Llega a la Fundación Mapfre la obra de uno de los fotógrafos más singulares del siglo XX. Christer Strölhom, (22 de julio de 1918 – 11 de enero de 2002) es un fotógrafo sueco que se hizo famoso por sus fotografías sobre los ambientes existencialistas de París. Estudió en la Academia de Bellas Artes de la capital francesa. Antes había vivido en Alemania, donde se formó con Waldemar Winkler. Estudió pintura, y se alistó en el ejército sueco al estallar la Segunda Guerra Mundial. Pero Strölhom se decidió por la fotografía. De sus años de París destacan los reportajes sobre el mundo bohemio de la ciudad en pleno auge del existencialismo promovido por Jean Paul Sartre, Albert Camus y Simone de Beauvoir. Uno de sus reportajes trataba sobre los travestidos que se encontraban en Montmartre. Desde 1951 fue miembro del grupo Fotoform. Entre 1962 y 1972 fue director de la Fotoskolen (Escuela de fotografía) de la Universidad de Estocolmo. Entre sus viajes se encuentra una visita a España entre 1958 y 1960 en la que realizó un reportaje sobre la sociedad española durante el franquismo. También viajó a Estados Unidos, Japón, la India, Polonia, la Unión Soviética y Kenia.
La obra central del fotógrafo sueco Christer Strömholm (1918-2002) nos sitúa en París, y gravita en torno al barrio rojo, en los alrededores de la Place Blanche. Es allí donde se siente atraído por la subcultura de los transexuales. Muchas de ellas trabajaban como prostitutas. Buscan dinero rápido para pagarse las operaciones de cambio de sexo. El fotógrafo sueco es un tipo fornido, se ha dejado una poblada barba y lleva un corte de pelo de estilo militar. Se movió entre los travestidos durante más de una década. Los fotografió en la calle por la noche y en bares y habitaciones de hotel con una mirada fría, cercana, afectuosa
Retratos en blanco y negro integran un libro que se publicó en 1983 y se convirtió en un clásico de los ensayos fotográficos. Les amies de Place Blanche, las amigas de la Plaza Blance, es un libro hoy muy difícil de encontrar y es una de las grandes obras de la fotografía posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Si no supiéramos que los sujetos que retrata Strömholm son genéticamente masculinos, fácilmente podrías tomarlos por mujeres. Algunas son tan hermosas como cualquier modelo o estrella de cine de la época. Hay fotografías de algunas en ropa interior o desnudas en las que no parecen tan femeninas. Strömholm no pretendía destruir las ilusiones que pudieran haber tenido sobre sí mismas. En su mayoría aparecen como presumiblemente hubieran querido que los vieran.
Hace unos años, en una conferencia en Barcelona, Joakim, el hijo del fotógrafo, reveló que su padre “en realidad, no tenía ni idea de fotografía, pero sí sabía de la vida. Él podía explicarte cómo dormir en un hotel sin pagar y ese tipo de cosas”. El talento de Strömholm reside en el interés por conocer la sociedad más allá de lo políticamente correcto. Su serie de retratos a los transexuales de la place Blanche se publicó en Suecia muchos años después del trabajo del fotógrafo, porque “en un principio no quería publicar las fotos, decía que eran para él y para la familia”, explicó su hijo.
Las amigas de la Place Blanche
Las imágenes de Strömholm son de una radical sencillez. Algunas de las personas retratadas posan con solemnidad; otras sonríen con picardía. Algunas están absortas en sus pensamientos. Su forma de vestir, de maquillarse, de posar, reflejan los gustos de la época, los modelos copiados de las revistas del papel couché de los años finales cincuenta, o primeros sesenta: Jackie Kennedy, Sophia Loren, Gina Lollobrigida. Gina, una rubia con un vestido escotado hasta las rodillas, posa en una amplia plaza adoquinada, sonríe y se inclina para para mostrar su escote exuberante, poderosamente lleno.
En aquellos años, en el París de los años 50, era ilegal que los hombres se vistieran como mujeres en público. Vivían en la semiclandestinidad, estaban sujetos a todas las amenazas habituales: amenaza, adicciones y enfermedades. Algunas de las personas retratadas por Strömholm tuvieron una vida larga y feliz como mujeres; otros no lo lograron. Es pertinente pensar que los caminos de la prohibición y del estigma llevan a una mayor violencia contra las personas, y la aceptación promueve una vida más segura y protegida.
El proyecto de Strömholm fue una especie de cruzada amorosa por la aceptación de las personas transgénero. En una breve declaración para la primera edición de su libro, escribió: «Este es un libro sobre la búsqueda de la identidad propia, sobre el derecho a vivir, sobre el derecho a poseer y controlar el propio cuerpo». Eso fue en 1983. Las imágenes de Strömhol evocan un mundo íntimo y oculto, que asoma con desparpajo, desinhibido, pero al que le quedaban muchas décadas de sufrimiento para llegar a ser aceptado. No hay en sus fotos ni rastro de sensacionalismo, ni lujuria lasciva, sino una franca exhibición, un juego inocente.