‘Mi vida con Alberti’ y sus viudos literarios. Historia de una infamia

Mi vida con Alberti. Para algo llegaste, Altair. María Asunción Mateo. Editorial Berenice

Mi vida con Alberti es un libro de amor y recuerdos, y al tiempo de denuncia de una persecución implacable, ejecutada con las formas de un linchamiento, el de una mujer que se casó con un poeta muchos años mayor que ella. En el lado del amor y del recuerdo, Mateo relata su encuentro primero con Alberti, en un homenaje a Machado, el flirteo y el desplegarse de la pasión. Por momentos, se dirige al poeta, al que recuerda episodios, relata confidencias y elogios que la viuda recibe después de muerto. Por el lado de los recuerdos, anota con detalle viajes a Argentina y a Cuba, encuentros con Sábato o Fidel, y la continua celebración y homenaje que fueron los últimos años de Alberti. Pero el nervio más relevante del libro, hilvanado entre las memorias y los amores, es de la denuncia del acoso al que sometieron a Mateo dos escritores: Luis García Montero y Benjamín Prado, nominados en el mundillo literario como los “viudos eméritos del poeta”.

En Mi vida con Alberti, Mateo demuestra que guarda una memoria precisa de todo lo que cuenta. Escribe, dice, un libro que nunca quiso escribir. Pero una carpeta que cayó sobre su cabeza durante una limpieza, le recuerda las palabras escritas por Rafael Alberti en las que le pedía que escribiera sobre la intimidad de ambos, y le concedía un “permiso para revelar todos mis secretos, los más íntimos y oscuros”. En realidad, no le hacía falta esa patente, porque como escribió Carmen Riera, una de las que se sumaron a la persecución contra Mateo, “nada que concierna a los personajes famosos, y Alberti lo era por méritos propios, puede dejar de trascender al dominio público, y menos si resulta, como en este caso, polémico y hasta morboso”.

Riera utilizaba ese argumento para justificar que se sumara al linchamiento que habían organizado García Montero y Prado, dolidos porque habían sido tachados por Alberti del último tomo de sus memorias. Ellos le achacaban a Mateo el ser la mano negra que los había cancelado. Nada que ver con la realidad. En artículos y conferencias repitieron una y otra vez que Alberti había perdido la cabeza, que estaba en manos de una mujer que lo había convertido en una marca comercial, que había dilapidado su patrimonio, y se había apoderado de los derechos de autor. Le llamaban “la trincona”.

El acoso se trasladó a la ficción cuando, como recuerda Anna Caballé, Luis García Montero y Felipe Benítez Reyes escribieron una novela a cuatro manos, titulada Impares, fila 13. La protagonista es un trasunto de la viuda de Alberti. La novela, publicada en 1996, trata de una mujer joven, pareja de un pintor anciano de melena blanca recién regresado del exilio. Retratan a la mujer como una buscona que se anuncia en la prensa para hacer felaciones a los espectadores del cine, fila 13. En una de esas masturbaciones, matará al concejal de Cultura.

Todo el que leyó la novela sabía de qué iba en realidad. Ataques de un rancio machismo, de dos escritores que suelen aparecer con mucho ruido cada vez que se trata de firmar cualquier manifiesto feminista. Prado llegó a escribir en un reportaje en El País que tres días después de la boda con María Asunción, “fue la última vez que se les vio sonreír, porque a partir de ese instante todo fueron conflictos, malas noticias y sorpresas desagradables”. El relato minucioso de esos años desmiente absolutamente esa infamia. Buena parte de las andanadas contra Mateo se publicaron a través del diario El País, que siempre negó a la escritora el derecho de rectificación. Contestaron con un despectivo “que nos demande”.

A María Asunción Mateo se le han atribuido todas las rupturas y desencuentros de Alberti. Por ejemplo la distancia con su hija Aitana. Manuel Francisco Reina vino a arrojar luz sobre ese episodio, cuando publicó los poemas de Alberti Un nueva temporada en el infierno, fechados en 1978 y agrupados en un mismo título. Aitana se convirtió en enemiga de su padre en 1978, cuando en una entrevista en Interviú puso en duda el compromiso político social y cívico de su padre. Esa acusación resultó para el poeta demoledora, como se puede comprobar en algunos de esos poemas. En aquella fecha todavía no había aparecido en su vida María Asunción Mateo, que no se encontró con Alberti hasta 1983. A Mateo le atribuyeron con prisa el papel de malvada madrastra, pero esos documentos revelan una realidad distinta.

Para despejar las acusaciones de Mateo, Luis García Montero ha arremetido contra Anna Caballé, por haber reseñado el libro. Y esta le ha respondido con certera precisión, que es a Mateo a quien tiene que dirigirse para contestar a párrafos como éste: “a la vez que presumen de firmar todos los manifiestos para combatir el indigno machismo, parte de ellos se han dedicado con desmedido ahínco a desprestigiar a las mujeres elegdidas por hombres insignes para compartir sus vidas, tras la muerte de estos. Mientras vivieron, aquellos permanecieron en silencio y se dedicaron a investigar si las futuras viudas serían fácilmente manejables en sus posteriores decisiones.”. Mateo no parecer muy manejable. El propio Alberti apreciaba su temperamento. Y se pregunta cómo es posible que un personaje como García Montero tenga hoy un cargo. Recuerden que el responsable de tanta podredumbre es hoy director del Instituto Cervantes.

Estoy seguro de que los perseguidores, esos viudos eméritos de Alberti, estarán de alguna forma satisfechos con el libro de María Asunción Mateo. Si su preocupación fundamental era la «desaparición» del poeta, el «acabarán borrándole del mapa» que tanto lamentaba Benjamín Prado en una entrevista, el libro demuestra que más bien al contrario, el trabajo de Mateo devuelve a Alberti al lugar de la figura humana y literaria de talla universal que le corresponde.

Alfredo Urdaci
Alfredo Urdaci
Nacido en Pamplona en 1959. Estudié Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Premio fin de Carrera 1983. Estudié Filosofía en la Complutense. He trabajado en Diario 16, Radio Nacional de España y TVE. He publicado algunos libros y me gusta escribir sobre los libros que he leído, la música que he escuchado, las cosas que veo, y los restaurantes que he descubierto. Sin más pretensión que compartir la vida buena.

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