Antonio Mercero nos ha cautivado con Pleamar, la primera entrega de su nueva saga. Un thriller psicológico y exultante, pero no es solo escritor sino también guionista faceta que está muy presente en esta entrevista cautivadora y deliciosa
Introducción como guionista y escritor
Buenas, es un placer que nos concedas esta entrevista y para empezar me gustaría saber cómo surgió la idea de sumergirse en el mundo literario, porque de profesión eres periodista y guionista ¿Están esas facetas muy relacionadas?
De formación soy periodista, ejercí tres años y me di cuenta de que la realidad me interesa menos que la ficción. Supongo que la ficción me permite protegerme de una realidad que no me gusta del todo y crear mis propios universos. Así que esas dos facetas que marcan mis inicios profesionales funcionan como un juego de contrarios.
Siguiendo con la estela como guionista, empezaste hace más de 25 años en ese mundo y has estado inmerso en proyectos como Farmacia de guardia, Hospital Central y ahora recientemente con la adaptación de Monteperdido y Tramontana pero ¿Cómo comenzaste en este mundo? ¿Qué es lo que te apasiona de esos proyectos?
Mi entrada en el mundo del guion era un paso natural, justo en el momento en el que eclosionan las televisiones privadas y empiezan a demandar contenidos de ficción, yo estaba recién salido de la universidad y se buscaban guionistas. Así que conocí el primer boom de la ficción española televisiva, que se fue creando a trompicones… Ahora se hacen mejores series, pero recuerdo con cariño los primeros balbuceos de los guionistas que explorábamos ese camino.
Sobre las series que mencionas, ambas salen de la misma mano creadora, Agustín Martínez, que es un bestia montando tramas policiacas llenas de giros y de sorpresas. Me gusta ese género y creo que son dos series estupendas.
Al escribir un guion más o menos ya están creados unos personajes pero en una novela partes desde cero ¿Cómo es el planteamiento de una novela, dista mucho de cuando escribes un guion?
La principal diferencia es que el guion es un trabajo colectivo, con muchas voces creando y muchos filtros que van matizando las historias, los personajes e incluso la idea inicial. En cambio, la novela es el reino del solitario. Hay que hacer el mismo trabajo que con un guion, elegir la historia, el conflicto, el tema y los personajes, pero lo haces tú solo, sabiendo que nadie te va a mejorar el material. Así que más vale que te remangues y aprendas a remar solo.
Tu primera novela La cuarta muerte se publicó en 2012, dos años después publicaste La vida desatenta ¿Qué recuerdos guardas de esas primeras publicaciones? ¿Sentiste miedo de estar por primera vez en primera plana, siendo el único creador de una obra?
No sentí miedo, más bien sentí la borrachera del control absoluto sobre la historia, un chute de libertad creativa que todo guionista necesita de vez en cuando. La publicación de mi primera novela es uno de los momentos más felices de mi vida. Hace mucha ilusión publicar un libro y yo la disfruté todo lo que pude. Les tengo mucho cariño a esas dos novelas, más personales que las siguientes, en las que me meto en el género policiaco.
El final del hombre fue toda una revolución al menos en lo que respecta al policía que lidera la trama y es que es trans, parece que te gusta arriesgar y sorprender. Sofía Luna es la protagonista y tiene una segunda entrega El caso de las japonesas ambas serán adaptadas a la televisión pero ¿Cuándo podremos verlas? ¿Cómo surgió la idea de ese personaje?
A un escritor las ideas le llegan muchas veces por casualidad. Fue el caso de Sofía Luna, que surge de una conversación con una amiga que me habla de una inspectora de homicidios inglesa, que cambió de sexo y puso su vida patas arriba. Me gustó el contraste entre la transexualidad y el mundo viril de la policía, me gustó el abanico muy amplio de conflictos que se le abría a mi personaje, así que me puse a investigar y a trabajar en él. Estoy muy orgulloso del resultado, son dos novelas estupendas. Ahora estoy trabajando en el proyecto de adaptación para serie televisiva. Es un proceso lento, no sé todavía cuándo verá la luz. Pero estoy muy ilusionado.
El universo Pleamar
Ahora de nuevo has ahondado en el terreno literario con Pleamar, un libro que es una crítica encubierta a las redes sociales, los youtubers… ¿Qué pensamiento tiene Antonio Mercero acerca de estos nuevos medios de comunicación? ¿Eres tan reacio a ellos cómo lo es Darío Mur?
No soy reacio, creo que las redes sociales ayudan a mucha gente a conectar con otros en varias facetas de la vida. Dan voz a todo el mundo, así que se produce una suerte de democratización de la opinión. Pero hay un reverso tenebroso en todo. Esa supuesta libertad de opinión se convierte en una falacia cuando queremos gustar a toda costa a los grupos de afinidad, cuando tememos el linchamiento. Y el escaparate de vidas perfectas que muestran las redes puede llevar a mucha gente a la tristeza al sentir que sus vidas no son tan felices.
Muchos de los personajes de Pleamar están inspirados en hechos reales o al menos así lo parece ¿Por qué ambientar un libro en este universo?
