El proceso de Núremberg. Annette Wieviorka. Traducción de Sandra Caula. Ediciones Rialp
Toda la obra de Annette Wieviorka gira en torno a la investigación de los grandes procesos en los que se ha juzgado la shoah y el antisemitismo. En especial, tenemos que anotar aquí la investigación titulada El proceso Eichmann. Deportación y genocidio, y esta obra que Rialp publica ahora en español sobre El proceso de Núremberg.Para Wieviorka, Nuremberg es realmente el proceso que termina la II Guerra Mundial, porque supone el desmontaje de toda la mecánica de la destrucción del régimen nazi, y por tanto se trata de un juicio con cuyo final comienza la pacificación.
El proceso de Núremberg comienza realmente mucho antes de que se abriera el proceso. Fue el 11 de enero de 1942 cuando los representantes de ocho gobiernos en el exilio y del Comité de la Francia Libre se reúnen en el palacio de St. James para celebrar una conferencia de los aliados. El propósito es poner las bases para castigar los crímenes de guerra. Se proponen castigar a los responsables de los crímenes contra la humanidad, sea cual sea la responsabilidad de sus autores. Fue por tanto en esa fecha cuando nace la idea de un juicio internacional que no se convertirá en proceso hasta terminada la contienda. Como afirma el jurista Me Varaut, «creimos que Núremberg se trata del derecho de un momento – el juicio de crímenes de guerra- pero en realidad se trataba del momento del Derecho». El proceso, en efecto, supone el nacimiento de un nuevo Derecho Internacional.
La segunda innovación del Proceso se refiere a los crímenes contra la humanidad. Toda la arquitectura de la acusación norteamericana se construye en torno al concepto de crimen contra la paz. Para los americanos, lo más importante era ilegalizar la guerra, evitar que los jóvenes de su país no tuvieran que volver a cruzar al océano para salvar la democracia en Europa. El crimen contra la humanidad sólo llegará como una calificación secundaria, «asesinato, exterminio, reducción a la esclavitud, deportación y cualquier acto inhumano cometido contra todas las poblaciones civiles» por motivos políticos, razones religiosas o raciales, que existen sólo en relación con los demás cargos vinculados a la guerra de agresión. Fue un paso decisivo, y las asociaciones judías hicieron un trabajo constante y esforzado por conseguir este avance.
Fue un proceso criticado en los años posteriores como un «juicio de los vencedores». Algunos hubieran preferido un proceso dirigido por jueces alemanes, o presidido por magistrados de las naciones neutrales. Pero los argumentos en contra de Núremberg han ido perdiendo fuerza con el paso del tiempo. La Shoah, el plan de exterminio de los judíos, forma parte de nuestra conciencia colectiva. Y como dijo Edgar Faure, miembro de la delegación francesa: «Teníamos la intención de pronunciar una condena eterna contra la memoria del nazismo y de los seres humanos diabólicos que lo habían encarnado. Con la diferencia de que, para nosotros, la memoria de los hombres y de los crímenes debía ser, mediante esta maldición, no destruida sino, al contrario, cuidadosamente preservada. »
Otra de las cuestiones polémicas es la aplicación del delito de crímenes contra la humanidad solo a los nazis alemanes. Por un acuerdo tácito con los aliados, se eliminaron los crímenes cometidos por los soviéticos. Pero si hoy tenemos capacidad de condenar como crímen contra la humanidad la matanza de Katyn en la que los rusos masacraron a buena parte de la élite del ejército polaco, es gracias a la sentencia de Núremberg.
