De todas las películas de Clint Eastwood, ‘Gran Torino’ puede ser, tal vez, la mejor porque recopila una historia de amor creciente de principio a fin. Es completa, emociona y refleja a la perfección que sentido tiene todo su cine, y su vida norteamericana, de antes y después, Es la historia de un veterano de la guerra de Corea que ha perdido a su mujer por fallecimiento, y tiene que reconstruir su vida cuando ya tiene muchos años y una grave enfermedad.
En un tiempo relativamente breve, debe pasar de un solitario cascarrabias que recuerda los momentos de su vida, especialmente como militar violento, que no puede olvidar lo que le pasó allí, a una persona que intenta resolver de la mejor manera posible, los aasuntos vitales de unos vecinos.
En principio, detesta a todos los que no sean él, particularmente si no son norteamericanos fetén, sino venidos de otros paises, como la familia china que vive a su lado. Pero resulta que él también, como todos los norteamericanos, es de una familia que ha venido de fuera. La identidad USA ha sido siempre de inmigrantes de tantos países que buscaban un mejor acomodo. Y en ese sentido son iguales los padres fundadores que los llegados más recientemente.
Eso une más que separa, como se va viendo a lo largo del filme, a unos más que a otros, como sucede con las bandas de jóvenes violentos, también extranjeros nacionalizados, desestructurados, violentos, que le hacen la vida imposible a los vecinos chinos.
Ahora que se habla tanto de inmigración, si o no, y de los problemas de acomodo que plantea, ‘Gran Torino’ es una película paradigmática de este asunto, muy bien contada. Y de cómo debería cualquiera esforzarse en entender mejor a los demás, sean quienes sean.