The Crown 4: La temporada de Lady Di y la Dama de Hierro

Esta temporada trae interpretaciones memorables y una trama más irregular

Ya está aquí de nuevo, The Crown.  Y esta temporada no deja en buen lugar a la corona. El heredero al trono británico es retratado como un joven consentido, incapaz de hacer frente a la única responsabilidad que se le exige: mantener su matrimonio. El resto de la familia aparecen como una cuadrilla de pomposos esnobs, estirados y alejados de la realidad. Para dosis de realidad, ya está Margareth Thatcher y sus once años de liberalismo en Downing Street.

La cuarta temporada de la serie estrella de Netflix incorpora a dos personajes que hicieron Historia con mayúsculas en el Reino Unido, en el pasado siglo. De un lado La Dama de Hierro, a la que vemos luchar con denuedo por imponer unas políticas económicas que saquen a los británicos de la abulia y el subsidio permanente. De otro lado, a Diana de Gales, la princesa que conquistó el corazón de los británicos, la mujer más famosa del planeta, empequeñecida hasta volverse invisible en su relación con su esposo.

Interpretaciones magistrales

Si algo hay que destacar en esta temporada es el soberbio trabajo de los actores. Especialmente de las actrices que se ponen en la piel de Thatcher y Spencer. Encarnar a Diana de Gales, la mujer más fotografiada de la historia no ha debido ser tarea fácil. Emma Corrin sale más que airosa del desafío. Aunque su planta no es la de Diana Spencer, es más menuda y no tiene su carisma ni su luminosa sonrisa, se mueve como ella, camina como ella, mira como ella y habla como ella.  Los dos coachs que ha tenido, uno para moverse como Diana y otro para hablar como ella se han ganado el sueldo. Reproduce a la perfección el tono triste, con aquella característica cadencia descendente con el que hablaba Diana de Gales. No quiero imaginar la impresión que habrá causado en su familia.

También el trabajo de Gillian Anderson encarnando a Margareth Thatcher es impecable. Le falta quizás algo de envergadura. La Dama de Hierro era una mujer más corpulenta. Y tiene un rictus algo exagerado al hablar, pero su voz es la de Thatcher y se mueve como ella, con aquel andar acelerado que tenía, como si el mundo fuera demasiado lento para ella, que tenía tanto por hacer.

Un ratón en Bukhingham Palace
Un ratón en Bukhingham Palace

Muy destacable es también el trabajo de Josh O´Connor como Carlos de Inglaterra: sus andares encorvados y su tic permanente con los gemelos. Pero O´Connor tiene en su contra que solo comparte un rasgo físico con el personaje que encarna. Y, además, es difícil no ver en él al arrogante y a la vez encantador Lawrence de Los Durrell.

Una trama más irregular

En cuanto a la trama de esta temporada es más irregular que las anteriores. Hay escenas memorables como el aterrizaje de los Thatcher en Balmoral, o los encuentros entre la Reina y la primer ministro. Pero otros capítulos, como el de el parado que se coló en el Palacio de Buckingham son francamente aburridos. Quien espere ver las complejidades de la relación de los Príncipes de Gales se verá defraudado. Una historia que hizo correr ríos de tinta queda esquematizada. Los productores han tenido que elegir cómo contar la relación Diana-Carlos. El príncipe queda como un absoluto patán, un egoísta ávido de reconocimiento. Un caprichoso que no conoce cual es su deber. Y eso que no han sacado toda la artillería: no sabemos si las demoledoras conversaciones privadas entre el heredero y Camilla Parker-Bowles se han omitido o se reservan para la próxima temporada.

El resto de la familia no queda mejor. Capítulo tras capítulo, veremos que cuando la Reina se equivoca es otro quien paga las culpas y conoceremos un terrible secreto de la familia de la Reina Madre. Pero sin duda la que queda como una insufrible snob, es la Princesa Margarita que le exige el tratamiento hasta a la psicoterapeuta que la trata de su melancolía. La guerra de las Malvinas o el apartheid sudafricano y un IRA esbozado en el primer capítulo, son en el terreno político, lo más destacable… Demasiado resumen para 11 años de Thatcherismo que cambiaron al Reino Unido para siempre.

Para los amantes de las curiosidades. En el capítulo tres, minuto 1:30, un ratón pasa de lado a lado, en la parte inferior de la pantalla, en el despacho de la Reina. Cómo los montadores no se han dado cuenta, es algo incomprensible.

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Mar del Val
Mar del Val
Lectora desde la tierna infancia, aprecio el arte en los relatos y también la honestidad. Cautivar al lector con trampas es una tarea compleja, por eso una se siente un detective en el ejercicio de desentrañar los trucos retóricos, los falsos espejos, los fondos de ilusionista de novelistas y cuentistas. Creo que el público con el tiempo se ha hecho crédulo y poco crítico. No estamos en la vida para ser amables, aunque a nadie le amarga un dulce.

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