Como escritor, me parece importante escoger bien el tema de reflexión de la novela. En este caso, quería lanzar una serie de preguntas sobre este nuevo modo de relacionarnos que se ha impuesto en nuestras vidas. O sobre los nuevos criterios que imperan ahora para juzgar el mérito. Los atajos que se encuentran para alcanzar la fama. Creo que vivimos una revolución que está cambiando los cimientos de la vieja sociedad. Me asombra la frivolidad general del mundo, la tiranía de los likes, el deseo de gustar a toda costa. Creo que todo este tema se merecía una reflexión en clave de novela negra.
Martina y Leandra son dos chicas adolescentes, donde solo una es mayor de edad. Ellas han generado una fortuna, gracias a sus vídeos y contenido en redes sociales pero de repente aparecen maniatadas pero lo que más llama la atención es que no piensan que puede ser un secuestro sino un reclamo publicitario ¿de verdad, tan poca credibilidad puede generar un vídeo de ese tipo en un medio social?
La necesidad de llamar la atención en un mundo cada vez más competitivo puede ofrecer ejemplos delirantes, de eso no tengo ni la menor duda. Pero en la novela, la conjetura sobre si ese secuestro es un fake o si está sucediendo de verdad dura apenas una página. Enseguida se impone la siniestra conclusión de que efectivamente las jóvenes han sido secuestradas.
Darío Mur no solo se encuentra ante un caso algo delicado en su carrera, sino que además le toca lidiar con una niña problemática como es su hija Ángela y con un divorcio ¿Pueden que estos factores hayan hecho que Mur esté más reacio en esta investigación?
Darío Mur no entiende el mundo que le rodea, y siente el prejuicio adulto hacia las nuevas formas de popularidad. Pero es un buen profesional y cuando se concreta la evidencia del secuestro se pone a investigar. Es cierto que tiene un conflicto abierto en casa con su hija adolescente, que muestra una conducta que raya con la delincuencia. Vamos, mucho más que una simple edad del pavo.
Aunque la inspección la llevan entre Darío y Nieves González, esta parece tener menos peso en la historia, en cuanto al terreno personal pero ¿sabremos más de ella en otro libro de la serie?
Nieves González tiene una trama personal muy potente también, con un caso de acoso sexual que ha sufrido en sus carnes y que quiere denunciar aunque se dé cabezazos contra el corporativismo policial. Lo que pasa es que la peripecia personal de Darío Mur es mucho más impactante. Le da visibilidad a un tema que todavía funciona como tabú hoy día: los malos tratos de hijos hacia los padres.
Todos parecen sospechosos y es que tienen mucho que callar. La madre no es ajena a los medios porque colabora como tertuliana ¿puede haber sido su carácter el que haya precipitado la carrera de las jóvenes? Porque ellas también se han avergonzado a veces de la actitud de su progenitora, sin embargo, poco se sabe de la relación con el padre y es que él no se preocupa ni sabe que sus hijas han desaparecido ¿A qué se debe esa actitud de despreocupación?
El padre de las jóvenes está preocupado desde el principio, sabe que las han secuestrado porque sus hijas nunca dejan de informar de dónde están y siempre andan conectadas al móvil. Tiene un carácter diferente al de su mujer, una tertuliana deslenguada que saca todo para afuera sin el menor filtro. Él es algo más templado, por carácter y porque tiene secretos que ocultar.
Una de las cosas más impactantes de la novela es que intercala varias tramas, quedando al final la resolución del caso de las niñas en un segundo plano, ¿crees que tu labor como guionista ha ayudado a que la trama no pierda fuerza durante su desarrollo, creando así varias historias con identidad propia? ¿Qué crees que tiene que tener una historia para que no decaiga? ¿Cómo lo haces tú?
Los guionistas estamos acostumbrados a trabajar con varias tramas en paralelo, y en cada una de ellas hay varios giros y un clímax potente. Para que no decaiga una trama hay que dosificar las sorpresas, las revelaciones y la intensidad. Al principio hay que intrigar, en el medio hay que sorprender un par de veces, pero al final hay que impactar. Esto no es fácil, requiere de trabajo, de imaginación y de oficio. Hay que estar dispuesto a llevar a los personajes hasta el límite de la experiencia.
El final de Pleamar deja la trama en un punto álgido, dejando a los lectores con ganas de más porque el final es sin duda, lo más sorprendente y por ello la pregunta es obligada ¿Cuándo volveremos a reencontrarnos con Darío Mur y Nieves González? ¿Estás ya inmerso en ese proyecto?
El final de la trama policiaca sí queda cerrado, y en cierto modo las tramas personales de Darío y Nieves también. Es verdad que la de Darío es muy sorprendente -me lo dice todo el mundo- y que despierta mucha curiosidad sobre el futuro de la relación que mantiene con su hija. Creo que esta pareja de investigadores y la pobre Ángela Mur se merecen una continuación. Ya estoy tramando una nueva aventura.
Y por último, quiero saber cuáles son tus recomendaciones literarias, nosotros lo haremos con Pleamar pero ¿Cuáles son las tuyas?
De lo que he leído últimamente en novela negra o thriller, me quedo con Especie, de Susana Martín Gijón, y con “Mi dulce niña”, de Romy Hausman. De los clásicos, cualquier novela de Patricia Highsmith es siempre una buena elección.
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