Belchite, una carrera contra el tiempo

Las ruinas de Belchite han ingresado este año en lista de World Monumet Watch. El Watch es un listado de lugares con patrimonio cultural que enfrentan grandes desafíos. Entre ellos, este año se han incluido la Casa del Maestro de Kiev, en Ucrania, la Costa Swahili en África, la Ciudad Antigua de Antioquía, en Turquía o el Tejido urbano histórico de Gaza. Las ruinas de Belchite han permanecido congeladas en el tiempo durante más de 80 años. Hoy se enfrentan a la amenaza del paso de tiempo y a un clima extremo que va deteriorando paredes y fachadas que necesitan una conservación urgente para consolidarlas.

«No quedará piedra sobre piedra» dijo Dolores Ibárruri, la Pasionaria, después de contemplar con unos prismáticos la evolución de la batalla de Belchite, en la que murieron cinco mil personas en los quince días que duró aquel enfrentamiento, librado en combates cuerpo a cuerpo, casa por casa. Aquella promesa la está cumpliendo el tiempo, con su erosión continuada, y la parálisis de las administraciones, que hacen poco, por no decir nada, por evitarlo.

Belchite fue una ciudad de arquitectúra única, que incluía iglesias (la de San Juan, de la San Martín o a la de los Agustinos), y casas de estilo renacentista, como las que se pueden ver, con las fachadas levantadas, en el inicio de la calle Mayor, por la entrada del Arco de la Villa, una de las tres que tenía la villa, y hoy convertido, ese arco, en punto de ingreso en el Belchite Viejo. Fue un lugar de convivencia entre cristianos, judíos y árabes, con algunos edificios singulares por su estilo mudéjar, estilo fruto de siglos de intercambio intercultural, estilo que hoy está reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Durante la Guerra Civil Belchite fue asediada y destruída. Pero sus habitantes no terminaron de abandonar el pueblo hasta el año 1964. Terminada la guerra, presos republicanos construyeron lo que sería el pueblo nuevo, edificado junto al antiguo. El régimen decidió dejar las ruinas intactas, como lieu de guerre, recordatorio de los horrores de la guerra. Hoy es un lugar de memoria y paz, como reza el lema que el visitante se encontrará en la entrada. La Fundación Pueblo de Belchite organiza visitas guiadas y tiene un programa especial para colegios. Poner a los más jóvenes frente a las consecuencias de las guerras, trabajar con ellos en la resolución y gestión de conflictos, les acerca a una realidad que ven todos los días en la televisión, pero que aquí, en Belchite, se siente en toda su crudeza.

Un paseo por las ruinas nos lleva a una pregunta inmediata: ¿cuánto tiempo aguantarán en pie estos restos, cómo pueden resistir a la lluvia, el viento, el frío intenso del inviertno, el calor abrasador del verano de la estepa aragonesa? Belchite es un lugar imprescindible para comprender y para interpretar las guerras. Y es además un motor económico para la localidad. Más de cuarenta mil personas visitan cada años las ruinas. Y el Ayuntamiento, junto de la Fundación Pueblo de Belchite, ha dado a las ruinas una intensa vida cultural, con un festival de cortos, cursos de fotografía nocturna, festivales de música o exposiciones como la llevó a las ventanas y puertas del pueblo viejo las fotografías de la guerra de Sarajevo de Gervasio Sánchez.

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