La moneda de Akragas. Andrea Camilleri. Gatopardo Ediciones.
No es el Camilleri de Montalbano, y tampoco le hace falta. La moneda de Akragas tiene un poco de Historia con mayúsculas, un poco de verdad, algo de leyenda rural y mucho de fábula con moraleja. Es un historia bien trabada, bien llevada, y muy bien contada.
Sicilia 1909. Un campesino que labra la tierra encuentra una extraña moneda de oro. El hombre cree que haber dado con un tesoro, pero los hechos demuestran lo contrario. Quienes ambicionen la dorada pieza atraerán el mal. Quienes se acerquen a ella con buenas intenciones serán recompensados. La moneda parece tener propia vida, un alma que escapa una y otra vez al destino al que sus dueños ocasionales se empeñan en condenarla. Se trata de uno de esos universales: una historia que con diferentes versiones, se puede encontrar en las literaturas de muchos países y de diferentes culturas.
Una historia sencilla
Camilleri decía que él no era un gran escritor. Que en un país como Italia, donde se tiene ambición de levantar grandes catedrales, a él le gustaba ‘construir iglesias rurales pequeñitas y sobrias’. Y eso son las 113 páginas de La moneda de Akragas. Una historia pequeña, un leyenda con misterio, una de tantas fábulas rurales que se cuentan en los pueblos, ya sean éstas verdaderas o inventadas. Un cuento con final feliz y moraleja, que tiene lugar, como casi todas sus novelas, en Vigàta, su Macondo mediterráneo, ese territorio imaginario que le permitía vivir la Sicilia desde su casa romana.
Camilleri escribió La moneda de Akragas en 2012, (la edición española de Gatopardo es de 2018), con 86 años. Una edad que permite hablar con autoridad de la futilidad de las posesiones materiales frente a los principios morales, de la recompensa por las buenas acciones y del poder como instrumento para el bien.
Quiero aquí reconocer la labor de la traductora, Teresa Clavel. Salvo el inicio, la novela está escrita en ese habla particular del que dota Camilleri a los habitantes de Vigàta. Un italiano que no se lee de corrido, y que hace aún más valiosa esta traducción sobria, de prosa suave, impecable.
Camilleri es conocido por su personaje Montalbano. El comisario aparece por primera vez en su novela La forma del agua, publicada en 1994. La primera novela de Camilleri lleva fecha de 1974: El curso de las cosas. Cuando el lector cierra la novela la deja con la conclusión de que Camilleri no necesita de su famoso comisario para que sus relatos mantengan la frescura original y el poder seductor de su capacidad de contar historias.