Marruecos y España son un ejemplo de dos modelos sociales muy distintos, pero a la vez, con estrechos lazos humanos e históricos. El norte de Marruecos no olvida ni renuncia a su pasado como protectorado español, y a pesar del ir y venir político, se mantiene un cierto sentimiento nostálgico, que es precursor de puentes entre dos mundos tan distintos y a la vez tan cercanos.
Sea por el pasado en común o sea porque España es la puerta de Europa, los ciudadanos marroquíes siempre han tenido España como el país de paso donde empezar el proyecto migratorio o el país de destino en busca de un futuro. Si entre los años 1960, 1970 y hasta los principios de los 80, hablar de la inmigración era hablar de movimientos de personas con proyectos, objetivos laborales, personas sin ninguna formación, pero con gran experiencia en sector del campo, la pesca.. Unos pocos, muy pocos, tenían la intención de terminar los estudios universitarios, lo que mayoritariamente se instalaron en Madrid. Hoy en día, los que estamos viendo en la frontera entre España y Marruecos no tiene nada que ver con la idea de un proyecto migratorio, ni la podemos, ni debemos, compararla, ya que la actual situación responde a otros intereses.
España siempre ha tenido la presencia de la inmigración marroquí como un factor natural, donde han destacado más la inmigración económica, que ha sido la más numerosa. Especialmente la inmigración venía de las zonas rurales del norte de Marruecos, que en un principio, hasta finales de los años 80, no suponían ningún problema, con procesos de adaptación exitosos para ambas partes. España recibía trabajadores que cubrían los puestos de trabajo que los españoles ya no querían realizar. Mientras los inmigrantes marroquíes encontraron una vida digna donde por primera vez podían dar educación a sus hijos, sanidad y sobre todo, descubrir la diferencia de vivir como un ciudadano con derechos, a ser un súbdito en un régimen.
Después de los primeros años, a principios de los 80, los inmigrantes marroquíes en sus vacaciones de vuelta a Marruecos fueron gestando el verdadero efecto llamada que hasta hoy persiste. Estos miles y miles de marroquíes trabajadores, mayoritariamente del sector servicios, muestran su opulencia, su poder adquisitivo y la idea de éxito.
Hoy la llamada operación estrecho, ese flujo de miles y miles de marroquíes que regresan desde toda Europa y pasan por España para llegar a Marruecos, es un ejemplo de la dimensión real del verdadero efecto llamada, con un mensaje devastador para cualquier país emisor de inmigrantes.
Hasta aquí podríamos estar hablando de lo normal y natural de cualquier historia migratoria, pero por desgracia la historia migratoria de los marroquíes, que podría haber sido de éxito, se ha convertido en una fisura social. En ocasiones, este flujo migratorio se convierte en una amenaza cuando surgen desde Marruecos elementos de manipulación distintos entre sí que se retroalimentan.
Marruecos no quiere renunciar al retorno de las divisas a ese flujo de millones de inmigrantes esparcidos por toda Europa y España. A finales de los 80, se enviaron agentes para ensalzar el sentimiento patriótico con el fin que los inmigrantes marroquíes y los hijos de estos, o lo que algunos llaman segundas generaciones, desarrollen el sentimiento de arraigo a Marruecos, y por lo siguiente que sus inversiones sean para Marruecos. Entre las muchas figuras que siguieron con este fin, la más destacada ha sido Mohamed Chaib que fundó, por indicaciones del gobierno marroquí, la asociación Ibn Batuta. Este llegó a tener tal capacidad de manipulación en la comunidad marroquí en Cataluña que llegó a ser diputado por el partido socialista. Su ONG, como muchas otras, se centran en ese sentido de arraigo a Marruecos, especialmente, entre los hijos de la inmigración con el único fin, por parte de Marruecos, que repatriar divisas, pero con consecuencias terribles tanto para los más jóvenes como para convivencia, ya que surgen la idea de ellos o nosotros y desaparece esa convivencia serena dentro de un marco común de convivencia.
El otro factor detonante y el más peligroso es por parte de los movimientos y organizaciones islamistas, ya que también han enviado sus líderes religiosos con objetivos muy distintos al gobierno marroquí. Los islamistas vieron dos oportunidades en la inmigración marroquí. La primera era captar más adaptados y expandir el islamismo en contraposición a la democracia occidental. El objetivo es usar la inmigración como instrumento para penetrar en las estructuras sociales y políticas de Europa y de España. La organización que más ha sabido usar a los inmigrantes marroquíes ha sido Hermanos Musulmanes liderada por Mohamed Gauduni. Mientras que en Marruecos, la hermandad estaba ilegalizada, en España fue creciendo y condicionado gravemente la convivencia y asentando la idea del separatismo del infiel, el kofar.
El islamismo ha conseguido, no solamente, la expansión de su ideario, sino también ha roto la convivencia y condicionado la relación de la comunidad marroquí de ser identificada como una comunidad islámica, borrando cualquier elemento cultural social en común con la sociedad española y llegando al extremo de borrar su propia identidad marroquí.
Todas estas manipulaciones y especulaciones por parte del gobierno marroquí como por los islamistas han provocado que la comunidad marroquí residente en España no se conozca por su diversidad ni por su larga historia vinculada con España. Hoy en día identificamos la comunidad marroquí con inauguraciones de mezquitas, por su activismo islamista, su alzamiento del hiyab, todo mediante el distanciamiento a la cultura mediterránea. Una separación que han heredado sus hijos y que están transmitiendo a otras generaciones, marcadas por la desigualdad social y encerradas en barrios guetos españoles, herederos de esa historia común pérdida.