A veces pienso que es poco probable que en un futuro próximo los ciudadanos europeos entiendan lo que les está pasando y puedan influir en los procesos políticos de sus países por varias razones.
En primer lugar, porque no hay herramientas ni mecanismos para ello, todos los medios de
comunicación en este momento son ya herramientas de desinformación masiva, están controlados precisamente por los globalistas.
En segundo lugar: la ideología que promueve la agenda actual en occidente tiene una ventaja
competitiva sobre la ideología que debería haber animado a la gente a por lo menos empezar a
pensar. Esta ventaja es que el liberalismo sobre el nacionalismo es universal y se promueve en
objetos, formas muy simples y llega al ciudadano muy rápidamente en forma de placer, espectáculo y posibilidad cotidiana.
El conservadurismo en occidente hoy es muy difícil de promover. En estos momentos algunos partidos apuestan por el auge del patriotismo y los valores nacionales de su país, pero esta estrategia puede provocar fácilmente agresiones en otros países.
Imagina que en un debate se sientan conservadores franceses, alemanes e italianos, que creen en los valores de su país. ¿Se imaginan lo que ocurriría? En pocos minutos, un francés sacaría el fusil de Napoleón, un alemán, un tanque, y un italiano, que lanzaría pizzas en defensa de sus intereses nacionales.
Dudo que este trío pueda construir un poderoso movimiento conjunto, y la única alternativa sería el conservadurismo religioso, es decir, tener valores de cristianos, que los unan. Pero
desgraciadamente podemos ver que la iglesia cristiana más importante de occidente se mueve en la misma dirección liberal de izquierdas.
Siempre hay luz al final del túnel, pero para esta Europa ciega de ideales manidos, se está alargando más de lo razonable. A veces pienso que más que un túnel, es un callejón sin salida.
