Es uno de los mejores museos de Madrid, y quizá uno de los menos conocidos. El de la Academia de San Fernando tiene apenas 40.000 visitantes al año, número que está lejos de los visitantes de los grandes museos, o de los que se acercan a las exposiciones temporales de otras galerías o fundaciones. El de la Academia es un museo casi clandestino, a pesar de estar en el corazón de Madrid, en plena calle del Alcalá, junto a la Puerta del sol.
En la puerta de la Academia de San Fernando hay dos carteles que nos dicen que allí dentro están Zurbarán y Picasso, Arcimboldo, Goya, Juan Gris ( que nació a unos pasos de la Academia ) y Julio González. Están todos allí, pero a la Academia se entra poco, quizá porque en la entrada no hay nada que acoja al intruso, le invite a entrar con cordialidad, le oriente por las escaleras laterales. La primera impresión es de laberinto.
El que se aventura en la Academia se siente ajeno. Dos ordenanzas nos saludan en la puerta con ese estilo parco del funcionario castellano: una leve oscilación de la cabeza y un sonido gutural que apenas llega a ser palabra. Se asoman a la calle de Alcalá para tomar aire, o para fumar. El zaguán del edificio es tan frío como la calle. El visitante se siente abandonado, como si el entrar aqui fuera un acto de valentía.
Goya, primer cronista de la guerra
La primesa sorpresa es el Gabinete de Goya. Un túnel forrado de madera noble nos lleva hasta la muestra de la calcografía goyesca. Aquí están los Caprichos, la Tauromaquia, y los Deastres de la guerra (1810-1815) y los Disparates. Los grabados están acompañados por sus planchas, de tal forma que se puede ver el trazo del buril sobre el metal antes de ser impreso en el papel. En la parte dedicada a la Guerra se han añadido algunas fotografías notables de guerras recientes, trabajo de corresponsales y enviados especiales gráficos.
Es una forma de subrayar la idea de que Goya, con sus grabados, fue un cronista de la guerra, un impresor de imágenes que llevan implícito un discurso antibelicista, que vale para aquella guerra de Independencia y para todas las guerras. La obra gráfica de Goya es solo una parte de la Calcografía Nacional, que guarda el mayor fondo de matrices y estampas del arte gráfico español.
Al lado se exponen las fotografías del ganador y los finalistas del Premio Luis Valtueña que patrocina Médicos del Mundo. El ganador es un irani, Mohsen Kaboli. El primer finalista, Javier Fergo ha retratado el viaje de regreso de una joven magrebí muerta en la travesía del estrecho.
El museo
Hay que subir para llegar al Museo y encontrar la taquilla y la tienda, al fondo de un pasillo, demasiado lejos de la entrada principal. Uno entiende que la Academia creó este museo para la enseñanza de sus alumnos. Así que los reyes, desde los tiempos de su creadro, Felipe V, donaban obras para dar a los aspirantes la mejor leche artística de la que pudieran beber e inspirarse.
Uno de los primeros lotes que entraron fueron las pinturas y obras artísticas que se enajenaron a la Compañía de Jesús cuando fue expulsada de España en tiempos de Carlos III. Luego llegaron más cuadros, por la vía de las donaciones o de las herencias. Así que aquí tenemos a Goya y alguno de sus autorretratos más célebres, el Agnus Dei de Zurbarán, y pinturas de Tintoretto, la Susana y los viejos, de Rubens, o cuadros de Madrazo, de Picasso, de Juan Gris, o alguno, más reciente, de Canogar.
El Museo de la Academia de San Fernando es además un punto de cita ineludible para los apasionados por la fotografía y su historia. Los fondos de la Academia son más que notables. No solo guarda fotografías de la vida académica y las primeras que se hicieron para las Comisiones de los Monumentos, sino de artistas de primer nivel, como Alberto Schommer, Nicolas Müller o el peruano Martin Chambi, uno de los grandes de la fotografía, o los españoles Rafael Sanz Lobato y Cristina García Rodero.
Una abandona el Museo con la impresión profunda de que en el corazón de Madrid hay un gran museo que tiene vocación de periferia, que se ha quedado fuera del circuito de las grandes pinacotecas, a pesar de tener unos fondos, y una historia, que mercen un lugar privilegiado en la ruta que todo visitante de Madrid debe manejar.