El mes más largo de la literatura alemana

Febrero de 1933. El invierno de la literatura. Uwe Wittstock. Traducción de Berta Vias Mahou. Editorial Ladera Norte

Es difícil imaginar que solo treinta días puedan contener tanto pánico, tanto exilio, tanta lucidez condensada en papel. Y sin embargo, febrero de 1933 fue un mes que cambió para siempre la literatura alemana —y, por extensión, la cultura europea—. Uwe Wittstock reconstruye con rigor, dramatismo y una sorprendente agilidad narrativa ese invierno siniestro en el que los escritores alemanes más brillantes se convirtieron, de la noche a la mañana, en fugitivos del Reich.

Febrero de 1933

El 30 de enero de 1933, Adolf Hitler fue nombrado canciller de Alemania. Lo que aún no era el Tercer Reich ya tenía todos sus ingredientes sobre la mesa: terror, propaganda, violencia callejera organizada, censura, listas negras y un odio metódico contra toda forma de pensamiento libre. El incendio del Reichstag, el 27 de febrero, ofreció el pretexto para declarar el estado de excepción. A partir de ese instante, la policía de Hermann Göring, y poco después la Gestapo, tenían carta blanca para detener a cualquier disidente.

Es en este contexto donde Wittstock pone su lupa: no en la macrohistoria política, sino en el efecto devastador que tuvo este mes en los escritores. El autor se centra en un mosaico humano e intelectual que da vértigo: Bertolt Brecht, Thomas Mann, Erich Kästner, Alfred Döblin, Anna Seghers, Joseph Roth, Else Lasker-Schüler o Stefan Zweig. Cada uno reacciona de manera distinta, con miedos, intuiciones o negaciones.

El hundimiento de la cultura más rica de Europa

Wittstock no fantasea. Construye su relato con materiales de archivo: cartas, diarios, memorias, artículos de prensa. Por ejemplo, el 17 de febrero, Thomas Mann da una conferencia en Múnich sobre Sufrimiento y grandeza de Richard Wagner, en la que menciona, apenas veladamente, su inquietud por el futuro. Menos de dos semanas después, su familia saldrá del país hacia Suiza. El día 28 de febrero, Bertolt Brecht escribe en su diario: «Me voy. No tengo alternativa. Nadie la tiene».

Uno de los grandes logros del libro es su estructura. Wittstock opta por una narración casi de calendario: día a día, nos va llevando por Berlín, París, Viena, Zurich o Ámsterdam, siguiendo los pasos apresurados de los exiliados. Esa urgencia narrativa convierte el ensayo histórico en algo que roza la novela de espionaje. Hay estaciones de tren al amanecer, manuscritos escondidos entre ropas, llamadas a redacciones amigas, visados improvisados, pasaportes dudosos y miedo en los cafés. Pero también hay momentos de resistencia: revistas clandestinas, editoriales en el exilio, redes de ayuda. La literatura alemana, aunque golpeada, no fue silenciada.

Hay algo profundamente conmovedor en asistir al desmoronamiento de una de las culturas más ricas de Europa a través de los ojos de sus creadores. Muchos de ellos no regresarían jamás. Otros volverían años después a un país irreconocible. Wittstock no se deja arrastrar por la melancolía, pero tampoco oculta la tragedia: la cultura alemana de entreguerras, con su vibración intelectual y su pluralidad estética, fue arrasada en menos de un mes. Lo que vino después fue propaganda, consignas, papel manchado de ideología.

Fechas clave del mes que cambió la literatura alemana

30 de enero de 1933
Adolf Hitler es nombrado canciller del Reich por el presidente Paul von Hindenburg. Comienza la institucionalización del terror.

1 de febrero de 1933
El nuevo gobierno disuelve el Parlamento. Se convocan elecciones para el 5 de marzo. La campaña se convierte en una caza del opositor.

4 de febrero de 1933
Se aprueba el decreto para la protección del pueblo alemán, que permite prohibir prensa, mítines y publicaciones “antinacionales”.

10-15 de febrero de 1933
Los primeros intelectuales y escritores comienzan a exiliarse. Brecht, Seghers y Döblin abandonan Berlín. Thomas Mann sale hacia Suiza poco después.

17 de febrero de 1933
Thomas Mann pronuncia en Múnich su célebre conferencia sobre Wagner. Es su última aparición pública en Alemania durante más de una década.

27 de febrero de 1933
Incendio del Reichstag. El gobierno acusa a los comunistas. Se desata la ola de detenciones masivas.

28 de febrero de 1933
Se promulga el Decreto del Incendio del Reichstag, que suspende derechos civiles y habilita la censura y la detención sin orden judicial. Es el fin del Estado de Derecho en Alemania.

