viernes, marzo 29, 2024

‘Jeremías’, el grito pacifista de Stefan Zweig

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Jeremías. Stefan Zweig. Traducción de Roberto Bravo de la Varga. Editorial Acantilado

Escrita entre la primavera de 1915 y los comienzos de 1917, Jeremías es una obra estremecedora. No solo por su pacifismo radical mientras caían las tormentas de acero del primer conflicto mundial. También porque prefigura y anticipa el destino trágico de Stefan Zweig, el hombre que ve derrumbarse un mundo civilizado al tiempo que por Europa se extiende la barbarie más criminal. Jeremías es la expresión de las ideas de un humanismo que Zweig defendió durante toda su vida.

La historia bíblica de Jeremías

jeremías
Cubierta de ‘Jeremías’

El Jeremías de Stefan Zweig se basa, como es obvio, en la figura de uno de los profetas más relevantes de la Biblia. Es el Jeremías que se enfrenta a los reyes, sobre todo a Sedecías, y les exige que vuelvan sus ojos a Yavhé, que se arrepientan. Jeremías soporta durante toda su vida, con una entereza sólida, los castigos a los que le someten las autoridades.

Sus profecías, la voz interior que le dictaba sus visiones, fueron transcritas por el escriba Baruc, que le acompañó durante toda su vida. Jeremías denuncia la corrupción de los reyes, su ambición, su hipocresía: «hablan de paz pero no hay paz». El que más le persiguió fue Sedecías, que le acusó de ser espía de los babilonios. Jeremías siguió con su misión profética y sus mensajes que se centraban en la caída de Jerusalem.

La esclavitud y la huida a Egipto

La profecía de Jeremías se cumplió. El año 587 antes de Cristo Jerusalem fue sometida por Nabucodonosor, que capturó al rey, mató a sus hijos en su presencia, le arrancó los ojos, y lo llevó esclavo a Babilonia, como a otros miles de judíos. El templo fue destruido. Los judíos que pudieron huyeron a Egipto, como había profetizado Jeremías. Nabucodonosor libró a Jeremías de la prisión de Belén donde estaba cautivo y encadenado. Esa liberación fue un nuevo tormento para Jeremías porque los judíos se reafirmaron en que se trataba de un espía de los babilonios.

Esta es la historia que sirve como base para esta obra, un drama en nueve cuadros, un «poema dramático» lo llama. El Jeremías de Stefan Zweig es fiel a la historia bíblica. Es la primera obra relevante de Zweig y se estrenó en un país neutral: en Suiza. Habría sido imposible en otro lugar, porque el resto de Europa era un campo de batalla. La obra defiende la fuerza moral de los vencidos, al victoria ética de los valores del humanismo a pesar de del dolor, de la persecución, de las heridas.

El mundo de ayer y el mundo de hoy

Zweig, ese judío que tiene que huir a Austria porque se siente amenazado, escribe sobre la guerra y sus justificaciones: «ninguna guerra es santa, ninguna muerte es santa, lo único santo es la vida». Y añade frases que en perspectiva se tornan proféticas. Es inevitable sentir un estremecimiento cuando leemos este pasaje, escrito en 1915: «la guerra es un animal taimado y voraz que consume la carne de los fuertes y sorbe el tuétano de los poderosos, tritura las ciudades con sus mandíbulas y pisotea el país con sus pezuñas. Quien la despierta no la vuelve a adormecer». Hay que leer a Zweig, como dice Fernando Iwasaki, porque habla de su mundo como si fuera nuestro mundo de hoy, porque escribe sobre la eterna tragedia de la humanidad.

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Alfredo Urdaci
Alfredo Urdaci
Nacido en Pamplona en 1959. Estudié Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Premio fin de Carrera 1983. Estudié Filosofía en la Complutense. He trabajado en Diario 16, Radio Nacional de España y TVE. He publicado algunos libros y me gusta escribir sobre los libros que he leído, la música que he escuchado, las cosas que veo, y los restaurantes que he descubierto. Sin más pretensión que compartir la vida buena.

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