jueves, marzo 28, 2024

‘Los nadies’, la Nicaragua ausente de William Alexander González

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Los nadies. William Alexander González Guevara. XXV Premio de Poesía Joven Antonio Carvajal. Editorial Hiperión

En la estela de Eduardo Galeano, con el título homónimo de uno de sus poemas más célebres, William Alexander González ganó con este poemario el premio Antonio Carvajal que distingue a los poetas jóvenes. «Los hijos de nadie, los dueños de nada» los llamó Galeano, que preside desde la primera página estos versos de un joven nicaragüense, nacido en Managua, con el siglo, en el año 2000. Los nadies es su primer libro publicado. Demuestra una madurez notable para construir una voz hecha de ausencias, extrañamientos y tradición, la de Rubén Darío, como totem poético, la de Galeano, como más cercano a su perfil de extrañamiento.

Los nadies

Los nadies no son aquel nadie de Homero, que se camufla ante el cíclope con un nombre que es un escudo invisible. Pero comparten la identidad del viajero, su desarraigo, su deseo de volver a ser alguien. A ellos va dedicado el libro, a los que sueñan con ser alguien. El poeta entra en el Prefacio en el colegio, «seré el nuevo extranjero de la clase». No tiene amigos, pero un profesor le dice que es nicaragüense como Rubén Darío. Y se siente de pronto cercano al poeta, a su «sabor amargo de la nostalgia».

Viene después un recuerdo de los profesores, al modo en que Camus hizo memoria de los suyos en una célebre carta publicada al recoger el Premio Nobel. «Quiero volver a la infancia, volver a escuchar los consejos que me daba. Que me reciba una invernal mañana de enero, donde mis marchitos ojos despreciaban problemas familiares. Solo quiero retornar a la infancia y que mi profesor Carlos me diga: «¡Recitemos de nuevo!». Nostalgia de los abrazos de los profesores, «son abrazos del padre que no tuve y que jamás tendré»

En los versos de William Alexander González se va formando una patria nueva, hecha de palabras, de recitados, de enunciados de memoria, de amor a la enseñanza. Ya en El Iris extranjero, segundo capítulo de Los nadies, aparece el rostro de la emigración, del «emigrante que evita morir de lejanía».

Los nadies

Lejía es un recuerdo de las empleadas de hogar, tarea que ejercen las nadies, tengan la titulación que tengan. «mi madre, trabajadora de lunes a lunes, se ha escondido del cosmos. Han desaparecido sus huellas dactilares por el hipoclorito de sodio, la lejía. Una mujer sin nombre que rebusca devastada su propia identidad». Y una visión de España, a la que contesta el poeta cuando un portero le pregunta cómo se ve desde sus ojos: «España se ve encallada a su historia, la amargura de unos es la alegría de otros».

A Los nadies la vida se les pasa emigrando. Aparece el árabe que sirve kebabs y que ha perdido a su madre, los menas que se afanan por aprender español, o el fin de mes, cuando «muchas señoras latinas buscan el valor del dólar en Google», antes de mandar su dinero a casa. En Los nadies, tercera entrega y poemas centrales del libro, aparecen las dificultades para pagar el alquiler, o los gitanos a los que dedica el poema Darianos: «Dejamos de tener leche caliente encima de la mesa. Convertimos la vagancia en chipachús masticable». O la muerte, que tiene la factura de un Mercedes negro, única ocasión en la que el emigrante viaja en un coche de lujo.

Aborda el amor, que tiene también el dolor de la pérdida en Epigrama: «El poema empezó a sangrar tras tu despedida. Gota tras gota el beso se deshiela. Así que me hice un torniquete, amor su pronuncio tu nombre me desgarro». Y una añoranza del padre que no tuvo. En el epílogo nos cuenta que la herencia que le dejó su abuela fue el amor por las palabras, el amor por el verso, una «herencia invaluable». Y un canto desgarrado a la patria abandonada: «Dime, ¿por qué estás lejos? ¿Por qué evitas mirarme? MI linda Nicaragua rodeada de lagos y volcanes». William Alexander tiene. como señala Sergio Ramírez, «la garra de la lejanía clavada en el corazón».

Alfredo Urdaci
Alfredo Urdaci
Nacido en Pamplona en 1959. Estudié Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Premio fin de Carrera 1983. Estudié Filosofía en la Complutense. He trabajado en Diario 16, Radio Nacional de España y TVE. He publicado algunos libros y me gusta escribir sobre los libros que he leído, la música que he escuchado, las cosas que veo, y los restaurantes que he descubierto. Sin más pretensión que compartir la vida buena.

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