‘Samsung Rising’ (‘El ascenso de Samsung’) relata el ascenso del conglomerado coreano. Con una investigación exhaustiva y repleto de datos, el periodista y escritor Geoffrey Cain, detalla en su libro cómo Samsung pasó de ser un vendedor de verduras a un titán tecnológico mundial. El autor proporciona una visión integral de una de las compañías más oscuras y cohesionadas del mundo.
Geofrey Cain cuenta en Samsung Rising que se encontró con innumerables zancadillas a la hora de escribir la historia de la tecnológica coreana. Ser un corresponsal europeo en una cultura, la asiática, en la que se dificulta de forma extraordinaria el acceso a los ejecutivos y líderes de compañías, no ayudó. Al final ganó la partida a base de perseverancia: tuvo que pasar años y años investigando porque no había información sobre Samsung. “No es como Apple”, señala, “donde puedes recopilar un montón de libros y leer la historia de antemano”.
Samsung Republic
Este iba a ser el título original pero finalmente, se optó por Samsung Rising, porque captaba mejor la historia del impulso de una pequeña tienda que vendía pescado y verduras secas en la década de 1930 y que, a través de una trayectoria muy turbulenta, duras batallas, escándalos de corrupción y peleas políticas, emerge para convertirse en el conglomerado tecnológico más grande del mundo.
El libro rastrea a Samsung desde los días en que sus fundadores miraban a las compañías japonesas como modelo, hasta su ascenso y victoria sobre Sony. La gran historia de los éxitos de Samsung en la última década es el teléfono inteligente. Durante mucho tiempo fue esencialmente como una empresa a la japonesa. En ese Japón, con el zaibatsu de la era de la guerra se basó Samsung esencialmente. En la idea de un líder corporativo casi divino que tiene una visión de arriba hacia abajo, que envía a todos los ejecutivos. Y eso es lo que les permitió hacer progresar de la rápida forma en que lo hicieron. Y lo hicieron por la gloria de Corea.
Cultura militarista
Su idea era convertir a Samsung de un fabricante de componentes y semiconductores y microondas de tercera categoría en un fabricante de teléfonos inteligentes que podría competir con Apple y Sony. No era una tarea fácil, pero lo lograron gracias a su cultura militarista. Tampoco podría entenderse la historia de Samsung sin la cultura coreana del chaebol de no confiar en los extraños en el trabajo, de tratar de controlar casi todo lo que puedas desde la propia sede.
El problema con la marca Samsung no proviene de los productos en sí. El problema más profundo proviene de su cultura corporativa: la renuencia a hacer realmente algo grande y nuevo. Muchas de las innovaciones de las compañías coreanas ahora son solo innovaciones incrementales. Básicamente construyen lo que los líderes han estado haciendo. Juegan con mejoras, pero en realidad no están haciendo el gran producto que va a cambiar el mundo como hizo Apple con el iPhone en 2007.
Samsung y la inteligencia artificial
Gran parte de la industria se enfrenta a este problema porque ha pasado mucho tiempo desde que tuvimos esa gran interrupción tecnológica. El problema de Samsung es que han invertido mucho en muchas de estas áreas que se supone que interrumpen la tecnología, pero no han avanzado en su desarrollo. El otro problema es la inteligencia artificial. Samsung ha estado desarrollando un software llamado Bixby que se supone es como el Asistente de Google. Quieren tener su propio sistema de IA que pueda alimentar todo su hardware, pero no han logrado convertir eso en algo tan grande como lo que están haciendo Google o Amazon.
El libro hace un repaso de las crisis de la compañía y de cómo se enfrentaron a ellas: desde los incendios del Note 7 a los casos de corrupción. La conclusión es que Samsung es una compañía que prospera en crisis, pero que logra sobrevivir intacta porque su sistema está diseñado para soportar desastres y contener crisis y encontrar formas de salir de ellas. Y luego avanzar muy rápido.