La gran hambruna en la China de Mao. Historia de la catástrofe más devastadora de China (1958-1962) Frank Dikötter. Editorial Acantilado.
El Gran Estado. Timothy Brook. Alianza Editorial
La tragedia de la liberación: Una historia de la revolución china (1945-1957) Frank Dikötter. Editorial Acantilado
Cartas de Sangre. La historia jamás contada de Lin Zhao, mártir en la China de Mao. Lian Xi. Editorial Encuentro
No se trata de un método para aniquilar personas, sino de un pedazo de la historia del siglo XX. Cuando se establece el ránking de tiranos suele aparecer en primer lugar Hitler. Le sigue Stalin, y a una cierta distancia se evocan los casos de Pol Pot y los tiranos del cono sur: Videla y Pinochet. Pero cuando se conoce la historia a fondo, el que se lleva todos los honores es Mao Ze Dong, o Mao Tse Tung, como se le conocía en el siglo pasado. En ese artículo queremos comentar algunos de los libros que han cambiado, para siempre, la mirada histórica sobre un régimen que pervive en la dictadura capitalista china, la más tecnificada y perfecta de cuantas dictaduras ha conocido la historia de la humanidad. Hablamos de Mao, un hombre que a sus 24 años escribió lo que sigue: «Rechazo toda moralidad, rechazo la conciencia, rechazo cualquier responsabilidad hacia los demás… Soy absolutamente egoísta y no me importan los sentimientos de la gente».
La gran hambruna de China
Mao lo llamó el Gran Salto Adelante. La propaganda comunista china prometía crear el país de la abundancia. China iba a superar al Reino Unido en creación de riqueza. La fuerza de trabajo de cientos de millones de chinos iban a transformar la industria y la agricultura. El resultado fue un descenso a los infiernos que costó la vida a más de 45 millones de personas. Para llegar al «paraíso comunista» todo se convirtió en colectivo. Los campesinos perdieron sus tierras, la comida se repartía en las cantinas. Poblaciones enteras fueron trasladadas a otras regiones, cientos de miles de obreros fueron desplazados para construir obras de regadío.
Hasta ahora Mao y su régimen se habían librado del podio de los tiranos genocidas gracias al desconocimiento de ese periodo de la historia de China. La apertura de los archivos, el examen de miles de informes y documentos, han permitido al profesor Dikötter reconstruir la historia y cambiar la percepción de lo que fue el Gran Salto Adelante. El gran salto al abismo.
El hundimiento de un sistema
El libro no es solo el relato pormenorizado, con casos con nombres y apellidos e historias concretas del enorme sufrimiento que padeció China. Es también la crónica del hundimiento de un sistema económico y social. En esta primera fase murieron 45 millones de personas, los nacimientos se redujeron, el sistema productivo se hundió, millones de campesinos huyeron a las ciudades, para ser luego enviados de vuelta al campo.
Para frenar la oposición de los críticos, Mao lanzaría la Revolución Cultural, una gran campaña para poner el país del revés y eliminar a los que asomaban como opuesto a su carismático liderazgo. Los libros de Dikötter son un gran antídoto contra cualquier tentación de planificación central y colectiva. Pero también son una muestra de cómo el poder es capaz de controlar sociedades que están dominadas por el miedo, el hambre y el terror. No se puede entender la revolución cultural sin comprender lo que fue el Gran Salto Adelante. Como explica Juan Chang en su biografía de Mao, el tirano fue el único dirigente que acumula la responsabilidad de setenta millones de personas en tiempos de paz.
Las Cartas de Sangre de Lin Zhao
Después de la hambruna llegó la Revolución cultural, un invento de Mao para aniquilar toda oposición política, toda crítica que pusiera en cuestión lo que decía la propaganda del régimen y el culto a su personalidad. En ese contexto revolucionario se enmarca la historia de Lin Zhao, poeta y periodista china detenida por el régimen en 1960. Zhao fue ejecutada ocho años después.
Durante sus años de prisión se mantuvo firme en sus creencias y en su fe cristiana. Dejó un puñado de escritos, anotados con tinta hecha de su propia sangre. La de Zhao es una figura compleja, de un heroísmo radical e incuestionable, que la convirtió en una de las figuras más influyentes entre la disidencia china. Las cartas de sangre escritas durante su cautiverio constituyen, como escribe Zhao en uno de sus textos, «una contundente acusación de estos ladrones totalitarios».
El Gran Estado de Timothy Brook
El más actual de los libros que estamos comentando es el de Timothy Brook, experto sinólogo de la Universidad de Columbia, que ofrece una visión desmitificadora de la gran potencia del siglo XXI. Brook dice de su libro que cuenta «la Historia de China de una manera que no coincide con la de sus libros de texto. Preveo cierto escepticismo y, también, cierta hostilidad. Porque, al centrarme en los mongoles, algunos chinos pueden pensar que estoy atacando su idea de que no hay elementos extranjeros en el país, de que China ha sido siempre un país puramente chino. Y eso es parte de la ideología del régimen de Xi Jinping, que se basa en la idea de que China es un país coherente, estructurado, que siempre ha existido y que es una fuente de estabilidad en el mundo. Al régimen de Xi no le gusta la Historia, porque la Historia es diversa, contradictoria, y divisiva».
China es hoy un poder naciente hacia fuera y mucho más represivo hacia dentro, de una eficacia tecnológica en el control y en la represión como jamás se ha conocido en la historia de la humanidad. Y añade una observación sobre la guerra contra las minorías religiosas: «si ha habido una ideología en la Historia china, es esa idea confucionista de la deferencia que le deben al país otras potencias mundiales. Aunque no ha tenido guerras religiosas, China ha suprimido de manera continua levantamientos religiosos a lo largo de su Historia, lanzó dos guerras contra los musulmanes en el siglo XIX, y lo que está haciendo en Xingiang [donde viven los uigures] es, para mí, una guerra de religión, porque poner a millones de personas en campos de concentración por el hecho de ser musulmanes es una guerra»
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