Marzo de 1933
Comienza el exilio literario alemán. En los meses siguientes, se fundarán editoriales en el exilio, revistas antifascistas y redes culturales en París, Ámsterdam y Zúrich.

Febrero de 1933 es un libro preciso, necesario y, a pesar de su tono sobrio, profundamente literario. No es un ensayo más sobre el nazismo: es la crónica del momento exacto en que el lenguaje empezó a huir. Y en esa huida —como nos recuerda Wittstock— se gestaron algunos de los textos más intensos, desesperados y valientes del siglo XX.

Perfecto. Aquí tienes una lista de los autores principales que aparecen en Febrero de 1933. El invierno de la literatura de Uwe Wittstock, acompañada de las obras más relevantes que escribieron en 1933 o durante su exilio posterior, cuando ya habían sido expulsados —de hecho o de espíritu— de la Alemania nazi. La selección está enfocada en mostrar cómo el trauma del exilio, la censura o la persecución se reflejó en sus obras literarias.

Autores y obras vinculadas al exilio tras febrero de 1933

1. Thomas Mann (1875–1955)

Obra destacada en el exilio:

  • Joseph und seine Brüder (José y sus hermanos, 1933–1943), tetralogía bíblica escrita en Suiza y EE. UU.
  • Lotte in Weimar (1939), sobre el exilio interior y el legado de Goethe.
  • Doktor Faustus (1947), una alegoría de la decadencia espiritual alemana bajo el nazismo.

2. Bertolt Brecht (1898–1956)

Obras clave tras el exilio:

  • Furcht und Elend des Dritten Reiches (Terror y miseria del Tercer Reich, 1935–1938), escenas teatrales sobre la vida cotidiana bajo el nazismo.
  • Mutter Courage und ihre Kinder (Madre Coraje y sus hijos, 1939), escrita en Suecia y Dinamarca, crítica feroz a la guerra.
  • Flüchtlingsgespräche (Conversaciones de refugiados, publicado póstumamente en 1961), diálogo filosófico entre exiliados.

3. Joseph Roth (1894–1939)

Obras del exilio:

  • Die Flucht ohne Ende (La huida sin fin, 1927), premonitoria, pero reeditada con fuerza en el exilio.
  • Die Kapuzinergruft (La cripta de los capuchinos, 1938), sobre la desaparición del Imperio Austrohúngaro y el hundimiento de Europa.
  • Das falsche Gewicht (El peso falso, 1937), parábola moral y crítica del orden.
  • Die Legende vom heiligen Trinker (La leyenda del santo bebedor, 1939), escrita poco antes de su muerte en París.

4. Erich Kästner (1899–1974)

Obra bajo vigilancia:

  • Se quedó en Alemania bajo estrecha vigilancia. Sus libros fueron quemados públicamente en mayo de 1933.
  • Publicó con seudónimo en Suiza.
  • Der kleine Mann (1938), literatura infantil que contiene alegorías contra la autoridad.

5. Alfred Döblin (1878–1957)

📌 Obras del exilio:

  • Pardon wird nicht gegeben (No se concede el perdón, 1935), crítica al militarismo prusiano.
  • November 1918 (1948), tetralogía sobre la revolución alemana y los orígenes del fascismo.
  • Se exilió en Francia y luego en EE. UU., regresando tardíamente a Alemania.

6. Anna Seghers (1900–1983)

Obras clave en el exilio:

  • Das siebte Kreuz (La séptima cruz, 1942), publicada en el exilio mexicano; novela sobre la fuga de prisioneros de un campo nazi.
  • Transit (1944), escrita en Marsella y México, sobre el absurdo y la angustia de los refugiados atrapados entre fronteras.

7. Else Lasker-Schüler (1869–1945)

Obra del exilio:

  • Mein blaues Klavier (Mi piano azul, 1943), poesía melancólica escrita en Jerusalén.
  • Su lírica se volvió más mística y desarraigada tras su exilio a Palestina.

8. Stefan Zweig (1881–1942)

Obras del exilio:

  • Die Welt von Gestern (El mundo de ayer, 1942), sus memorias, escritas en Brasil, sobre la Europa perdida.
  • Schachnovelle (Novela de ajedrez, 1941), relato claustrofóbico sobre la locura y el totalitarismo.
  • Se suicidó junto a su esposa en Petrópolis, incapaz de soportar el colapso de la civilización europea.
Marcelo Brito
Marcelo Brito
Nací en 1960 en Matanzas, Cuba. Hijo de gallegos. Crecí entre pocos libros, pero con una curiosidad insaciable. Estudié cine en La Habana y salí de Cuba en cuanto pude porque el mundo era limitado, estrecho, pobre, áspero y poco higiénico, para el cuerpo y para la mente. He colaborado en múltiples publicaciones. Primero en Miami Herald, luego en Caretas de Perú, y ahora en FANFAN.

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