Si estás leyendo esto mientras tu ventilador suena como un dron al borde del infarto, bienvenido al club. Europa se cuece en otra ola de calor bíblica, de esas que convierten la calle en un campo de lava y tu cerebro en puré. Pero si algo nos ha enseñado el cine, es que el calor no es solo una cuestión de meteorología. Es deseo, rabia, neurosis. Es ese momento en que todo se derrite, incluida tu dignidad. Aquí tienes un recorrido por películas históricas donde el calor es protagonista, a veces tan protagonista que dan ganas de meter la cabeza en el congelador.
I. La gata sobre el tejado de zinc (1958): sudor sureño y pasiones malsanas
Mississippi. Verano. Una mansión donde no circula ni el aire ni el sentido común.
Dentro, Elizabeth Taylor y Paul Newman se miran con un odio lubricado por el calor y las botellas de bourbon. La familia espera la muerte del patriarca mientras Maggie (Taylor) y Brick (Newman) se cocinan a fuego lento entre el deseo y la frustración.
Aquí el calor es una excusa para la humillación. La definición exacta de “noche toledana con glamour”.
II. Doce hombres sin piedad (1957): el calor como polígono industrial de prejuicios
Si crees que tu oficina es un infierno, imagina deliberar sobre un juicio encerrado con once desconocidos y un ventilador de juguete.
Henry Fonda trata de convencer al jurado de que piense antes de condenar a muerte a un chico. Pero el bochorno convierte a hombres normales en criaturas sudorosas e irritables.
Un clásico donde el sudor es más elocuente que los diálogos.
III. El cartero siempre llama dos veces (1981): pasión a 42 grados
En California, un café de carretera y una mujer fatal, Jessica Lange, que convierte cada hamburguesa en una invitación al crimen.
Jack Nicholson cree que matar al marido de ella es una gran idea. El calor hace el resto.
Un thriller sudoroso que demuestra que la canícula puede arruinar vidas con más eficacia que la pasión.
IV. Perros de paja (1971): cuando el calor y la testosterona enloquecen
Un matemático americano se muda a un rincón rural británico para encontrar paz.
Error. Entre la humedad, el aislamiento y la hostilidad local, Dustin Hoffman pasa de nerd a vengador en camiseta.
Aquí el calor es gasolina emocional. Como tu última discusión en agosto.
V. Verano del 42 (1971): nostalgia, hormonas y arena
Un adolescente enamorado de una joven viuda mientras la Segunda Guerra Mundial retumba de fondo.
En esta película, cada grano de arena arde. El verano es un rito de paso, un perfume de sudor y descubrimiento.
Si tu adolescencia fue un desastre, aquí tienes tu versión poética.

VI. Fuego en el cuerpo (1981): sexo tropical en Florida
Kathleen Turner con un vestido blanco y un ventilador inútil.
William Hurt, abogado casado que olvida que es casado.
El calor como el tercer personaje de un trío tórrido.
Un clásico del cine erótico criminal que hace sudar incluso al mando a distancia.
VII. Do the Right Thing (1989): calor y rabia en Brooklyn
Un barrio neoyorquino al límite. El sol derrite los helados, la paciencia y la convivencia.
Radio Raheem pasea su Public Enemy como un presagio de tragedia. Spike Lee retrata un día de verano que acaba en incendio, literal y figurado. Perfecta para verla cuando creas que tú eres el único que suda.
VIII. Un tranvía llamado deseo (1951): calor erótico y locura sureña
Blanche (Vivien Leigh) se asfixia en un piso diminuto mientras Stanley (Marlon Brando) se quita la camiseta cada cinco minutos.
La humedad es deseo, amenaza, locura.
Si quieres saber qué pasa cuando la temperatura sube y la mente se derrumba, aquí tienes la respuesta.
IX. Un día de furia (Falling down) (1993): el calor como chispa de la furia urbana
Michael Douglas atrapado en un atasco. Camisa blanca. Corbata.
Y un calor que convierte a un ciudadano normal en una bomba de relojería.
Un retrato tragicómico de lo que sucede cuando la sociedad, y el termómetro, se pasan de rosca.
X. Seven (1995): calor, humedad y podredumbre moral
Aunque todos recuerdan la lluvia, la atmósfera de Seven es pegajosa y sofocante.
La decadencia de una ciudad sin nombre en la que todo es sudor y corrupción.
David Fincher te deja con la sensación de necesitar un baño largo y frío.
XI. Mad Max: Furia en la carretera (2015): la apoteosis del calor postapocalíptico
Si tu idea de calor es un verano en Sevilla, imagina un mundo donde la gasolina y el agua son tesoros. El desierto australiano hierve mientras Furiosa y Max luchan por sobrevivir. Pocas películas transmiten la sensación de abrasarte como esta.
XII. Paris, Texas (1984): desiertos emocionales y soledad abrasadora
Harry Dean Stanton vaga por un paisaje de silencio y polvo.
El calor aquí no quema: hiere el alma. Una joya de Wim Wenders para quienes creen que el verano es introspección y melancolía.
XIII. Un verano en pantalones (2005): amistad, viajes y calor adorable
Cuatro amigas y un pantalón mágico que viaja de cuerpo en cuerpo.Sí, hay calor, pero también descubrimiento y ternura. La prueba de que no todos los veranos tórridos acaban en tragedia.
XIV. Little Miss Sunshine (2006): el calor como prueba familiar
Si has viajado con tu familia en agosto, esto es un documental. Una furgoneta amarilla sin aire acondicionado. Un concurso de belleza absurdo. Un abuelo peculiar. Todo bajo el sol abrasador que revela nuestras miserias y afectos.
XV. La mujer de la arena (1964): calor como prisión existencial
Un entomólogo japonés queda atrapado en un pozo de arena con una mujer. Cada movimiento es un esfuerzo. Cada noche, la arena y el calor vuelven a comenzar. Un clásico existencial para recordar que el verano puede ser el escenario de tu propio absurdo.
XVI. Epílogo: La caza de Saura – El calor como espejo de España
Y cerramos con una obra maestra del bochorno moral: La caza (1966), de Carlos Saura.
Tres hombres salen a cazar conejos bajo un sol que no perdona. Pero en realidad van a cazar sus propios demonios: la frustración, el resentimiento, la violencia. Es una metáfora perfecta de la España de posguerra. Y, si te fijas bien, también un espejo incómodo de nuestra España actual, donde el calor político y mediático alcanza niveles de horno crematorio. Porque, al final, el calor no es solo un dato meteorológico: es un termómetro de nuestra incapacidad para convivir sin pegarnos tiros, físicos o verbales.
Así que, mientras Europa hierve y el telediario pronostica temperaturas de ciencia ficción, tal vez estas películas te ayuden a encontrar consuelo, o a reconocer que el calor, como el cine, revela lo que somos de verdad.
Eso sí, hidrátate.
No queremos que termines como Michael Douglas en Falling Down o como Paul Newman sobre un tejado, preguntándote en qué momento empezó todo a arder.