Entrevistas

Alejandro Entrambasaguas: una investigación boliviana

Una piensa, en su ingenuidad, que el día que se conoció la noticia de que agentes españoles intentaron entrar en la embajada de México con la intención de proteger la salida del país de ex ministros de Evo Morales, la prensa española desplazaría al país una legión de periodistas de investigación. Saber la verdad de un asunto que provocó una distancia diplomática enorme entre Bolivia y España no es un asunto baladí. Conocer además el porqué de esa maniobra era un asunto de máxima relevancia. Sobre todo porque esa maniobra obscena y sin precedentes se sospecha que era para proteger y cuidar el silencio de ministros que saben mucho de las relaciones entre Evo Morales y Podemos, al menos con Podemos.

Cayetana Álvarez de Toledo:» no soy víctima como mujer; no pertenezco a ningún colectivo»

Tiene un aire quijotesco, una mirada soñadora, y una voz grave que contrasta con su cuerpo, delgado como una nota musical. Las manos. Las manos vuelan durante la conver- sación, hacen gavillas con su pelo, lo recogen, lo sueltan, se abren, y solo reposan cuando escucha las preguntas. Sus manos quietas son dos pájaros en las ramas de un árbol. Caye- tana irrumpió en el periodismo, luego combatió en un PP que abandonaba la batalla de las ideas, y ahora milita en la libertad y la igualdad de los españoles. Cayetana irrumpió en el periodismo con algunos artículos valientes de defensa constitucional frente a las im- posiciones violentas del secesionismo. Regresó al PP con Casado, pero esa es una aventura posterior a esta entrevista.

Leila Guerriero: «la solución a la crisis de los medios es la calidad»

En el saludo entrega una mano firme, grande, que aprieta con fuerza mientras mira a los ojos sin pestañear. Guerriero viene de algún taller de periodismo sobre la Crónica, ese género en el que el periodismo se enreda en los hechos para construir un relato armado con el rigor de lo objetivo y los hallazgos de una mirada subjetiva. En Una historia sencilla, publicada por Anagrama, el tema es la épica de los hombres comunes (“Ésta es la historia de un hombre que participó en una competencia de baile”) En un momento del relato la autora abre un paréntesis para dirigirse al lector: “Un hombre común con unos padres comunes luchando por tener una vida mejor, o en todo caso no más extraordinaria que la de muchas familias pobres. ¿Nos interesa leer historias de la gente como Rodolfo? ¿Gente que cree que la familia es algo bueno, que la bondad y Dios existen?"

Marina Garcés: «lo posible no puede ser una cárcel»

Dice Doris Lessing en alguna de las Conferencias Massey que la especie humana cuenta con una enorme cantidad de información precisa pero no la utiliza para mejorar la vida de la gente. Y añade que seremos recordados por esa paradójica impotencia. Algo similar subyace en Nueva ilustración radical, el libro de Garcés en el que propone una insumisión contra lo que llama la ideología póstuma, la que da por perdida toda esperanza de futuro. La conversación transcurre en la Biblioteca Jaume Fuster de la Plaza Lesseps de Barcelona: un espacio público, un lugar de cultura, una arquitectura abierta a la participación. Uno entiende enseguida que en la elección del lugar hay un mensaje.

Zoe Valdés: «Cuba no será libre hasta que se reconcilie con la verdad»

Fanfan conversa con Zoe Valdés, que acaba de publicar en España Pájaro lindo de la madrugá, (Editorial Algaida), una investigación sobre la figura de Fulgencio Batista, de la que emerge un retrato del político cubano radicalmente diferente al que ha impuesto la propaganda castrista. La novela es un acto de rebeldía contra la usurpación de la historia por la propaganda del régimen, pero también un relato que revela los mecanismos sobre los que se asientan y perviven las dictaduras.

Victoria Subirana, la maestra en Katmandú

Ríe. Ríe como las personas que han llorado mucho. Cuando el relato se hace crudo la risa crece. Cuando cesa, es que todavía llora por ese tramo de su vida que aún duele. Pero eso solo sucede en un punto de la conversación. Mira con atención. Y si en la conversación aparece una copla o un fandango, se desnuda de su acento catalán y canta con aire flamenco. Ha cumplido treinta años como maestra en Katmandú, en el Nepal más pobre.

Rosa María Calaf: «Vivimos en un continuo simulacro»

“Ahora todo es un simulacro. Estamos en un permanente simulacro”, dice Calaf. Nos sentamos junto a una chimenea de troncos fingidos, eternos. Un fuego de gas simula un entrañable hogar, un rincón íntimo. Las llamas acarician unos leños indiferentes al fuego. Nos hemos citado en el Club Financiero, alturas de Madrid. Fuera sopla un ventarrón frío y desapacible, y la terraza de club es como un mascarón que tiembla en medio de la tempestad. La charla discurre por los senderos de la vida de Calaf, que nació con un atlas bajo el brazo.

Betty Garcés, la soprano que vino de la salsa

Primero fue escuchar su voz soberana en una sala del Real. Madrid se apagaba en el incendio de julio tras la cristalera de los altillos del teatro. Betty volaba por Puccini, por Granados, por Sor Juana Inés de la Cruz, y terminaba el recital con requiebros pícaros en la Romanza de Cecilia Valdés, entre aromas de habanera. La soprano venía del Corral de Comedias de Almagro, de evocar el Siglo de oro en las dos orillas, la americana y la española: Lope de Vega, Góngora, Quevedo y Sor Juana. Llega a la cita vestida de domingo feliz, con el color exótico del trópico, frutal y luminosa como un puesto de helados a orillas del Caribe. La soprano habla con una voz de color oscuro, y redondea las erres del español hasta dejarlas curvas y doradas, como los adornos de un retablo barroco.
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