Los exportados. Sonia Devillers. Editorial Impedimenta. Traducción de Eduardo Berti
A partir de la crónica familiar de su familia materna, Sonia Devillers, periodista francesa nacida en 1975, nos cuenta la historia de uno de los episodios más deplorables de la historia rumana contemporánea: el trueque de judíos por cerdos.
La historia que nos cuenta es la de la salida de sus abuelos, bisabuela, madre y tía de Rumanía a París. Una historia que le había sido hurtada por su familia que quería dejar el pasado atrás. La historia bucea en los antecedentes de la familia de Devillers, pero se centra en lo ocurrido a partir de la II Guerra Mundial, con profusas referencias a los grandes intelectuales rumanos de la época: Mihail Sebastian, Eugène Ionesco, Mircea Eliade, Emil Cioran, Serge Moscovici, y algún otro extranjero: Curzio Malaparte. Pero el libro no solo es una crónica familiar sino también un repaso a la historia de Rumanía en estos años oscuros.
Una historia peculiar, pues si bien Rumanía masacró a los judíos durante buena parte de la contienda mundial, en los últimos años de guerra cambió de política, lo cual permitió que unos 800.000 judíos sobrevivieran a la guerra. Entre estos supervivientes estaban los abuelos de Devillers que, simplemente querían tirar hacia adelante como cualquier otro y se veían con fuerzas para ello. En estos tiempos deciden cambiar su apellido para gentilizarlo y eligen para hacerlo el nombre de un personaje de novela, algo así como si un Casamitjana decidiese llamarse Quijano para eliminar sus orígenes catalanes. Mientras tanto los abuelos comienzan a hacer carrera dentro del Partido Comunista y ocupan importantes cargos en la Administración rumana, una sociedad cada vez más controlada por los servicios de información policiales.
Inicialmente, en 1958, el régimen permitió emigrar a los judíos, pero ante la respuesta masiva a esta opción, volvió a cerrarse esta posibilidad ya que la respuesta popular era demasiado humillante para el régimen. Los abuelos de Devillers acabaron cayendo en desgracia. Y aquí entra en escena Henry Jacober, un judío inglés comerciante de productos agrícolas. Los rumanos ansiaban sus productos, pero no tenían con qué pagar. A alguien se le ocurrió que los productos los podían pagar los judíos rumanos a cambio de su libertad.
Fue una historia compleja. Cuando Ceausescu accedió a la Presidencia de Rumanía y conoció los hechos, lo prohibió, pero al poco se dio cuenta que aquello era un negocio increíble y, a pesar que tenía riesgo para la imagen de Rumanía, autorizó las operaciones. Hasta que los israelíes al más alto nivel se metieron por medio. A la muerte de Jacober las operaciones se realizaron directamente entre ambos estados y no se trocaban los judíos por animales sino directamente por dinero que se entregaba en maletas.
Una historia con tintes tragicómicos como cuando los lechones que debían salir de Dinamarca ilegalmente (Dinamarca no quería exportar sus razas autóctonas) eran anestesiados y encerrados en los maleteros de coches diplomáticos para así poder cruzar la frontera. De ahí se iban al aeropuerto más cercano y eran fletados en un vuelo chárter en dirección a Rumanía.
La industria porcina no dejaba de crecer y todo el dinero que generaba, puesto que se dedicaba especialmente a la exportación, iba a una cuenta nominativa del Presidente. La segunda fuente de divisas del estado rumano tras el petróleo.
Luego están las anécdotas de la huida de la familia de Devillers, como el hecho de enviar las fotografías por correo de a poco porque no podían sacar los álbumes de fotografías porque se consideraba que podían ser material para espionaje o el hecho que se llevaron consigo a una perra y esta fue radiografiada en busca de diamantes que hubiesen podido hacer tragar al animal.
Y a los pocos días de llegar a París, nevó en la ciudad y el padre y la hija mayor fueron a dar una vuelta por un París desierto y les hizo una foto un periodista. Una foto que iba a ser portada al día siguiente.
Rumanía era un país donde habían sobrevivido prácticamente la mitad de los judíos tras la II Guerra Mundial. En el momento de la caída del régimen comunista no había judíos en Rumanía. Los habían vendido todos.
Una historia para reflexionar sobre los grandes momentos históricos y sobre sus consecuencias. Sobre lo aparente y sobre lo real.