Mazda traerá a Europa este año el 6e, su primer hatchback 100% eléctrico de propulsión trasera, diseño refinado y un equilibrio que te hará dudar si piensas que los eléctricos no son emocionantes. Este es un coche pensado para los que disfrutan conduciendo
Seguramente estés pensando: “otro eléctrico más”. Pero espera, porque el Mazda6e no parece exactamente “otro eléctrico más”. Aquí no hay aspiraciones de superdeportivo futurista ni pantallas gigantes que hagan parecer el salpicadero un salón recreativo. No. Mazda sigue a lo suyo: diseñar coches bien equilibrados, bien diseñados y agradables de conducir.
Su diseño mantiene la elegancia que la marca ha perfeccionado con los años, pero con detalles nuevos como la parrilla en forma de ala iluminada o las ópticas traseras con cuatro cilindros, un guiño sutil al pasado. Es un hatchback con silueta de berlina, lo que significa que tiene más practicidad de la que aparenta. Su maletero, por ejemplo, ofrece 330 litros ampliables hasta 1.074 litros con los asientos abatidos.
Por dentro, muy Mazda: nada de minimalismo extremo ni pantallas flotantes. Aquí la clave es el equilibrio. El diseño del habitáculo sigue la filosofía japonesa del ma (si, hemos aprendido una palabra nueva), que se centra en dejar espacio entre los elementos para generar armonía. La consola central es robusta y el salpicadero da sensación de amplitud. Como detalle extra, el Head-Up Display de realidad aumentada proyecta información sobre el parabrisas, lo que le da un aire futurista sin necesidad de convertir el coche en un videojuego.
En cuanto a prestaciones, el Mazda6e llega con dos versiones: 258 CV y 479 km de autonomía o 245 CV y hasta 552 km en su variante Long Range. Ambas de propulsión trasera y un reparto de pesos del 50:50, lo que nos da pistas de que este coche no lo han pensado solo para movernos de un sitio a otro, sino para disfrutar del camino. Acelera de 0 a 100 km/h en unos razonables 7,6 segundos, más que suficiente para dejar atrás las dudas.
La carga de su batería tampoco es un problema, ya que puede recuperar el 80% en 22 minutos. Y encima tiene una puesta a punto muy al estilo Mazda: La dirección está calibrada para que cada giro se sienta natural y preciso, y la suspensión para absorber baches sin convertir el coche en una alfombra flotante. ¿Y el deflector trasero que se despliega automáticamente a partir de 90 km/h? No es tunning, es un ajuste aerodinámico que mejora la estabilidad a alta velocidad.
Parece que, una vez más, Mazda no pretende dar lecciones, ni convertirse en el coche eléctrico del futuro. Simplemente hace lo que siempre ha hecho: ofrecer un coche bien diseñado, pensado para ser conducido y con un toque de emoción y deportividad. A falta de probarlo, creo que aquí tenemos una opción con carácter y con sentido común.
