‘En la montaña’, el viaje en barco del zapatismo por la ruta de Colón

En la montaña. Diego Enrique Osorno. Premio Anagrama de Crónica/Fundación Giangiacomo Feltrinelli. Anagrama crónicas

El último Premio Anagrama de Crónicas es el relato de un viaje por mar, a bordo de un velero con motor llamado La Montaña, un viaje que quiere revertir el de Colón. Sin ánimo de reparar agravias, sí con la intención de llevar a Europa la insumisión que supuso el levantamiento armado de Chiapas, en enero de 1994, casi treinta años después de la sublevación, un grupo de zapatistas zarpa rumbo a Europa, en plena pandemia. Aquel estallido fue el inicio de un movimiento alternativo en el mundo. Mezcla de crónica, de diario personal, de voces que relatan su experiencia con la transformación social y política de Chiapas, el resultado es un libro coral, un viaje que explica las contradicciones mexicanas, sus oportunidades perdidas, al tiempo que lleva a Europa una propuesta de cambio.

en la montaña

En la montaña es la crónica de un viaje por mar, una singladura que cruza el Atlántico desde la costa americana hasta las de Europa, pero es algo más, porque arranca con una larga reflexión sobre el México de los últimos treinta años, en contrapunto con el relato de la rebelión zapatista, sus efectos en la política mexicana, y sus resultados.

Diego Enrique Osorno reflexiona por el destino de México, covnertido en un patio de atrás de los Estados Unidos: «el horizonte para México indica la normalización de la violencia comunitaria, el fortalecimiento del Estado represivo y la implantación de la maquinaria de guerra como resulado del estatus de ser traspatio de Estados Unidos» Son palabras del escritor Sergio González, que Enrique Osorno asume como una cruda realidad. Tan cruda que nos sigue hasta la actualidad. La convivencia de los gobiernos de Morena con el narco indica que hay amplios territorios de México que han sido abandonados al gobierno de los clanes, que la guerra se da por perdida.

De los clanes y de las agencias norteamericanas, que ven en el tráfico de drogas una oportunidad de infiltración destructiva en comuniades urbanas pobres de los Estados Unidos. Aparece en el libro, de forma fugaz, el narco Zambada, misterioso y esquivo, de pocas palabras, que no aporta ninguna claridad sobre los duelos y equilibrios de poder con el poder mexicano. Le siguen conversaciones con los comandantes Moisés y Galeano, en la que detallan el crecimiento del movimiento zapatista, sus relaciones con el gobierno, la traiciòn del presidente Zedillo, que activó el plan de contrainsurgencia y metió el ejército en la selva, provocando un desplazamiento masivo de población hacia la montaña. La misma montaña que evoca el nombre del barco y que da título al libro. Zedillo terminó con toda esperanza de encontrar un interlocutor fiable en el palacio de Los pinos.

De México a Berlín

Mezcla de historia oral de México y del movimiento zapatista, Diego Enrique Osorno hilvana reflexiones personales en una especie de diario de bitácora, en las que anota por ejemplo su visión del periodismo, derivado hacia un oficio de cínicos: «un verdadero reportero está hundido en su oficio. No hay otra manera de ejercer periodismo que no sea desde la vulnerabilidad». El viaje en barco, narrado también como documental, permite una mirada a fondo, rica en matices y perspectivas, de lo que ha sido el zapatismo, su desarrollo, sus formas políticas y sociales, su aportación a una nueva forma de gestionar la sociedad. Es lo más valioso del libro.

El viaje termina en Berlín, entre recuerdos de la Alemania nazi. Es sorprendente para este lector que en una crónica como La Montaña, que trata sobre la utopía, la sublevación y los caminos de la transformación social y política, Diego Enrique Osorno haya pasado por alto la presencia, tan cercana como palpable, la huella en Alemania de la utopía comunista, realizada en la RDA con un fervor criminal. Es el único punto en el que asoma por esta crónica un ramalazo ideológico siniestro. El libro termina entre nieblas, las mismas con las que comienza, en un país sacudido por la violencia y la brutalidad, en el que cada esperanza es aplastada a tiros.

Marcelo Brito
Marcelo Brito
Nací en 1960 en Matanzas, Cuba. Hijo de gallegos. Crecí entre pocos libros, pero con una curiosidad insaciable. Estudié cine en La Habana y salí de Cuba en cuanto pude porque el mundo era limitado, estrecho, pobre, áspero y poco higiénico, para el cuerpo y para la mente. He colaborado en múltiples publicaciones. Primero en Miami Herald, luego en Caretas de Perú, y ahora en FANFAN.

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