Letras
‘Monetizado’, una novela sobre la maldición del youtuber
En Monetizado, Carlos es youtuber. Forma parte de se pequeño grupo de élite en el que están celebridades como El Rubius, que viven de sus videos en la red. Juegan, graban, suben, cobran: monetizan su actividad. Carlos no tenía muy claro qué hacer con su vida. Esa desorientación provocaba continuas tensiones en su casa. Tiene un padre tradicional que no entiende la red y su economía, y una madre taxista que sabe que el secreto de tratar con su hijo es tener mucha paciencia y darle mucho afecto. Las dudas del chico las resuelve su tío, el hermano de su madre. El tío descubrió un día el porno. Graba episodios de sexo con mujeres que aspiran a la fama. Vive bien. Cero estrés. Por el tío, Carlos se convirtió en Karltube. Pero ahora lo quiere dejar. Se ha enamorado de una rusa y quiere anonimato, otra vida.
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‘Catedrales’, de Claudia Piñeiro, una novela negra muy familiar
En el inicio de Catedrales, una joven, Ana, aparece muerta, quemada y descuartizada en un erial de un barrio residencial de clase media en la periferia de Buenos Aires. La novela arranca en el velatorio, con el relato de su hermana. Lía pierde ese día la fe en Dios. La madre y la hermana mayor, Carmen, católicas de obediencia ortodoxa y estricta, cifran el crimen como una manifestación de la voluntad divina. El padre, Alfredo, y la hija mediana, rechazan esa idea.
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‘Estás muerto y tú lo sabes’, un relato negro con sangre, orina y arena
El estilo. Casamayor es un escritor que va directo al corazón, o más bien habría que decir que se dirige directo a la herida, a la cicatriz, en busca del latido de las venas y las arterias, pero también de la roña, de la sangre seca, del nervio y su dolor. Así, el comienzo de la novela traza en cuatro líneas las condiciones del relato: una madrugada de difuntos y un narrador omnisciente que es el ángel guardián de Pacho Heredia, un recluso de la Modelo que está a punto de salir de la cárcel después de dos años encerrado por agresión a su pareja, a la Visi. Y el ángel establece los límites de su intervención: "muy a mi pesar, sin disponer de los privilegios de acceso necesarios, un ángel guardián de oficio no puede alterar el curso de los acontecimientos en los que está inmerso su protegido". ¿Protegido? 'No me toques los huevos" podría decir Heredia, que sale de la cárcel donde vive seguro a una Barcelona donde le esperan para cobrarle unas deudas que no son de dinero. La de Casamayor es una novela negra con todo el fatum clásico de una obra griega, el destino trágico de los malacabeza.
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‘El fondo de la botella’, la tragedia de George Simenon
Cuando llega Navidad se me despierta la querencia de las novelas de Simenon. Desconozco la razón, pero cada año por estas fechas busco en las librerías alguna novela del escritor belga. Este año celebro la reedición de algunas de las más célebres, en un formato que firman al alimón Anagrama y Acantilado. El fondo de la botella tuvo otra edición por parte de Tusquets. Es, por tanto, un título al que recurre cualquier editor que quiera ofrecer lo mejor del creador de Maigret, aunque en la botella no haya rastro del inspector. El fondo de la botella toca un tema nuclear en la humanidad, uno de esos mitos eternos: la fraternidad, el amor/odio entre hermanos, la vinculación entre seres que se conocen de forma íntima, porque han compartido la infancia y la juventud. Caín y Abel. Jacob y Esaú.
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‘Retrato del reportero adolescente’, la infancia recobrada de Rafael Narbona
Con el pretexto de que Tintín no ha muerto, que sigue vivo en una residencia de mayores en las afueras de Bruselas, Rafael Narbona ha compuesto un libro que es un viaje por el siglo XX, por las aventuras humanas de un siglo convulso, cargado de desafíos éticos e intelectuales. Es el libro de un apasionado por Tintín, la criatura de Hergé, pero es también un libro de regreso a la infancia. Es inevitable poner este Retrato del reportero adolescente al lado de aquel libro de Fernando Savater, La infancia recuperada, en el que volvía sobre sus pasiones, el Guillermo de Richmal Crompton o La isla del tesoro, de Stevenson, las ficciones en las que encontrar un ADN puro, los rasgos marcados en su carácter por las primeras iluminaciones.
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‘Ayer’, de Agota Kristof: la asfixiante soledad del hijo de la puta
Quienes no conozcan el universo de Agota Kristof encontrarán en Ayer un compendio de todos los elementos que forman su narrativa. Un punto central breve. La novela son algo más de cien páginas de una prosa elemental, fría, despersonalizada, por momentos poética. Ayer cuenta la historia de un hombre, Sándor Lester. Se trata de un emigrante húngaro que se ha marchado a Suiza de joven. Trabaja en una fábrica de relojes. Aquí conviene recordar que Agota Kristof huyó a pie a Suiza con su marido y su hijo de varios meses. Huyeron de la ocupación soviética. Kristof trabajó durante años en una fábrica de relojes, antes de dedicarse a la escritura, en francés, su nueva lengua.
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Sagitario, una novela breve, una cumbre de Natalia Ginzburg
Ginzburg lo tiene todo. Y Sagitario es un ejemplo perfecto de ese todo. Ginzburg es sensible, es inteligente, tiene fuerza, penetración psicológica, ironía, humor. Sabe captar el valor de un detalle, por insignificante que sea. Demuestra una observación poderosa, capaz de identificar cualquier pliegue del alma humana y colocarlo en el lugar preciso del relato, para que tenga el contraste necesario. Nada sobra en sus relatos. Te lleva. Te sabe llevar. Lo hace con naturalidad, sin aspavientos, con ternura, con gracia. Con mucha gracia. Se nota que soy partidario, ¿verdad? Desde Léxico familiar, que leí por vez primera en italiano, hace ya treinta años, no he dejado de leer todo lo que se ha publicado con la firma de Ginzburg. No es adicción. Es la seguridad de que vas a llegar a una verdad sobre el alma humana, y que la vas a alcanzar a través de las pequeñas cosas, de los pequeños gestos, de los detalles. De la literatura.
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‘Los montes antiguos’, la voz perdida de los campos de Soria
Los montes antiguos es un libro redondo, bello, complejo, escrito desde una voz nueva que conoce las viejas palabras, y con una mirada capaz de captar las más profundas sutilezas del paisaje y la compleja trama humana de quienes lo habitan