Primeras impresiones de un papado

Si yo fuera un tendencioso gacetillero que se deja llevar por la primera impresión hasta convertirla en dogma de mi propio pensamiento. Si yo fuera un filósofo que estudia cinco años para pasárselos por el forro porque prefiero mi propia verdad. Si fuera un teólogo de mí mismo y canonizara mis ocurrencias porque son las mías y a ombliguismo no hay quien me gane. Si yo fuera un apesebrado a quien le dicen que diga algo contra el Papa…sin duda, sin ninguna duda, sería un asqueroso corrupto de la información; ya que esta no debería nunca estar manchada por prejuicios que no se han contrastado con la realidad. A saber…:

Si, por ejemplo, tuviera cierta tendencia a infravalorar cualquier realidad nacida en Sudamérica; Argentina, Perú…y fundamentara mis impresiones en una superioridad típicamente interiorizada por los europeos, tendría que empezar a mirar mal al nuevo Papa, tal y como sucedió con el anterior porque no era el grandísimo pensador alemán Ratzinger (exageración interesada), aunque el argentino fuera un excelente profesor de Lengua y literatura y un excelente formador de alumnos. Y alguno de ustedes que estuviera atento, seguramente me llamaría la atención por mi poca objetividad.

Si fuera alguien que vive de una subvención norteamericana y esta me dijera que “no nos gusta este Papa”, como ya afirmaron en el canal de Trump, y  hay que tildarlo de pueblerino porque se ha pasado media vida entre los pobres, denunciando la injusticia que viven tantas familias que emigran hacia el norte y se estampan contra un muro, contra una violación, contra un asesinato nocturno por parte de la policía fronteriza con Babel, y yo secundara la orden prescrita por el canal de USA, sin duda, sin ninguna duda, alguno de ustedes que estuviera atento, me llamaría la atención por mi escasa objetividad y por venderme a la dinámica del dinero de los protestantes y tradicionalistas norteamericanos como Viganó y otras especies de corruptos con cruz pectoral. A los hechos, me remito.

Si fuera alguien, que no es el caso, que detesta a las mulas y ve las fotos del padre Bob por los caminos de Chiclayo y además este nombre le recuerda a un chicle y de ahí, barruntando, colijo que el nuevo Papa no es tan bueno, alguien me preguntaría que cómo puedo elevar a verdad mis prejuicios, con toda la razón….

Si además, resulta que me cae mejor santo Tomás, san Ignacio, o san Cecilio, patrón de Graná; y que nunca he soportado un agustino cerca porque san Agustín hizo llorar mucho a su madre, antes de convertirse al cristianismo (que le quiten lo bailao) y, por eso, empiezo una cruzada contra el papado del nuevo León, yo creo que alguno hasta me denunciaría ante la Santa Sede y según el Código de Derecho Canónico por partidista y por escaso conocimiento de las entrañas vaticanas.

Si encima, juntando que es peruano, que lo ascendió “el Francisco ese” que decían que era peronista, rojo, anticristiano y hereje porque rezó ante una virgen nativa que alguien confundió adrede con la pachamama; y que la teología de la Liberación campa a sus anchas por la capilla Sixtina, y eso es una vergüenza…; alguien entre los lectores me preguntaría qué razones me mueven para ensuciar la imagen de un santo Padre de Roma. Digo yo…

Y si ya en el colmo de los colmos, yo fuera uno de esos, que no lo fui; que durante todo el anterior papado ha vivido de manchar  a Francisco porque era jesuita y los jesuitas –dicen– “están fuera de la Iglesia” porque “vaya usted a saber…” qué hacía tomando mate con las madres de la Plaza de Mayo y además no se ponía los zapatos rojos martiriales, ni las diez o doce reliquias que todo Papa debe llevar a cuestas porque así lo dice mi tradición, algún lector con dos dedos de frente pediría mi cabeza, como se la pidieron a uno que yo sé.

Y si fuera un ser absolutamente abyecto; tan abyecto como para publicar cada día mis prejuicios porque alguien me paga por ellos y, de este modo, expando mi bilis contra Bergoglio por todo el orbe de Dios, creyéndome la única y definitiva interpretación de cómo debe ser un Pontífice, tendría que decir porque me viene en gana que León XIV es un bienqueda, porque ya no duerme en santa Marta y porque volverá a las vacaciones de Castelgandolfo; y porque todavía no ha dado ni una entrevista y se le ve más prudente en el verbo que su antecesor en el cargo y “porque la abuela fuma…” dentro del Vaticano…

Después de casi tres años cubriendo diariamente la información vaticana y conociendo a Francisco desde los documentos de Aparecida (leánlos) y desde que era arzobispo de Buenos Aires, ahora les pregunto yo a ustedes si saben cómo se vencen los prejuicios y cómo se puede saber quién odiaba al santo Padre Francisco y quién va a ir, tarde o temprano a por el Padre Bob. Y sigo preguntando…

¿Comprenden por qué es tan importante amar más la verdad que a los inherentes prejuicios? ¿Comprenden por qué es necesario un ejercicio de conocimiento para discernir qué es  verdad y qué es propaganda? ¿Comprenden por qué, cuando Francisco llegó al embudo de los apartamentos pontificios, donde los anteriores Papas no se enteraron de la mitad de la corruptela, se dio la vuelta y se volvió a santa Marta? Piensen por sí mismos. Sólo soy alguien que sabe algunas cosas. Y viva el Papa León XIV, porque un católico sabe que hay un rey de la selva cuidando el puente entre los hombres de buena voluntad. De buena voluntad, he dicho.

Read more

Quizá te gustará leer....

Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.

Verificado por MonsterInsights