Es cierto que las comparaciones son odiosas, pero el propio autor con sus declaraciones ha propuesto un juego de diferencias que nos llevan a comparar su nueva obra con sagas fantásticas como El Señor de los Anillos, de J. R. R. Tolkien, frente a la cual no sale bien parado. Sí es cierto que Marlon James ha sido capaz de crear un mundo basado en el folclore y la mitología africanos, con tierras medievales, relatos de esclavitud, guerras entre reyes y sus súbitos, bestias y humanos. Al contrario que sus antecesores, James no ha sabido atrapar con su narrativa, a ratos tediosa y enrevesada. Le falta oxígeno a una obra demasiado densa y larga. Con personajes complejos que van y vienen. Que aparecen y desaparecen a lo largo de todo el libro.

Leopardo Negro, Lobo Rojo es una novela de hombres, donde las mujeres salimos muy mal paradas. Con una evidente carga homosexual, las pocas féminas siempre están del lado del mal o son las que lo provocan. No se puede hablar de que haga apología del patriarcado, un concepto muy de moda, pero sí que es una exaltación de la preponderancia masculina en el mundo y una clara oda al “amor” homosexual.

Violencia

También es una novela violenta. Más que una búsqueda, Leopardo Negro, Lobo Rojo parece narrar una guerra. Una batalla constante de Rastreador con todo y con todos, donde la sangre aparece casi en la totalidad de las páginas. Por lo tanto, si es usted sensible a la violencia, absténgase de leer esta novela, porque no hay historia que se cuente en ella que no acabe con la muerte a cuchillo, hacha, espada o golpes de los adversarios del protagonista. En eso sí que recuerda a Juego de Tronos, donde nunca se puede coger cariño a ningún personaje, porque el riesgo de que desaparezca en el siguiente capítulo, es muy alto.

A favor de Leopardo Negro, Lobo Rojo están los temas que emergen entre la maraña de historias de unos y otros personajes. Leopardo Negro, Lobo Rojo habla de tradiciones arcaicas que se mantienen en África, como la ablación del clítoris y la circuncisión de los niños. Por sus páginas descubrimos relaciones de familias desestructuras, falta de arraigo a la tierra y a la sangre. Del peso de los prejuicios, de las clases sociales y como lastran la vida de cada uno. Habla de amor y de desamor. Y cuenta historias de esclavos y de amos, de mercenarios y de asesinos a sueldo. De cumplir con el destino y de rebelarse contra él. Al final, habla de temas que duelen, que incomodan y que, por eso mismo, es loable que caigan como lluvia fina en la novela, aunque esté vestida de reino de fantasía.

Quizá las expectativas con Leopardo Negro, Lobo Rojo eran demasiado altas. Y quizá todas las trampas que Marlon James le pone al lector a lo largo de Leopardo Negro, Lobo Rojo se resuelvan en las dos siguientes entregas. Lástima que el regusto tedioso que me ha dejado esta primera entrega me haya quitado las ganas de conocer el destino del Rastreador en las siguientes entregas de la saga.

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