‘Exterior Noche’, el drama sin fin de Aldo Moro

Esterno Notte (Exterior Noche) es una serie dirigida por Marco Belocchio, que fue estrenada en Italia en noviembre, y se puede ver en Filmin. Son seis capítulos de cuarenta minutos. Bellocchio regresa a uno de los asuntos más trágicos de la vida italiana: el secuestro y asesinato de Aldo Moro, presidente de la Democracia Cristiana, el partido hegemónico en la Italia de después de la guerra mundial. Moro, profesor de Derecho y presidente del partido, fue secuestrado el 16 de marzo de 1978 cuando se dirigía al Parlamento, el mismo día que se votaba una cuestión de confianza al gobierno de Giulio Andreotti. Sus cinco escoltas fueron asesinados en un tiroteo letal. Moro había sido el artífice del llamado «compromiso histórico»: el acuerdo con los comunistas de Enrico Berlinguer para que apoyaran un gobierno presidido por la Democracia Cristiana.

Exterior noche está organizada en seis capítulos. Responden a un esquema de narración coral. En cada uno se cuenta la misma historia. Cambia el punto de vista, el personaje central de cada entrega. En el segundo es Francesco Cossiga, entonces ministro del Interior. En otro es el Papa Pablo VI. El cuarto está dedicado a los terroristas de las Brigadas Rojas; el quinto, estremecedor, a la mujer de Moro, Eleonora. Y en el sexto y último Bellocchio se reserva algunas sorpresas. Termina con el asesinato de Moro, el 9 de mayo. Su cadáver fue abandonado en el maletero de un Renault 4 en via Caetani, en un lugar equidistante de las sedes del Partido Comunista y de la Democracia Cristiana.

Moro, el drama sin fin

Para el director, se trata de un regreso a uno de los grandes misterios de la historia reciente de Italia. Ya abordó el secuestro en Buongiorno Notte (2003) Por eso la primera pregunta que se hace el espectador es si se trata de regresar a la misma tragedia para contar algo nuevo. No hay nada nuevo en el relato del secuestro y asesinato del dirigente democristiano. No existe ninguna novedad fáctica que reclame un nuevo relato. Entonces, ¿de qué se trata? De revisitar un drama sin fin, como se califica en algún lugar de la serie este crimen.

La principal aportación de Exterior Noche es un relato organizado en torno al perfil psicológico de los grandes actores del drama: Moro, Cossiga, los terroristas de las Brigadas Rojas, el Papa Pablo VI. Son fantasmas que se mueven en un escenario en el que se comunican por carta, se espían, se desenvuelven en un clima de profunda desconfianza, y asisten al relato de los hechos a través de una televisión que no deje de repetir las mimas imágenes, los mismos mensajes, incapaz de profundizar en la verdad de lo que está sucediendo. Cossiga es retratado como un ciclotímico de psicología variable y ondulante; Pablo VI como el hombre atormentado que fue; los terroristas de las Brigadas Rojas como un grupo de fanáticos de la obediencia ciega.

¿Y Aldo Moro? Aquí hay que apuntar a uno de los puntos críticos de la serie. Al final de cada capítulo el director se sacude las posibles responsabilidades con la advertencia de que los huecos de la historia, las zonas oscuras, han sido rellenadas con imaginación. Y que los personajes no tienen por qué coincidir con su verdad histórica. Una advertencia que deja al espectador con una perplejidad insoslayable. Bellocchio afirma que ha tirado de imaginación. Es más, algunas escenas son sueños de los protagonistas, deseos que el director incluye en la narración. La verdad histórica escapa al relato. No es extraño que la hija de Moro, María Fida, haya señalado a Bellocchio como autor de una historia que no se corresponde con la verdad, en el enésimo ejercicio de regreso al mismo drama para no aportar nada.

La confesión in articulo mortis

Como serie de ficción podríamos ponerle una nota sobresaliente: un relato bien organizado, imágenes de gran impacto, como esa escena en la que Eleonora se confiesa en una iglesia, relata sus desencuentros con su esposo mientras se escuchan de fondo los rumores de los helicópteros que están buscando a los terroristas que acaban de asesinar a los cinco escoltas de Moro, ya secuestrado. Pero Bellocchio está tratando con la historia, no con la ficción. Los personajes son reales. ¿Porqué da veracidad al bulo difundido por Cossiga antes de morir? Cossiga afirmó que el sacerdote (hoy arzobispo) Antonio Mennini, confesó a Moro en el zulo donde los terroristas lo tenían secuestrado, antes de ser asesinado. El propio Mennini lo desmintió ante una comisión del Parlamento. Bellocchio no solo cree a Cossiga sino que escenifica el diálogo confesional entre el párroco y el político. Sin complejos.

Y luego están los equilibrios. Moro fue asesinado por las Brigadas Rojas, conviene recordarlo. Porque siempre que se regresa a la tragedia, y Bellocchio lo vuelve a repetir, se insiste en que murió por una conspiración en la que Andreotti se negó a salvarle la vida porque el secuestro le vino bien. Le despejaba el camino. Toda la clase política italiana, desde Andreotti a Berlinguer, es presentada como una alianza conspiradora, a la que le conviene el crimen, y por tanto son cómplices del asesinato. Para reforzar esa idea, Moro es presentado en sus santidad, como un Cristo torturado en el Via Crucis de la política italiana, ese turbio tejido de intereses y alianzas, que comienza a desmoronarse precisamente con el asesinato de Aldo Moro.

Bellocchio ha hecho una serie trepidante, de grandes emociones, profunda en la desazón que provoca en el espectador la contemplación de un mundo shakespeariano, lleno de odio y desconfianza, habitado por fantasmas, autistas, sonámbulos, locos. Pero juega con las trampas de la imaginación para crear una historia que regresa a un drama sin fin, la tragedia de una Italia destrozada por la ambición política y el enfrentamiento soterrado entre los dos polos de la guerra fría.

Alfredo Urdaci
Alfredo Urdaci
Nacido en Pamplona en 1959. Estudié Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Premio fin de Carrera 1983. Estudié Filosofía en la Complutense. He trabajado en Diario 16, Radio Nacional de España y TVE. He publicado algunos libros y me gusta escribir sobre los libros que he leído, la música que he escuchado, las cosas que veo, y los restaurantes que he descubierto. Sin más pretensión que compartir la vida buena.

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