Desde los jóvenes terroristas de las ramblas de Barcelona y Cambrils, pasando por los múltiples ataques terroristas sufridos tanto en Francia, Bélgica, Inglaterra, sin olvidar el asesinato de Theo van Gogh en Ámsterdam, hasta el reciente intento de asesinato de Salman Rushdie en Estados Unidos. Muchos se niegan a aceptar y debatir el denominador común de los ataques terroristas, la motivación e inspiración, el islamismo y jóvenes que se revelan. Que lleva a estos jóvenes a atacar nuestras libertades, nuestra forma de vida, nuestros valores y nuestro marco común de convivencia. Si estos jóvenes han crecido lejos de regímenes totalitarios islamistas, lejos de los talibanes, los ayatollahs. Son chicos y chicas que han crecido, y muchos han nacido, en países de democracia plena donde se respetan los derechos y libertades. Jovenes que forman parte de paises que tienen leyes contra los delitos de odio y grandes campañas contra la discriminación.
Llama la atención en una de las declaraciones del atacante de Salman Rushdie, el joven de 24 años nacido en Estados Unidos, que reconoce que no se había leído el libro “Los versos satánicos”, pero, en cambio, si sabía que el autor de la obra había “atacado” el islam, ¿quien le explicó que había ofendido al islam? Una de las conclusiones precipitadas que se hacen sobre estos jóvenes radicalizados es que la culpa es de los canales de captación que hay en Internet, como si la misma pantalla del ordenador tuviera capacidad de decidir qué buscar o que teclear en el ordenador.
Es cierto que hay canales de apología del terrorismo yihadistas que intentan formar a estos jóvenes, pero mucho antes de buscar en Internet estos canales yihadistas hay un proceso educativo donde se normaliza la idea de que existe un enemigo, el infiel, el Kofar. Previamente al consumo de contenido yihasdista en internet, ha existido el asentamiento de la idea de la supremacía islámica, no solo como una confesión religiosa, sino, sobre todo, como un modelo social político que tiene que conquistar el mundo en contraposición de la democracia occidental. De modo que, se debe comprender que para buscar ciertos contenidos debe haber una cierta disponibilidad e interés y estar receptivo a todo ese odio.
Pero…¿quiénes les constituyen este ideario ? ¿Quién les hace crecer en este modelo social paralelo al nuestro? Son ciertos líderes de organizaciones de la comunidad musulmana que se pasean por los ayuntamientos y se hacen fotos con políticos. Organizaciones con ramificaciones de la corriente de Hermanos Musulmanes que utilizan los derechos y libertades que nos ofrece la democracia para conseguir arraigar y expandir el islamismo como un modelo social político. Ante la yihad política e intelectual, nuestros políticos permanecen silenciados. Los intelectuales y periodistas se escudan en el discurso de no señalar a una minoría cuando ya en algunos municipios son la mayoría y cuando estamos hablando de millones de musulmanes en toda Europa .
«El islamismo se ha convertido en una amenaza política real, que tarde o temprano tendremos que afrontar y debatir, si no queremos encontrarnos en un futuro, no muy lejano, en unas elecciones entre la democracia y el totalitarismo islámico gestando en nuestros propios barrios»
El nacionalismo, la izquierda, y la yihad
El actual poder político está llegando a ser un obstáculo en la lucha contra la yihad intelectual. El último ejemplo se encuentra en el posicionamiento de los partidos políticos como ERC, Junts, Podemos y la CUP ante la denegación de la nacionalidad española a un salafista y su orden de expulsión después de años de exhaustivo trabajo de investigación. Cierto es, Mohamed Said Badaoui no ha cometido ningún atentado terrorista, pero perfiles como este líder salafista incitan la supremacía islámica, construyen el ideario del islamismo entre los más jóvenes en confrontación a la democracia y derechos individuales.
Islamistas como Mohamed Said Badaoui o Hassan Iquioussen (en el caso de Francia) son los que educan a los jóvenes en sus ONGs, jóvenes que en ocasiones terminan buscando en las redes sociales cómo afiliarse a grupos terroristas, en otras ocasiones sienten interpelados a cumplir las fatuas.
Un frente común
Este adoctrinamiento se refleja en los miles y miles de jóvenes que controlan el cumplimiento de los códigos islámicos en los barrios de toda Europa. No son jóvenes vulnerables, sino jóvenes de entornos estructurados con formación universitaria, los jóvenes como de los atentados terroristas de Barcelona y Cambrils. En el caso del atentado en las Ramblas de Barcelona y del Paseo Marítimo de Cambrils, muchos se negaron aceptar que esos jóvenes libremente decidieron cometer esa atrocidad, hasta que ante las evidencias de los vídeos grabados por ellos mismos, se demostró. A pesar de ello, en Cataluña se sigue negando el impacto educativo ideológico del islamismo, siguen sin reconocer que tenemos barrios que se rigen por el islamismo, y no por nuestras leyes.
Al mismo tiempo, los cuerpos de seguridad trabajan sin descanso para erradicar la amenaza yihadista con los recursos legales que disponen, no obstante, hace falta crear un frente común, social y político, porque como estamos viviendo no solo con bombas nos ataca. El objetivo real del islamismo es erradicar las sociedades democráticas instaurando el islamismo como el único sistema que domine el mundo. Si repasamos el historial solo de los jóvenes citados al inicio de este artículo, podemos ver la amplia expansión geográfica y la evolución del yihadismo como brazo armado del islamismo. El islamismo se ha convertido en una amenaza política real, que tarde o temprano tendremos que afrontar y debatir, si no queremos encontrarnos en un futuro, no muy lejano, en unas elecciones entre la democracia y el totalitarismo islámico gestando en nuestros propios barrios.