Arenas de Arabia. Wilfred Thesiger. Traducción de Gracia Rodríguez. Capitán Swing
De entre los libros de viajes, hay pocos con más leyenda que este Arenas de Arabia de Thesiger (1910-2003). Más que un viaje es una experiencia radical, porque Thesiger pasó cinco años vagando por lo que los saudíes llaman el «Ar Rub’ Al Khali» o cuarto vacío en su traducción literal (Teritorio vacío), una inmensidad de arena y fuego, una región en la que solo algunas tribus beduinas se atreven a desafiar el sol implacable, o el rigor religioso que amenazaba de muerte a todo infiel al islam que se atreviera a cruzar aquellas tierras. Thesiger lo hizo. Fue testigo de un mundo que ya no existe. Fue barrido por la riqueza del petróleo. Thesiger tuvo tiempo de verlo desaparecer y lamentó aquella pérdida. Su libro es un monumento a un mundo desaparecido, a «un pueblo en tiempos magnífico».
El mundo de los árabes sigue siendo, aún hoy, un mundo de cultura cerrada, cordial en su hospitalidad, pero tan ajeno a nuestros códigos que la perplejidad occidental se torna siempre en desconfianza una vez que se regresa a la vida europea. Esa es mi experiencia. He viajado a Arabia Saudí de forma regular desde 2012. Y suscribo la afirmación de Thesiger, que en la introducción a este libro que nunca pensó escribir, afirma que todos los que viajen a conocer Arabia, a «estudiar geología y arqueología, los pájaros, plantas y animales, incluso para estudiar a los propios árabes» volverán con resultados muy interesantes, «pero nunca llegarán a conocer el espíritu de la tierra ni la grandeza de los árabes».
Porque si alguien busca en las Arenas de Arabia la vida que Thesiger vivió nunca la va a encontrar. Hallará vestigios, rastros, pero aquellas tierras han sido marcadas por las heridas del petróleo y por la «desmoralización que ha causado entre los bedu» (los beduinos) que no concebían un mundo distinto al suyo. «No eran salvajes ignorantes sino todo lo contrario: encarnaban a los herederos directos de una civilización muy antigua, que encontraban en el marco de su sociedad la libertad personal y la disciplina que ansiaban». Gentes que no hacen la más mínima concesión a la debilidad.
Thesiger siente la atracción por el desierto, y capta la oportunidad de explorar el Territorio Vacío en una misión organizada en Sudán por el Centro para el Control de la Langosta en Oriente Medio. Thomas y Philby habían sido los primeros europeos en cruzar ese territorio, en viajes en camello, allá por 1930. Pero todavía quedaban vastas áreas por explorar entre Yemen y Omán. Thesiger comenzará su viaje quince años después.
Largas marchas en camello, costumbres, guerras y recuerdo de sangre y violencia entre tribus, hombres valientes que no tienen más rey que el Dios de los musulmanes, arrestos y prisión, cazadores con halcones amaestrados, desfilan por este relato de aventuras de un mundo remoto, perdido, arrasado hoy por la riqueza. Y siempre la perplejidad, la eterna pregunta de cómo es posible que tribus beduinas insistan en vivir en uno de los lugares más inhóspitos y duros del planeta. «Viven allí porque así lo han escogido» afirma Thesiger, en este, que es uno de los libros más bellos, interesantes y emocionantes de la literatura de viajes.