‘En el nombre del padre’ (1993) de Jim Sheridan es una película fascinante. Unos jóvenes irlandeses, algo casquivanos, se encuentran con que la policía les acusa de un atentado terrorista del IRA, que ellos no han cometido. Aunque puedan parecer sospechosos, no existen pruebas cocluyentes que lo confirmen. A partir de ese momento se empieza a ver lo que pasa cuando el poder ejecutivo zarandea y engaña al poder judicial, aprovechando un estado de excepción que bloquea al poder legislativo.
La película tiene una actualidad creciente porque expresa lo que le pasa a la gente que tiene mando sobre los demás, cuando aparece una situación que no puede controlar. Entonces los políticos y la policía se empeñan en imponer leyes restrictivas que les permiten abusar con las sospechas, porque están más interesados en una solución rápida para no perder los votantes que les han llevado al poder, antes que solucionar los problemas para los que han sido elegidos. La figura del padre de uno de los jóvenes revela cómo también aparece implicado en el atentado, cuando sólo quería sacar a su hijo del embrollo.
Así se muestra como el evitar la separación de poderes puede conducir a situaciones imprevisibles. También muestra cómo los actos terroristas pueden llevar a cometer errores irrreparables hasta a la gente más avezada en su lucha. La película tiene el atractivo de ver la facilidad del poder ejecutivo gobernante para imponer soluciones a todos, sin contar con las opiniones de los demás, aunque sean sensatas, con el daño consecuente a personas inocentes. Está basada en una historia real, y se ve de corrido