Como no podían hacer que lo justo fuera fuerte, hicieron que la fuerza dictara lo que debía ser de justicia. En esta frase de Pascal se resume la traición ejecutada anoche por Sánchez, ante un Ferreras que parecía estar en plena digestión de un par de bocadillos de perritos calientes con mostaza. La cancelación del delito de sedición se hizo con nocturnidad, en noche de partido de liga. Mientras el Madrid goleaba al Cádiz, el felón y plagiador Pedro nos la metía doblada y sin anestesia.
La sedición ahora es un mero delito de alborotos agravados, algo así como la berrea del colegio mayor, o como una canción de borrachos en plena madrugada. Con esta reforma será mucho más grave tener un putiferio que organizar la independencia de Murcia. Solo que en Murcia nadie quiere ser independiente de España. El resultado es que los sediciosos verán atenuadas sus penas, porque podrán acogerse a la reforma, y que el coste de oportunidad por proclamar en el futuro la república de Arrigorriaga o de Canet de Mar será tan asumible que podrán intentarlo una vez a la semana, una frecuencia mucho mayor que la de los habituales del burdel.
A Sánchez le hubiera gustado llegar a la digestión de Ferreras con dos botellas de champán por el acuerdo con el PP para el poder judicial. Habría sido una fiesta inolvidable, un atraco con cómplices, un crimen con coartada. Pero no pudo ser y en la mancebía estaban anoche solos los dos, Sánchez y Ferreras, sin más compañía que la de los cámaras y el operador de sonido, es decir, unos fijos discontinuos que asistieron al anuncio sin cambiar el gesto, más preocupados por cómo iban a volver a casa, que la gasofa está muy cara.
Por lo menos se ha evitado la complicidad del Partido Popular en esta tropelía, cometida en solitario por un gobierno que ya reclama la resurrección del NODO en las televisiones y las radios, para que el gobierno se pueda expresar sin que nadie pregunte. La ministra portavoz, otra de las grandes luminarias que alumbran de día y de noche La Moncloa, quiere minutos de telediario y horas de radio para contar con detalle las maravillas que hace Sánchez, las que organiza Yolanda Díaz, y hasta los prodigios que obra Irene Montero.
No hay horas de emisión en el día para tanta producción de milagros. Y si la opinión pública no está rendida ante la evidencia, es porque hay programas y opiniones que no hacen más que interferir en esa relación franca, sana y directa con el ejecutivo. El grado de delirio al que ha llegado el gobierno, su alejamiento de la realidad, debe preocupar a la comunidad de psiquiatras. El único que parece atender con entusiasmo a estas apariciones es Ferreras, que ante Sánchez es como un bulldog viejo y castrado.
La sedición ha pasado a ser alboroto, el crimen es tan solo una molestia, ahora lo único grave que hay que perseguir es que una señora, cuando le guiñas el ojo, te diga que son quinientos más la cama. ¿Un nacionalista catalán? NO hombre no, eso es otra cosa.