Tiene una presentación eficaz, una cabecera que llama la atención y ese nombre, una contradicción en sí misma. ¿Qué es el agua seca? Bien, aquí hay que trabajar un poco con la imaginación. Si metemos gotas de agua muy pequeñas, del tamaño de los granos de arena, en partículas de sílice hidrófobo, obtenemos agua seca. Es decir, que es un agua que tiene la forma de la arena, y se comporta como tal. Se agrupa y se disgrega. Es un material de aspecto similar a la harina. De forma individual, cada grano sería como una croqueta. El interior es el agua. El sílice forma la capa exterior. Fue descubierta en 1968, pero hasta hace bien poco no se descubrieron sus propiedades para retener gases y su utilidad en la lucha contra el cambio climático. Bien, hasta ahí la clase de ciencia. Ahora vamos con Agua seca como serie.
Agua seca
Con este nombre, Agua seca, se nos presenta una serie que tiene las maneras de una de policías y ladrones. Se trata de una coproducción que acaba de ponerse en la cartelera de HBO. Su versión original está rodada en portugués y gallego. El primer capítulo comienza en Lisboa y termina en Vigo. En la trama se adivina que hay un triángulo formado por las dos ciudades atlánticas y alguna derivada en Angola. Nos hablan también de tráfico de armas, y asistimos a una escena en la que nostálgicos del imperio portugués hacen un homenaje a los muertos en las viejas colonias lusas.
El guion se basa en el título para afirma que en la vida, como en la química, las cosas no son lo que parecen. La serie comienza con el suicidio de Paulo, un joven que vive entre Lisboa y Vigo, empleado en la ciudad gallega por una empresa de logística. El dueño de esta empresa es un viejo amigo de su padre. Paulo aparece muerto un domingo entre los contenedores del puerto donde trabaja, a pesar de que ese día no tenía ninguna razón para estar allí.
Verdad y apariencia
Pero la hipótesis del suicidio parece no convencer, ni a la policía (aquí Sergio Pazos hace de comisario jefe) ni a la hermana del muerto. La chica tendrá la confirmación intuitiva de su sospecha al final del primer capítulo, cuando un desconocido irrumpe en el piso de su hermano la noche siguiente a la muerte.
La serie tiene elementos interesantes: la conexión gallego portuguesa, si no me equivoco es la primera vez que aparece en una serie policíaca de esta hechura. También el hecho de se haya rodado en los dos idiomas atlánticos de la península ibérica. Y sin duda también que deje atrás las tramas del narco gallego para entrar en otros terrenos delictivos y novedosos: el tráfico de armas.
Pero a esta primera serie gallega de HBO se le notan demasiado las torpezas y los hilvanes. Algunos diálogos tienen un punto de ingenuidad que hace sonreir al espectador. El trabajo de los actores está verde y le resta credibilidad. La serie avanza con una trama eficaz pero con pasos de trazo grueso. Conviene darle una oportunidad por ver si en los capítulos sucesivos todos estos elementos se asientan. En el primero, la sensación es de que se ha hecho un trabajo poco elaborado, poco preparado, como deprisa y corriendo.