La Rosalía. Ensayos sobre el buen querer. Varios autores. Coordinado por Jorge Carrión. Errata naturae. 19,90€
Ante un fenómeno como el de Rosalía, se presenta el reto de explicar las claves. En unos años se convierte en una de las artistas más influyentes. El video que acompaña este artículo tiene casi 150 millones de visitas. Rosalía empieza en la música, salta al video y de ahí a la moda, se asoma al cine y marca las tendencias en la decoración de las uñas. Su música es una base flamenca pasada por la estética quinqui, con ruidos de la calle, ritmos latinos, y pasajes de serenidad gregoriana. Lo absorbe todo, lo digiere todo, y ofrece una música que es todo eso pero no, es Rosalía. Se hace viral, porque tiene la capacidad de apelar a un público global. La Rosalía es un primer intento de abarcar la complejidad de la artista. Como todo libro con muchos autores, tiene ensayos brillantes y otros no tanto.
Apropiación o asimilación
Entre los primeros, vamos a destacar el de Fernández Mallo. El autor reconoce que no es la música lo que interesa, que no tiene discos de Rosalía, que lo que le motiva sobre todo es el mecanismo de creación, «que también es justo decir que se debe a sus productores». Fernández Mallo responde con su ensayo a quienes han acusado a Rosalía de apropiarse del alma gitana, de la tradición flamenca (Mala Rodríguez, por ejemplo), como si las culturas y tradiciones tuvieran una puerta de entrada en la que se exige ADN, y ocho apellidos, en este caso gitanos.
Fernández Mallo se sorprende y con razón, se frota los ojos ante este debate: «ha sido uno de los episodios más extravagantes de las últimas décadas, y casi diríamos que inexplicables. Se trata de un discurso que en las llamadas artes plásticas hace casi un siglo que se ha dado por superado». Es decir, que hemos vuelto al puritanismo, en el que todo el que asimila sones, ritmos y almas es un furtivo ladrón de identidades.
A un paso de la beatificación
Abundan los ensayos interesantes, que analizan el fenómeno Rosalía desde el punto de vista de la industria musical, o desde los códigos de la moda, del vestuario a las uñas como elemento estético. Otros autores se detienen en las influencias lorquianas o en la tradición de lo quinqui, tan presente en los vídeos de Rosalía. Javier Blánquez lo analiza desde la óptica de un crítico musical al que le resulta imposible clasificar una música que tiene de todo y no se parece a nada. Hay que inventar palabras nuevas. Alguien lo llamó flamencotrap. Tampoco es capaz de contener el fenómeno.
Y luego está el intento de hacer bandera feminista de nueva ola del fenómeno Rosalía. Ensayo de Isabel Navarro, que se sitúa al borde de la beatificación de la cantante en el olimpo de las diosas del feminismo. Interpretar a Rosalía como una fuerza contra el heteropatriarcado no deja de ser una forma artera de llevar el agua al molino ideológico. «Rosalía ha construido su obra ignorando estos límites (o supuestos límites) del orden patriarcal». Lo que nos cuentan los ensayos del mismo libro en los que se repasa la biografía de la cantante, no parecen sostener esa afirmación. Y menos si tenemos en cuenta que la obra de Rosalía se debe contemplar como una obra liderada por Rosalía Vila, sin duda, pero obra colectiva si miramos lo que le rodea: desde sus hermanas a los productores de sus discos y videos. Decir que Rosalía es un claro ejemplo «del fin del régimen de la automoderación» es otro exceso feminista. Y convocar a La Chana para comparar a Rosalía con ese prodigio de cantaora maltratada por un marido salvaje y brutal es construir un ídolo feminista con historias que no tienen ni conexión ni continuidad.
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