No hay trampas, no hay trucos, no hay montajes. Lois Greenfield es una fotógrafa deslumbrante. Su empeño ha sido siempre el de retratar el cuerpo humano en movimiento, la danza de los cuerpos, la coreografía de piernas, manos, torsos y cabezas. Nació en Nueva York en 1949. Estudió Antropología y se dedicó en sus inicios a hacer documentales etnográficos. De ahí pasó a trabajar como fotógrafa en la prensa de Boston. Su vida cambió cuando se enfrentó al reto de tomar unas imágenes en el ensayo de un grupo de danza.
En la estela de los grandes fotógrafos
Después de aquel primer trabajo, el mundo de la danza se convirtió para Lois Greenfield en una obsesión. Por su objetivo han pasado Alvin Ailey, Martha Graham, Merce Cunningham, Paul Taylor, Bill T. Jones/Arnie Zane Dance Company, y el American Ballet Theatre.[3] Su obra ha sido comparada con la de Muybridge por su investigación sobre el movimiento humano. Otros han visto el rastro de Henri Cartier-Bresson por la búsqueda del «momento decisivo». Hay en sus fotografías la misma levedad que podemos encontrar en las de Henri Lartigue, una ingravidez que celebra la vida, el movimiento, como si los cuerpos flotaran entre las líneas de un pentagrama.
Los habla así de su carrera como fotógrafa: “He pasado los últimos 35 años de mi carrera investigando el movimiento fotográfico y explorando su potencial expresivo. Mi inspiración siempre ha sido la capacidad de la fotografía para detener el tiempo y revelar lo que el ojo humano no puede ver. Lo que me intriga es hacer imágenes que confunden al espectador, pero en realidad el espectador sabe, o sospecha, lo que realmente sucedió“.