María Negroni:»La idea natural es un mundo en miniatura»

La idea natural. Maria Negroni. Editorial Acantilado.

María Negroni (Rosario, 1951) ha reunido en un tomo los discursos elaborados sobre la naturaleza, desde Lucrecio hasta Annie Lennox, de Wittgenstein a Dereck Jarman. En el prólogo advierte que no es la «idea verde» la que le motiva, sino tan solo el resultado de registrar los diferentes lenguajes con los que ha sido escrita la naturaleza. La naturaleza transformada en discurso, en la literatura, en la ciencia, en las artes: la pintura, la fotografía, la música. El resultado es un deslumbrado conjunto de esfuerzos para «unir lo visible con la enunciable» en busca siempre de la conexión misteriosa que debería dar sentido al mundo.

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-Lucrecio, Plinio, Paracelso, Merian, Pedro el Grande y sus colecciones de fieras y de monstruos, La idea natural repasa una serie de personajes animados por el impulso de encontrar el orden del todo.

La palabra curiosidad es muy importante. Hay un impulso de entender, de ordenar para entender este caos que es el mundo. Una intenta pasar revista a distintos modos de ordenar. Impulsado por una curiosidad, un asombro, por un miedo también. Algo desordenado y descontrolado da cierto temor. Empezando por los científicos y los naturalistas, la idea era encontrar un criterio de unificación. Linneo se va a interesar por la botánica. Buffon va a intentar hacer toda la historia natural. En ese impulso, aparece otra cosa más novedosa: la ciencia, lo que llamamos ciencia, se emociona. Cuando digo que Lucrecio quiere un poema donde la ciencia cante, querría correr hacia la ciencia de la forma en que se la ve. También un científico se emociona ante sus descubrimientos. Son distintas maneras en los que los seres humanos se han vinculado a ese laberinto difícil de descifrar que es la naturaleza. No es un libro sobre la natruaelza sino sobre el modo en que la naturaleza fue escrita. Thoreau por ejemplo se pasa dos años en una choza al lado de un lago. Hay una carta en el libro que le manda su maestro Emerson que le dice, ¡ojo con la escritura! Escribir sobre la naturaleza no es lo mismo que la naturaleza. La utopía es tratar de ser el bosque.

-A Pedro I le interesa la fiera y el monstruo, o Thoreau lo convierte en un programa politico. La idea de la naturaleza nos dice más de los autores que de la physis.

Thoreau y toda su banda es lo mejor de la intelligentsia americana. Representan el individualismo refractario a la autoridad arbitraria. De ahí el Ensayo sobre la desobediencia civil. Son caminos paralelos. Cada uno refleja, cuando se meten con el mundo natural, hablan de sí mismos. Es un espejo la naturaleza. La mirada es sesgada y limitada a la capacidad que tenemos. Ver la naturaleza es difícil. Cuando uno se para frente al mar, por ejemplo, ¿cómo lo vemos? Me viene a la cabeza la idea del jardín. Que es una forma de acotar, de domesticar, de no sé si encontrar un referente más asible. Te haces tu jardín.

-Como Monet en Giverny

Cierto. O Derek Jarman. O Wittgenstein que trabaja de jardinero. O el cineasta Claudio Caldini, que es jardinero desde hace años. No se mueve de un lugar donde hace sus películas de 16 mm.

-Pero el misterio siempre permanece en la naturaleza

La verdadera escritura, la que está más cerca de la poesía es la que formula preguntas a la zona que podríamos llamar la zona muda. No tenemos respuestas para esas preguntas. Son las preguntas que formulamos a sabiendas de que no hay respuesta. Solo podemos mejorar la calidad de las preguntas y esperar que emerja alguna luz. De alguna forma, todos estos intentos van dirigidos ahí. Todos estos intentos van dirigidos ahí. Hay un doble movimiento: ir hacia lo que no se entiende, y tratar de ordenar y catalogar, como si hubiera a haber un descanso. Es una fantasía de control. Pero todo falla, porque el mundo se extiende más allá de lo que podemos controlar.

-Tu forma de escribir recuerda a la densidad de un Borges

Todos somos hijos de Borges. Es la catástrofe más luminosa que le ha ocurrido a la literatura argentina. La densidad de la frase está vinculada con dos cosas. Por un lado biográfico, por el otro, porque yo escribo poesía, y la poesía va al hueso de las cosas. Es mi manera de mirar y escribir. la parte biográfica es que tuve una madre muy asmática. Mi madre no tenía aire para hablar. Siempre tuve la idea de que había que decir la mayor cantidad de cosas con la menor cantidad de palabras. La anécdota es mínima. Trato de construir un personaje de distintas maneras, me meto en la persona como en el Autorretrato de Darwin, o Humboldt. Trato de encontrar los puntos neurálgicos de la vida, donde aparece también la contradicción interna del personaje, el matiz, la contradicción. Y señalarlo con dos o tres pinceladas, y decir qué es lo que me sugiere. Cuando termino el fragmento sobre Humbdoldt digo, y es cierto, que se construyó un simulacro de trópico, acompañado de un camaleón, y escribió un texto en su diario en el que pedía que nadie se comunicara con él. Eso dice mucho del personaje, como si hubiera estado toda su vida huyendo.

Maria Negroni
Marcelo Brito
Marcelo Brito
Nací en 1960 en Matanzas, Cuba. Hijo de gallegos. Crecí entre pocos libros, pero con una curiosidad insaciable. Estudié cine en La Habana y salí de Cuba en cuanto pude porque el mundo era limitado, estrecho, pobre, áspero y poco higiénico, para el cuerpo y para la mente. He colaborado en múltiples publicaciones. Primero en Miami Herald, luego en Caretas de Perú, y ahora en FANFAN.

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