‘Caballero sin espada’ (1939) de Frank Capra es una película que retrata muy bien cómo se genera la corrupción entre los políticos demasiado ambiciosos y seguros de su poder. Narra la llegada al Senado de Estados Unidos de una persona nueva, sin experiencia política y con ganas de hacer algo bueno para la gente, que sustituye a un fallecido.
Magnífico James Stewart en ese papel de novato que va descubriendo los entresijos de la vida pública, a través de los enfrentamientos con otros políticos más avezados en nadar y guardar la ropa, con tal de mantenerse en su puesto todo el tiempo posible, aunque eso suponga renunciar a los ideales y pactar el modo de llevarse el dinero de los contribuyentes a sus bolsillos, sin que se sepa, ni se note, demasiado.
Llama la atención la actualidad del relato, escrito y rodado hace casi un siglo, pero que mantiene el interés de cualquier espectador actual, ante lo que se puede ver reflejado en cualquier momento de hoy. Particularmente la cacería del novato por parte de algunos para desacreditarle con insultos y falacias sobre su persona, totalmente inventados, pero que algunos necesitan para tratar de quitarle de enmedio y que abandone la política y el puesto de senador para el que ha sido elegido.
Cuando está a punto de abandonar, porque no resiste el peso que le han cargado falsamente, surge el papel de su secretaria, secretamente enamorada de él, ‘in crescendo’ desde considerarle un patán , que no pega para ese puesto, hasta percibir que su modo de hacer es lo que necesita la política norteamericana para salir adelante en aquellos momentos inciertos. Magnífico Capra para siempre.
