Pensamientos y reflexiones. Selección de citas célebres. Dostoievski. Ediciones Rialp
Dostoievski. Virgil Tanase. Traducción de Laura Claravall. Editorial Libros del subsuelo
Una historia desagradable. Dostoievski. Editorial Nórdica. Traducción de Marta Sánchez-Nieves. Ilustraciones de Kenia Rodríguez
Temía no ser digno de las miserias que le aquejaban y de los dolores que sufría. No eran pocos. Perdió un hijo, Alekséi a la edad de tres años. Esa muerte, herida permanenete, la evoca en Los hermanos Karamázov, en el llanto de la madre a la que se le muere otro niño con el mismo nombre. Padeció epilepsia, y era un consumado ludópata. Siempre cargado de deudas. Escribió hasta la extenuación para pagarlas. Su vida y su literatura está empapada de cristianismo. Si, presintió la muerte de Dios y el ensayo del hombre como dios. En su tumba, su viuda escribió la misma frase que preside el comienzo de Los hermanos Karamázov: «si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; más si muerte dará mucho fruto» (Juan,12,24)
Son muchos los que aseguran que la lectura de las novelas de Dostoievski les cambió la vida. Entre ellos el profesor Jordan Petersen. La profundidad psicológica de los personajes del escritor ruso es probablemente la que más nos ha revelado del alma humana en la literatura de estos dos últimos siglos. No hay nadie como él. En sus obras se puede encontrar un mapa de la inmensa y amorfa alma humana.
«Soy un hombre enfermo, soy un hombre despechado. Soy un hombre antipático». El remordimiento, la duda, el drama personal. Memorias del subsuelo es la crónica, ficticia, de un hombre desgarrado incapaz de asimilar los avances sociales, los cambios tecnológicos. Un funcionario que llega a la conclusión de que lo mejor es no hacer nada y vivir en el subsuelo.
El mismo Dostoievski había pasado cuatro años «silenciado dentro de un ataúd», como le escribe en una carta a su hermano Mijail. De 1850 a 1854 cumplió condena en Siberia como preso político, en la remota Omsk, a tres mil kilómetros de San Petesburgo. Fue encerrado en campos de trabajo, acusado de participar en una conspiración contra el zar Nicolás I. Dentro de la desgracia tuvo suerte: la condena fue a muerte, se simuló su fusilamiento y el del resto de condenados, pero fue conmutada por trabajos forzados.
Todo esto se narra en Memorias de la casa muerta. Un entierro en vida. La obra, para evitar problemas con la censura, se presenta como el relato, en primera persona, del difunto Alexánder Petrovich Goriánchinov. La obra no es solo una crónica de la vida en prisión sino un estudio de la mentalidad criminal y de la psicología carcelaria. Dostoievski comprueba que el hombre, denostado, degradado hasta el límite, sobrevive. Las Memorias inauguran un género, el de las memorias de presidio, que se hará tristemente famoso durante todo el siglo XX.
Dios y el alma inmortal
La gran lección de su obra es cómo en las peores circunstancias, de enfermedad, desesperanza, de heridas que supuran, el hombre puede no solo sobrevivir sino crear obras maestras. Una lección de resiliencia que resulta actual, porque explora las habitaciones más oscuras y lóbregas del alma humana, de la propia y de las ajenas. El centro del pensamiento de Dostoievski es la necesidad de Dios y la fe en la inmortalidad del alma. Para el escritor, el socialismo humanitario es el preludio del ateismo.
Lo humano, para Dostoievski, tiene siempre una perspectiva de trascendencia. En este sentido es muy clarificadora la colección de Pensamientos y reflexiones de Dostoievski, selección de citas célebres que ha editado Rialp. El libro está repleto de latigazos, destellos de una inteligencia sentiente, que diría Zubiri, como este en el que anuncia nuestro tiempo: «en nuestros tiempos se escupe hacia todos los principios. No hay principios, sino casos particulares.»
Una historia desagradable
En la ola de este bicentenario se publica también Una historia desagradable. Dostoievski lo escribió después de un viaje a España. En un contexto histórico posterior a la reforma emancipadora de 1861 en Rusia, y tras beber de más con dos colegas funcionarios, el protagonista, Iván Ilich Pralinski, expresa su deseo de una filosofía de la bondad.
Al marcharse de la reunión inicial, Iván se da cuenta de que su cochero se ha ido y decide caminar. Pasa por casualidad frente a una casa donde se celebra la fiesta de casamiento de uno de sus subordinados. Decide practicar su filosofía y entra en la fiesta. Aquí hay humor. No todo en Dostoievski es oscuro.
Muy interesante también es el Dostoievski del rumano Virgil Tanase (Libros del subsuelo). La biografía del escritor es la de un hombre sometido a pruebas terribles, que le llevan a sumergirse en los ámbitos más ocultos de la personalidad, en la que se alojan los mecanismos de la conducta. Escribe Tanase sobre los personajes de Dostoievski: «no debe sorprendernos que estos se le parezcan, tan profundamente asombrosos cuando rozan el misterio de la existencia, tan ordinarios en la vida cotidiana, en la que son, al igual que él, un ser como cualquiera de nosotros».
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