Hay gente que le dice a Mortimer que tiene mucha cara, porque lo que dice se entiende. ¿Cómo es posible?, si vivimos en una de las sociedades más conectadas a la cultura de la desconexión. Pasa mucho con las series que ponen en la tv: que la historia que se podría ver en hora y media, se alarga a seis u ocho episodios, por no decir a doce o dieciséis, para intentar mantenerte tiempo y tiempo pegado a la pantalla, y que no pienses en otra cosa, mientras te atufan con los anuncios
O la manía de reducir a tres letras cualquier concepto, como esg, app, pin o sms, entre una multitud de apóstrofes, muy marketinianos, que intentan simplificar la transmisión de lo que se quiere decir, sin que casi nadie sepa realmente lo que significan. Y no digamos los emoticonos: tú pones una cara enfurruñada y eso significa que no te gusta lo que te han mandado, o que estás triste porque te ha dejado tu novia, o que se vaya a paseo el que te ha mandado ese texto, pensando que te interesaría y lo leerías.
La cultura de la desconexión tiene el efecto de que todo el mundo quiere decir algo, pero nadie está dispuesto a escuchar lo que te dicen. Incluso la política o el fútbol se están volviendo así. ¡Que difícil seguir un partido en el que todo el mundo sabe pasarse el balón de un lado a otro del campo, sin esforzarse mínimamente por meter un gol en la portería y así sobrevivir al aburrimiento del empate.
O la política, ni te digo. Qué difícil resulta saber lo que está pasando, aunque nos enseñen constantemente en los diversos medios de comunicación los dimes y diretes de los políticos, sobre todo qué difícil entender a los que dicen una cosa y luego la contraria. Está todo meridianamente claro, pero solo para ellos.