Si existe una serie de televisión que ilustra lo que para Hobbes era el «estado de naturaleza» esa es Mayor of Kingstown. Hobbes definía ese estado primigenio del hombre como un estado de «guerra potencial» y de anarquía, debido a la inclinación natural que el hombre tiene al conflicto y a la desconfianza que genera el otro por ser «igual a uno». La diferencia con esta serie, que va por su tercera temporada, es que aquí la guerra no es potencial sino abierta, continua, sin tregua. Kingstown es en la ficción una ciudad a orillas del lago Michigan, una ciudad con siete cárceles con 20.000 internos. Una ciudad en la que el poder es un equilibrio precario que se decide en el interior de las prisiones y en el oscuro exterior urbano. El mediador entre ambos mundos es Mike McLusky (Jeremy Renner) que hereda el poder de su hermano Mitch, brutalmente asesinado en los primeros compases de la serie.
Para que el hombre no caiga en la anarquía, decía Hobbes, es necesario un estado fuerte y autoritario, que establezca una relación de soberanos y súbditos. En Mayor of Kingstown el estado se manifiesta en un grupo de policías corruptos que alberga en sus fuerzas especiales a algunos francotiradores adictos al crimen y la violencia, y una oficina fiscal debilitada por los afectos e incapaz de hacer justicia. Taylor Sheridan, el director de esta serie oscura y brutal ha cambiado las grandes praderas de Yellowstone por paisajes urbanos del norte de los Estados Unidos: ciudades envueltas en el vapor industrial, hormigón, callejones oscuros, garitos, puticlubs, arrabales y guerras entre bandas rivales.
En Mayor of Kingstown se hace realidad el sueño húmedo de Alvise Pérez de construir macrocárceles para encerrar a delincuentes con un perfil inmigrante, al modo en que en El Salvador han terminado con las bandas criminales. La ciudad es una guerra de todos contra todos. «Las leyes callan entre las armas» escribe Hobbes. Ignoro si el autor de Mayor of Kingstown ha leído a Hobbes, pero estoy seguro de que la obra del filósofo se puede explicar con un par de temporadas de la serie.
Renner desempeña el papel principal como Mike McLusky, el mediano de tres hermanos que operan en Kingstown, Michigan . Y como explora la mayor parte del primer episodio, el hermano mayor de Mike, Mitch (Kyle Chandler), es conocido como el «alcalde». No tiene ningún título oficial, pero es el criminal mejor conectado de la ciudad y resuelve problemas para agentes del orden, guardias, delincuentes y todos los demás. Es la persona a la que la gente acude cuando necesita ayuda para hacer algo. Y Mike es, en esencia, su músculo.
¿Para complicar aún más las cosas? Su tercer hermano, Kyle (Taylor Handley) es oficial de policía de la ciudad, y su madre, Mariam (Dianne Wiest), da clases en la prisión de mujeres. Sus lecciones versan sobre temas como la trata mundial de esclavos y el verdadero significado de la Guerra Civil. Kyle vive con su mujer, embarazada, que no quiere saber nada de los negocios criminales de su marido y sus cuñados. Mike McLusky heredará la posición de «alcalde». No sabemos casi nada de su pasado, y no lo sabremos hasta la tercera temporada. Tan solo algunas intuiciones en frases perdidas de su madre, en su gesto de cansancio profundo, nos hacen intuir un pasado familiar cargado de violencia, de la que el padre habría sido una primera víctima.
Una ciudad en la ficción
Mientras avanza la serie, el espectador se pregunta si existe un infierno tan oscuro y profundo, si la ciudad que da nombre a la serie existe de verdad. Kingstown, Michigan, no es un lugar real. Dicho esto, el Kingstown representado en Mayor of Kingstown se basa en la ciudad donde creció el cocreador Hugh Dillon, Kingston, Ontario. A Dillon, a quien los fanáticos de Yellowstone tal vez conozcan como el Sheriff Donnie Haskell, se le ocurrió la idea de ser alcalde de Kingstown hace 10 años junto con Sheridan, cuando ambos eran actores que intentaban salir adelante. Kingston, Ontario, el de verdad, tenía nueve prisiones dentro de sus límites, a diferencia de las siete que tiene la ficticia Kingstown. «Crecer en un lugar como ese te hace algo», dijo Dillon a TV Insider. Y sigue siendo, a día de hoy, una de las ciudades penitenciarias más pobladas de Canadá.
Mayor of Kingstown está plagada de personajes trágicos y criminales extremos. El grado de violencia de la serie es brutal, creciente, sin límite. La hermanda aria, las mafias rusas, los negros de la ciudad y los mexicanos, se disputan el reinado en el exterior y en las cárceles. Todo desequilibrio de poder fuera y dentro de las prisiones tiene consecuencias en el otro lado. La venta de droga es la principal industria. Las mujeres no son más que esclavas o testigos mudos e impotentes de la violencia criminal. Todo el mundo quiere huir de Kingstown pero nadie es capaz de evitar la fuerza centrífuga que les lleva una y otra vez al centro de esa pesadilla. Lo mejor es el retrato humano que hace de los protagonistas. Lo peor es que la serie intenta captar la atención poniendo sobre la mesa una cantidad de cadáveres y formas brutales de morir como nunca hemos visto. Mayor of Kingstown es excesiva, despiadada, cruel y adictiva. Ninguna serie había sido hasta ahora capaz de ilustrar lo que será el estado de naturaleza cuando el estado, autoritario o no, deje de tener el control.