‘Sólo sombras’, retratos entre lo erudito y lo mundano

Sólo sombras. Alvar González-Palacios. Prólogo de Artur Ramon. Traducción de José Ramón Monreal. Elba Editorial

solo sombras

Sólo sombras lleva por subtítulo «silhouettes históricas, literaturas y mundanas». Y eso es exactamente lo que el lector se va a encontrar en este libro erudito a la vez que de lectura ligera, profundo en sus observaciones, atento a los detalles, sabio en algunas de sus conclusiones, y que abarca personajes de varios siglos. Desde Felipe II a Borges, desde Kavafis a Karen Blixen, de Madame de Pompadour a María Antonieta. Hemos ilustrado el artículo con el cuadro de Benoît Suvée que el autor eligió para la edición italiana. El título de la obra evoca el nacimiento del dibujo. Y esa estampa evoca a la perfección lo que pretende el autor: dibujos, bocetos, algunas más definidos que otros, todos llenos de detalles interesantes, de escritores, poetas, reyes, reinas, príncipes, artesanos o coleccionistas de arte. González-Palacios es el gran historiador de la artes decorativas de los últimos tres siglos.

Sólo sombras traza los perfiles de muchos personajes. Su primer capítulo agrupa lo que González-Palacios llama «Almas ibéricas». Aquí están Felipe II, Rodrigo Calderón, Carlos III, La condesa de Merlin, Marchado y Lorca, María Félix y María Zambrano, a través de su correspondencia con Elena Croce, hija de Benedetto Croce. Ya desde el inicio comprobamos que González Palacios trata a personajes históricos con otros a los que ha conocido en vida.

Y a la hora de analizar su paso por el mundo tiene predilección por dos fuentes de información: los objetos que les rodearon, las pinturas que compraron, los muebles que adornaban sus residencias, y las cartas que escribieron. Hay en su estilo, como dice Artur Ramon en el prólogo, una forma «entre Giorgio Vasari y Gay Talese». De Vasari la atención a las vidas de los personajes, de Talese la descripción del ambiente en el que se formaron. «Alvar entra y sale de la vida de esos personajes como un cronista y leerlo es un placer, como montarse en un tiovivo, sumergirse en una narración que fluctúa entre lo erudito y lo mundano».

El autor alude en su presentación del libro al capricho con el que han sido elegidas estas siluetas. Algunas, olvidadas en algún cajón, se han sumado a una gavilla de retratos, en los que González-Palacios vierte el conocimiento de detalles, pero también juicios categóricos. Algunas de estas siluetas están provocadas por la lectura de una biografía, como la de Somerset Maugam, otros, como la de Denon, por la visita a una gran exposición. González-Palacios tiene la lengua afilada de los cubanos. De Hemingway dice que «se hacía el machote pero no era más viril que Gertrude Stein». Dos pájaros de un solo y certero tiro.

De Borges enumera sus juicios, despectivos con casi todos los escritores, y extraviados en lo que se refiere a la política de su tiempo. Se podría de él que lo sabía todo, y nada más, «y sin embargo el fue uno de los grandes escritores del siglo XX y pocas veces la lengua española ha estado tan bien servida como en sus manos». Advierto al lector que le puede suceder lo mismo que a quien escribe. Uno abre el libro por los personajes más conocidos, en busca de algo nuevo. Lo va a encontrar. Pero lo fascinante de este Sólo sombras está en el relato o en el perfil de los personajes menos conocidos: Denon, Canova, la bailarina Razumovsky, Adolfo Ventur, Donald Garstang.

Por último, hay un personaje que está en todo el libro, pero en ningún capítulo específico. Un personaje del que se van dibujando sus contornos a grandes trazos. Es el propio Alvar González-Palacios. Nació en Cuba, pasó su juventud en el mundo cultural anterior a la revolución, entre escritores como Lezama Lima. La llegada del castrismo le sorprendió en Italia, donde ampliaba su formación y donde se quedó, como alumno primero de Roberto Longhi. Es el gran experto en artes decorativas de los últimos siglos y acaba de publicar en Italia Il arte mobile a ROma. Dal Rinascimento al arocco (Ugo Bozzi editore)

Alfredo Urdaci
Alfredo Urdaci
Nacido en Pamplona en 1959. Estudié Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Premio fin de Carrera 1983. Estudié Filosofía en la Complutense. He trabajado en Diario 16, Radio Nacional de España y TVE. He publicado algunos libros y me gusta escribir sobre los libros que he leído, la música que he escuchado, las cosas que veo, y los restaurantes que he descubierto. Sin más pretensión que compartir la vida buena.

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