‘El viaje a ninguna parte’, el oficio de cómico visto por Fernando Fernán Gómez

La primera gran ganadora de los Goya en 1987

El viaje a ninguna parte’ es una película divertida. Es lo primero que quiero destacar. Y lo segundo es que se trata de una película con un reparto de lujo. Premiada en los primeros premios Goya, 1987 (mejor película, mejor guión y mejor dirección), nos introduce de lleno en el mundo de los «cómicos», esos seres mitad «titiritero» mitad «profesional como la copa de un pino», que recorrían en carros y carretas la profunda España de la posguerra.

José Sacristán como Carlos Galván en «El viaje a ninguna parte»

También es preciso mencionar el estupendo trabajo de José Sacristán como Carlos Galván, así como el de todo el grupo de los «Galvanes», como les llama «el del cine», Solís, (Simón Andreu) el personaje algo odioso que cada equis tiempo viene a recordarles que su oficio está muriendo ante el surgimiento de una industria poderosa y futurista llamada cine.

Los actores son de lo mejor del cine español del momento. Asi, citamos a José Sacristán (Carlos Galván), Laura del Sol (Juanita Plaza), Juan Diego (Sergio Maldonado), María Luisa Ponte (Julia Iniesta), Gabino Diego (Carlos Piñeiro), Núria Gallardo (Rosita del Valle), Fernando Fernán Gómez (Don Arturo), Queta Claver (Doña. Leonor), Agustín González (Zacarías)

Cuando te aparece un hijo gallego cuya existencia ya ni recordabas

El hijo en cuestión le aparece a Carlos Galván (José Sacristán) y se trata, nada más y nada menos, que de un brillante Gabino Diego. Nadie como él para hablar en gallego y aparentar un labio salido que le afea y que su padre le insiste en que meta para dentro. «Ponte recto, mete el labio, que se vea bien un buen mozo como tú en el escenario«. Más o menos eso le dice su padre, que quiere a toda costa que su hijo siga su oficio de «actor».

Gabino Diego. Foto movistar +

Y el hijo insiste en que quiere ser administrativo y que lo del teatro no le gusta, porque todos parecen ridículos al actuar, incluido su abuelo, Fernando Fernán Gómez, Don Arturo. Pero es que los «Galvanes» no pueden permitirse una boca más que alimentar, así que esa «boca» tiene que hacer algo, ayudar al menos a montar el espectáculo.

El otro problema que representa el hijo gallego es que no hay cama para él, así que tiene que dormir con su padre, lo cual implica que éste no puede dormir con su novia. Esto a la larga creará un problema de pareja, que unido a otros factores desencadenará en una ruptura sentimental que a Carlos no le hace ningún bien e incrementa su sensación de soledad y su frustración.

Por otra parte, para que el hijo, Carlos Piñeiro, se quede con la compañía, a su padre no se le ocurre mejor idea que pedirle a una de las chicas, la más joven, que lo «caliente» un poco para que los deseos de quedarse sean más fuertes. ¡Pobre Carlitos! Cuando se da cuenta de la peripecia, ya es demasiado tarde.

El duro oficio de ser cómico rural en los años 40 en España

La película «El viaje a ninguna parte» narra con exquisitez la decadencia de un duro oficio, entretener a la gente de los pueblos en la difícil posguerra española, caracterizada por el hambre, la escasez y el esclavo trabajo en el campo. Los «cómicos» son vistos como forasteros que irrumpen en el rutinario tiempo del pueblo, trayendo diversión, borrachera a veces y a veces también alguna bronca.

El viaje a ninguna parte. Imagen rtve.es
Imagen rtve

Nadie duda de la profesionalidad del grupo de «los Galvanes», sólo que éstos solo tienen a dos chicas jóvenes que puedan hacer de «vedettes», pobre bagaje para llegar a la capital, Madrid, y triunfar, o incluso para ser contratados por el personaje de Agustín González (Zacarías Carpintero), que ofrece 15.000 pesetas así de primeras, que luego se quedan en 4.500, para que puedan hacer una función que les catapulte a la fama. Pero la fama no llega entonces. Quizá sí después cuando el protagonista cuenta sus memorias a un siquiatra ya de mayor, escena con la que la película comienza. El siquiatra es Miguel Rellán, el Dr. Arencibia.

La presentación de la película ‘El viaje a ninguna parte’ en Qué grande es el cine

José Luis Garcí hace una extraordinaria presentación de la película, que podéis ver en este vídeo. En él, explica que Fernando Fernán Gomez es historia, no de nuestro cine, sino de nuestra cultura, que lo ha sido todo en el teatro español, actor, autor y director, y que ‘El viaje a ninguna parte’ es una de sus obras mayores.

Entre lo mejor del genial intérprete y creador, hay que citar la película de Fernando Fernán Gómez, «La vida por delante» que marca una época de nuestro cine. En ella ya utiliza el director la técnica del flashback como recurso narrativo, algo que también se ve en El viaje a ninguna parte. Pero se podrían citar otras películas de culto de Gómez, como El crimen de Mazarrón

La verdad es que el vídeo está muy bien. Por ejemplo, aparece el actor José Sacristán hablando de la película El viaje a ninguna parte, admitiendo la responsabilidad que supuso para él encarnar a Carlos Galván bajo la dirección de Fernando Fernán Gómez a nivel emotivo y profesional, a la vez que una experiencia vital enormemente gratificante.

Se trata, como dicen los invitados al programa, de una de las más grandes películas del cine español, que cuenta la figura del artista o cómico ambulante

Andrés Amorós destaca el hecho de que estos cómicos representan un mundo que se acaba. Como he dicho antes, el cine pisa fuerte. Y hasta el propio Sr. Arturo (Fernando Fernán Gómez) tiene que hacer una escena en el llamado séptimo arte, en la que termina diciendo que «esto del cine es una auténtica mierda»

El paso de la vida ejerciendo la profesión y la importancia de la memoria

Sin duda este es otro de los temas de la película. Hay siempre en la misma un juego entre lo que es real y lo que es inventado, entre lo que parece ser verdad tal como lo cuenta Carlos Galván y lo que parece un invento. Lo cuál hace más peculiar y también más arriesgado el desarrollo narrativo. De hecho, se habla por parte de Carlos Galván de 2 fechas, 1973, cuando él tiene más o menos 70 años y de 1951, cuando aproximadamente se desarrolla la historia.

Y también hay una pugna entre la profesión del teatro y la del cine, algo que empieza a desaparecer y algo que emerge con fuerza

El viaje a ninguna parte. Foto: Otros cines europeos

Es una mirada de cómo se pasa la vida, un ejercicio de memoria, para que recordemos una profesión, la de comediante, que ya se ejercía desde el tiempo del Quijote y que es necesaria para la nación española. Ahí es nada

Ahora mismo puedes ver la película en Movistar+

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