Conocida por sus novelas gráficas muy literarias, la diseñadora recibió el miércoles el gran premio del festival. La francesa Catherine Meurisse, la británica Posy Simmonds y el estadounidense Daniel Clowes: el cartel de los finalistas al gran premio del festival de Angulema tenía, este año, un aire muy cosmopolita. Simmonds es la ganadora. La recordamos como autora de la adaptación libre en comic de Madame Bovary de Flaubert, Lejos del mundanal ruido de Thomas Hardy y Un cuento de Navidad de Charles Dickens.
El premio Angulema para Simmonds es un justo reconocimiento para esta dibujante, que durante mucho tiempo ha permanecido a la sombra de los grandes hombres del cómic. Su obra se contiene en una columna para The Guardian, el diario inglés de centro izquierda con el que colabora desde hace medio siglo- y tres novelas gráficas muy logradas. Simmonds tiene una discreción natural. Es una mujer de aspecto sabio que reserva todas sus picardías para su obra, que trabaja desde los años ochenta. Su notoriedad eclosionó cuando los cineastas Stephen Frears y luego Anne Fontaine decidieron adaptar su obra. Novelas para la gran pantalla. Recordamos a Tamara Drew con las deliciosas Gemma Aterton y Gemma Bovary.
La autora confiesa con satisfacción: «sigo haciendo lo que me encantaba cuando tenía 9 años: crear cómics”. Comenzó joven. Recogió la influencia de la revista Punch desde los 3 años. Fue animada por sus padres, que regentaban una granja en Berkshire, a desarrollar su gusto por el dibujo. Estudió en Francia, y luego regresó a Inglaterra con un dominio fluido de la lengua de Molière.
Se inició en la prensa, en una época en la que los periódicos estaban cargados de dibujos. The Guardian le ofreció estabilidad integrándola en sus páginas femeninas, un laboratorio especialmente fructífero a nivel editorial. La diseñadora creará allí su estilo: “No me interesaban tanto los dibujos políticos, quería mostrar la vida de la gente. Estábamos hablando de divorcio, salario o aborto y resulta que recibí muchos correos de lectores que se reconocían en mis caricaturas”. Observadora aguda, describe una sociedad inglesa que conoce bien: la de los intelectuales y futuros bobos londinenses, artistas y escritores en busca de reconocimiento, a menudo imbuidos de importancia personal y vanidad sexual.
Su humor frío da en el blanco. También impone su estilo único como diseñadora, el que hará que sus novelas gráficas tengan éxito, nacido de una limitación, la del formato impuesto por la vida cotidiana, que le encarga cien episodios para reescribir la novela de Flaubert. La reconocemos por sus tableros repletos de texto que rodean un dibujo extremadamente logrado, hasta los detalles del zapato de un personaje o su forma de tomar té. “La forma en que agarras una taza también dice mucho de ti”, señala esta fina mosca.
El gran mérito de Posy Simmonds es haber atraído al cómic a todo un sector de lectores que hasta entonces no tenían ningún interés por él. En Inglaterra, en 2004, fue la segunda autora de novelas gráficas en ingresar en la Real Sociedad de Literatura, algo así como la Real Academia de la Lengua.