‘Todas las criaturas grandes y pequeñas’, la vida apasionada de la gente de campo

Todas las criaturas grandes y pequeñas se puede ver en Filmin. El guion es la versión del relato de James Herriot del mismo título. El libro se convirtió en un superventas. Cuenta las peripecias de un veterinario en la Inglaterra profunda, durante los años treinta del siglo pasado. El protagonista del libro es el joven James Alfred Wight. Con 23 años y recién salido de la facultad en Glasgow, toma posesión de su primer empleo como veterinario rural en Thirsk, Yorkshire. No sabía bien dónde se estaba metiendo. En realidad estaba entrando en el mundo rural: granjeros desconfiados, dispuestos a tomarle el pelo a un tipo culto y novato y a tenderle todo tipo de trampas. Se estaba metiendo dentro de las vacas, desnudo de cintura para arriba. Estaba entrando en un paisaje deslumbrante, verde, húmedo, de ríos de agua cristalina, nieblas profundas y suaves colinas. Ese fue el contexto de su vida durante cincuenta años, hasta su muerte. James Alfred Wight publicó sus aventuras en esas tierras, con esas gentes, y las relató escondido tras el seudónimo de James Herriot. Ahora vuelve a nosotros en forma de serie, divertida, deliciosa y ligera.

Una historia de veterinarios

Les voy a confesar algo que he sentido al ver el primer capítulo de Todas las criaturas, grandes y pequeñas. Una impresión de descanso, un alivio, el fresco perfume de las historias de la gente común. Hemos llegado a este pueblo de Yorkshire, con los veterinarios y su ama de llaves, para descubrir que las series se pueden ocupar de la gente común, de sus sueños, de sus pasiones, de sus virtudes y defectos. Hasta ese día, una pensaba que el territorio de las series atendía tan solo a policías borrachos y corruptos, se interesaba por familias disueltas, por pederastas en serie, se ocupaba de niños maltratados y niñas violadas, de desaparecidos, de tarados, de terroristas y forenses, de crímenes más o menos espeluznantes, de madres asesinadas a martillazos y de niños con estrés de por vida.

También pensaba que las series las fabrican los guionistas a las órdenes de la inteligencia artificial. Y que un algoritmo les dice la composición sociológica del reparto de personajes. Tiene que haber variedad de razas, y representación de todas las tendencias del deseo. De esta forma el productor se garantiza que la audiencia corresponde al objetivo comercial. Es más, a los cinco minutos de cada capítulo hay dos personajes que se desnudan y hacen ejercicios sexuales ante la cámara. Venga o no a cuento, en las series se folla muy pronto. Más que follar, se atropellan sexualmente. Algo que en la vida real (me gustaría conocer su opinión, lector) ocurre con menos facilidad y frecuencia.

Amor a los animales

Por eso me sorprendió ver una serie sobre veterinarios sin rastro de zoofilia. Hablo de la perversión sexual. Hay zoofilia, sin duda, si la entendemos como un amor respetuoso con los animales. James Herriot es un veterinario que se acaba de licenciar en Glasgow y acude a una entrevista de trabajo en un pueblo de la Inglaterra profunda. Pronto se va a dar cuenta de que el trabajo es duro, su jefe es un borde, y el mundo rural no tiene nada de idílico. Los aldeanos le toman el pelo, desconfían de una ciencia aprendida en los libros y le ponen a prueba.

El jefe de Herriot se llama Sigfried Farnon. Se trata de un viudo gruñón que aborrece encargar el trabajo a un ayudante. Los que aspiran al puesto duran apenas un día. Herriot llega fresco de la Universidad, bien educado, correcto, y con más ciencia que experiencia. Farnon vive con un ama de llaves que será la pieza bondadosa de la serie, la mujer que sufre en silencio y hace el bien. Las tramas de los capítulos son sencillas y divertidas, y tienen siempre un final feliz. Es una serie amena, didáctica, simpática, para ver en familia. Fomenta la vocación por la veterinaria, que es una profesión casi bucólica, que no tiene que tratar con criminales sin alma. Y es una serie para disfrutar en estos tiempos en los que la cruz que lleva cada uno es demasiado pesada como para cargarse cada día con la miseria de muertos, psicópatas y tarados antes de irse a la cama. Que la disfruten.

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