Open Spain Media y Estudio Radio han puesto en marcha un canal de Podcast dedicado a la reflexión sobre cuestiones y preguntas de actualidad que los oyentes le hacen a la filosofía, al conocimiento, a la lucidez. Es un programa al nivel de la calle, pero que no renuncia a pensar la complejidad del mundo y a ensayar respuestas, o a veces dudas, muchas dudas, sobre las cuestiones que nos afectan, que nos importan, que nos motivan.
Una persona en la calle pregunta.
Sí, en Lucidez de calle son las personas de la calle las que pregungan. Preguntas muy sencillas. La persona que pregunta puede hacer una introducción al tema, pero la pregunta es aparentemente simple: ¿Qué es el éxito? ¿Son malas las pantallas para la educación en la juventud y en la infancia? ¿Es importante mantener el valor de las promesas? ¿Es mejor un pájaro en la mano, o los cien que vuelan? ¿Qué daño hace ver pornografía? ¿Se aprende más con los ordenadores o con los libros? ¿Es posible ser un héroe? ¿Debemos confiar en algo o sospechar de todo? ¿Por qué insistir en el amor cuando nadie cree en él? En fin, preguntas que se hacen muchas personas, que nos hacemos todos.
Muchas están en el debate diario, en las noticias, son mercancía de los medios de comunicación. Otras son eternas; la clase de cuestiones que jamás caducan. El mundo político, de hecho, se dedica a dar respuestas, muchas veces simplonas (muy distinto de simples) y tergiversadas; hay un interés de fondo, y eso arruina la aventura que es preguntarse y tratar de sabe, daña letalmente la respuesta.
Alguien responde
A la pregunta, el filósofo responde. La respuesta puede ser una duda. No desconfíen de la figura del filósofo. Quizá el nombre asuste; pero un filósofo es solo alguien que ha asumido el deber —se ha arrogado la libertad— de pensar hasta las últimas consecuencias. Su fuerza no está en la Academia, sino en el desinterés: ama el saber y no debe contentar a nadie. Todas las respuestas valen en tanto conecten con la vida: su tarea no es la del pensador, sino la del vividor.
Cada capítulo dura quince minutos. Un cuarto de hora. No se trata de un debate, sino de una respuesta a una pregunta, contestada en toda su riqueza, y con elementos tomados del cine, de la música, incluso de la literatura. La pregunta es una partícula que estalla produciendo esa riqueza: algunas palabras justas, pistas de ampliación, matices. Honramos a Revel y Morin: el mundo es mejor cuando le añadimos complejidad accesible. Demostraremos cómo, a base de rehuir la afectación y querer y respetar al oyente, se puede disfrutar pensando.
Y tú, ¿qué te preguntas? ¿qué duda o planteamiento quieres que motive y provoque la reflexión de David?