I’m Not Everything I Want to Be («No soy todo lo que quiero ser») es un documental basado en los diarios y las fotografías de de Libuse Jarcovjáková, fotógrafa checa que no consiguió reconocimiento hasta la segunda década de este siglo. Un día recibió una llamada del Festival de Arles (Rencontres), que es la gran muestra europea dedicada a la fotografía. «Es lo que estaba esperando desde hace cincuenta años», dijo la checa, como si estuviera segura durante toda su vida de que ese momento iba a llegar. El documental, que se puede ver en Filmin, es un relato de un camino de libertad, desde el socialismo checo y la invasión de Praga a la caída del comunismo. Pero es sobre todo una búsqueda interior y personal de una mujer que encontró en la cámara una forma de autoconocimiento.
Libuse era apenas una adolescente cuando los soviéticos entraron con sus tanques en Praga. En sus diarios, leídos como única voz en off por la propia fotógrafa, Libuse cuenta que quiere entrar en la universidad, pero la rechazan porque su familia no es de confianza ideológica del régimen. Le dicen que lo puede volver a intentar, y se mete obrera en una imprenta. Se va de fiesta con los empleados, toma ron con ellos, les retrata dormidos sobre las pilas de papel. El régimen le llamará la atención: no es la imagen que quieren transmitir. Fotógrafa compulsiva, Libuse retrata la mueca del socialismo.
Klara Tasovska construye un guion con las etapas del camino de libertad de la fotógrafa: las noches en el T-Club, lugar de encuentro homosexuales y lesbianas en Praga. Las fotos de Jarcovjákova son tan frecuentes que la policía le pide colaboración para detener a los asiduos del club. Libuse les entrega dos carretes velados. En el T-Club descubre las relaciones con mujeres. Sobrevive dando clases de checo a emigrantes vietnamitas y africanos: «descubrí un nuevo país sin salir del mío».
Un diario personal fotográfico
Liubise fotografía su propia vida: “En un régimen sin libertades, buscó islas de libertad: clubes gay, turnos de noche en fábricas, pubs, albergues vietnamitas. Lugares donde la gente, desde su punto de vista, vivía sin inhibiciones. Quería pertenecer a ellos y sentirse viva”, añade Tasovská. “La intimidad de estas fotografías surge del hecho de que fotografió lo que vivió. Fiestas, exploración sexual, dudas y depresión”. Un selfie continuo, una sorpresa para quienes piensen que el género es una creación de las redes sociales.
Al revelar sus fotos, se da cuenta de que el retrato del socialismo es una mueca: propaganda y cachivaches sin utilidad, una mentira mal impresa. Insoportable para una mujer que persigue en toda su obra la autenticidad, por dolorosa que sea. La visión poco convencional de Jarcovjáková sobre la Checoslovaquia comunista, así como el compromiso de Tasovská de componer la película enteramente a partir de sus fotos, impresionaron al jurado de Karlovy Vary, lo que resultó en que el proyecto recibiera el Premio de Desarrollo de Postproducción Works in Progress.
Sin intermediarios
“Aquí no hay bustos parlantes, no hay expertos”, dice el productor Lukas Kokeš. “Klára tuvo acceso a todas las fotografías que Libuše ha tomado y a los diarios que ha estado escribiendo desde que tenía 17 años. Realmente puedes mirar a través de sus ojos y estar dentro de su cabeza”. “Casi olvidamos que estamos viendo fotografías inmóviles”, añade.
“Aun así, no tenía ni idea de lo difícil que sería todo este proceso. Hacer una película a partir de fotos es tan complejo y lleva tanto tiempo como hacer una animación”. La obra de la fotógrafa se ofrece sin intermediarios, sin análisis, en bruto. Las imágenes y el texto se funden. El espectador olvida que está ante imágenes estáticas. El relato es minucioso, preciso.
Con más de 70 años, Jarcovjáková confió a la directora “total libertad”, dice Tasovská, lo que le permitió ofrecer una “historia muy universal y contemporánea de emancipación femenina”. “Libuše se negó a tener hijos, a adaptarse a las normas sociales. Lleva 30 años viviendo con una pareja femenina. Se trata de encontrar tu identidad y encontrar la libertad, pero también de vivir de acuerdo con tus propias ideas”, señala Kokeš.
“Esta decisión consciente de una mujer de no ser madre, de no querer tener hijos, a menudo evoca un asombro peculiar. Incluso en una sociedad liberal. Pero, ¿de dónde surge esta idea? Libuše habla abiertamente de estas cuestiones”, añade Tasovská.
Subraya que no se descartaron temas durante la realización de la película, incluidas las menciones a los abortos de Jarcovjáková, uno de los cuales casi le cuesta la vida. “Son temas universales que siguen siendo relevantes hoy en día. Especialmente cuando observamos las tendencias a la vulneración de los derechos de las mujeres en Polonia o en los EE. UU.”. Es una de las razones por las que, a pesar de que la película está ambientada en una época, el equipo cree en la cercanía y la actualidad de su película. “Libuše es un modelo a seguir. No solo para mí, sino potencialmente para todos”, dice Tasovská.
“Tiene 71 años ahora y aún no la han descubierto como es debido. No es inusual, ya que la historia de la fotografía ha estado dominada por los hombres”, dice Kokeš. “Hablamos de una fotógrafa local, pero también planteamos preguntas que todo el mundo puede entender: ¿Cómo se puede abrir paso como artista femenina en un campo dominado por los hombres? ¿Cómo se acepta la propia “otredad”? ¿Cómo se desarrolla una buena relación con el propio cuerpo, aunque según algunos “estándares” no se considere clásicamente bello?”. Y añade: “Para nosotros era obvio que, en lugar de ser un documental aburrido, esta película debía tener un toque atemporal. Después de todo, Libuše empezó a hacerse selfies mucho antes de que se pusiera de moda”.