Erri De Luca (Nápoles, 1950) es uno de los escritores italianos contemporáneos más internacional. Conversamos con él a raíz de la reciente publicación de su última novela: ‘Les regles del mikado’ (Bromera-2024), una novela que cuenta la historia de una joven adolescente que huye de su familia para evitar un matrimonio concertado y, en su huida, en las montañas, se encuentra con un viejo relojero que le cambiará la vida. Una escritura, la de Erri de Luca, con apariencia de fragilidad, que se demuestra robusta como el acero.
-Usted, al principio de la novela hace una advertencia al lector para presentarnos a los personajes, en el sentido de decir que no le gusta entrar en una novela con la sensación de que ha llegado cinco minutos tarde y se ha perdido el principio, de lo cual infiero que a usted le gusta la relectura. ¿Es eso así?
-El cine puede empezar una historia donde quiera y luego hacer flashbacks. En los libros este procedimiento hace que la lectura sea agotadora, te obliga a volver atrás una y otra vez. Así que, como lector, prefiero una historia que transcurra cronológicamente. La mía es una advertencia que también sirve de presentación.
-En la novela uno de los personajes dice que los viejos no piensan en la muerte porque ya han pensado en ella. ¿No sería más bien que con los años cada vez nos da más miedo la muerte?
-La frase es exacta cuando la dice el personaje en ese momento concreto de la novela. No es una frase que se pueda aplicar a todo momento y lugar. Desde la atalaya de mis años puedo decir que la muerte no es un pensamiento ni un miedo. Es una presencia, la suma de muchas personas que ya no están aquí.
-Poco después, el mismo personaje dice que la masculinidad actual es la más asustada de la historia. ¿Cómo ve usted la posición del varón dentro de la sociedad actual?
-Veo un agotamiento de lo masculino ante una feminidad mucho más fuerte. Veo una agresividad masculina exagerada como contrapeso a una virilidad decaída. Esta constatación me hace feliz. El género masculino tiene que reescribir un nuevo pacto de alianza con lo femenino.
-A la hora de escribir los diálogos, cuando estos son de más de una frase, procede a ejecutar un salto de línea. ¿Tiene usted la impresión que, para ser valorado como escritor, a parte de las cuestiones de fondo, es necesario ser formalmente atrevido?
Como lector prefiero una página dinámica, con muchas entradas de diálogo, con saltos de línea, para distinguir con facilidad las dos partes en diálogo. Como lector, no me gusta una página con líneas compactas como si se tratase de una parada militar. No creo que tenga nada que ver con la audacia, sino con el deseo de conseguir la mejor legibilidad posible para quienes lean la historia.
¿Son las culturas nómadas más respetuosas con la naturaleza?
–Las culturas nómadas son más respetuosas con la naturaleza por su contacto directo con la misma, por la facilidad para desplazarse de un lugar a otro, por la costumbre de vivaquear al aire libre bajo cualquier cielo.
-En la novela la joven protagonista dice que es habitual llamar viejos a las personas que tienen unos pocos más años que uno (cuando uno es joven). ¿Qué es ser viejo?
–Ser viejo es como estar en lo alto de un bosque, un lugar a donde solo unos pocos árboles llegan y hay más luz. Desde allí uno puede ver más lejos.
-¿A qué se dedica, qué hace, un espía cuando se jubila?
-No lo sé, sin embargo, este espionaje que se retrata en la novela data de otro siglo, donde no estaba permitido dejar el servicio activo.
-¿No aceptar los reconocimientos es una muestra de soberbia?
-Depende del carácter de las personas. Depende de cómo se nieguen los reconocimientos. Es bueno acompañar los rechazos, las negativas, de una sonrisa.
-En la novela hay un encuentro entre dos personajes al cabo de los años y uno de ellos no reconoce al otro. ¿Cree que realmente es posible que no reconozcamos con el paso de los años a alguien que ha sido importante en nuestras vidas?
-No reconocer físicamente a alguien es bastante natural. Los años cambian a las personas y puedo asegurarte que sucede que no reconozcas a compañeros con los que has levantado barricadas.
-En la novela uno de los protagonistas cita Epicuro que dice: vive escondido. ¿Por qué deberíamos vivir escondidos?
Por temperamento, por ganas de ser un palo en el juego (del mikado) que logra escaparse sin que los demás se den cuenta. Existe una vocación de pasar desapercibido, de no dejar rastro. No es actual, no es una vocación frecuente, y es por eso que me resulta interesante contarla. Con sólo dos palabras, Epicuro prescribe una fórmula audaz para la felicidad.
-¿Los años de la Guerra Fría fueron especialmente duros en Italia para los militantes comunistas?
No, en absoluto. Italia tenía el partido comunista más grande y fuerte de Occidente. Había una gran red de solidaridad y una voluntad de compartir. No nos sentimos aislados.
-A lo largo de la novela salen distintos juegos como el mikado, el bridge, el póker y el ajedrez. El ajedrez sale puntualmente, pero sale en diversas ocasiones. ¿Hay algún motivo especial? ¿Cuál es su relación con el ajedrez?
–Una relación de admiración debido a mi incapacidad. Mi padre me enseñó los movimientos de las piezas, las reglas del juego, pero no tengo una mente capaz de calcular las distintas posiciones posibles después de cada jugada. En cualquier caso, de todas las piezas, me gustan especialmente los peones porque sólo pueden avanzar y son los más sacrificados. El siglo XX fue un siglo de peones.
-En la novela se dice que cuando uno se hace mayor sigue manteniendo una voluntad de transformación, dicho de otra manera, ¿cree que uno nunca deja de aprender?
-Sigues siendo aprendiz hasta el final si logras mantener tu curiosidad y asombro.
-¿El sentido de la vida debemos buscarlo en el nosotros y no en el yo?
-Sobre el sentido de la vida prefiero abstenerme.
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