Mortimer no pensaba ir a ver la película. Le parecía una maniobra de Marvel para vender más muñecas a las niñas, como así ha sido. Sin embargo encontró tanta gente que hablaba bien de ella, que no pudo resistir la curiosidad, aunque le seguía pareciendo que un relato de una muñeca que revivía con su acercamiento a la realidad sería cursi, pretencioso y banal, por muy bien que estuviera interpretado.
Hay tantas cosas así en la realidad, como los discursos de algunos políticos que se creen líderes de la opinión de las demás personas, que creía que uno mas no tendría mayor importancia.
En cambio se encontró con una película para todos y todas, al comprobar que muchas personas, se portan como muñecos, fabricados en serie por una multinacional, e incapaces de pensar por sí mismos. Todos iguales unos a otros, con los mismos sentimientos vacíos de una muñeca animada, aunque fuera con inteligencia artificial. El elogio de la banalidad sienta muy bien hoy en día, con tantas personas deseando no pensar nada para llegar tranquilos a su casa al final del día.
Algunos políticos y multinacionales como Marvel se han dado cuenta de que le pueden sacar mucho rédito a esa mentalidad, y quieren atontar a todos con su banalidad, pero resulta que, al final no es así, sino de otra manera que no se puede contar, para que disfruten del impacto los que todavía no la hayan visto