De todos es conocida la colección de protagonistas femeninas de las obras de Lorca, Bernarda Alba, Doña Rosita la soltera, Mariana Pineda, Yerma…Heroínas del amor, luchadoras, románticas y oculto ha quedado siempre el protagonista masculino de su obra menos conocida, y no por ello menos importante, “Amor de Don Perlimplin con Belisa en su jardín”. Una auténtica joya de nuestra literatura.
Olvidada en cierta manera por el teatro profesional, es clave en la obra dramática de Lorca. En ella se desvela claramente al poeta y músico que da a la música un papel protagonista, para que condujese al público al estado emocional que no puede llegar la palabra. Y al hombre culto que nos deja en el subtexto pura filosofía y antropología.
De una manera hábil, con su lenguaje poético y descriptivo, consigue que el público construya imágenes en su mente que nos llevan sin querer a juicios, conceptos e ideas, y que luego nos rompe con el fin de hacernos despertar del inconsciente colectivo.
En esta obra el autor opta por la utilización, desde el comienzo, de un lenguaje sencillo, con un trasfondo complejo de ideas. Con un sencillo diálogo entre dos personajes -¿SÍ? Y ¿Por qué sí? ¿Si yo dijera que no?- es capaz de situarnos ante el gran dilema humano, Determinismo y Libre albedrío.
Mirar con nuevos ojos esta obra de Lorca, es un reto actual en el panorama teatral. Cuya historia es realmente tan interesante como la del manuscrito, ya que fue incautada por la policía y retenida por acusarla de inmoral. Nos llega en el tiempo separada en diferentes fragmentos, que desde luego son clave para entenderla y que al autor no le dio tiempo a ordenar. Bucear en el subtexto del texto, que le sirve de pretexto para contarnos cuestiones humanas profundas, inquietudes espirituales y prisiones sociales y mentales.
De primeras nos encontramos a un protagonista masculino, enredado en sus libros, con un toque infantil y aparentemente poco glamuroso, pero que en el transcurso de la obra irá cobrando fuerza y poder, y se convertirá en el hombre enamorado y capaz de hacer todo lo posible por conseguir el amor de Belisa, su mujer. Un matrimonio místico en realidad entre el cuerpo(Belisa) y la mente(Don Perlimplín), donde ambos sin entenderse demasiado, buscan el unirse al opuesto para convertirse en uno.
El hombre enamorado y culto, no cabe duda de que, encuentra en sus libros el plan perfecto para que Belisa se enamore de él. Pues como si se hubiese inspirado en el mito de “Psique y Eros”, Belisa no verá el rostro del joven de la capa roja, al igual que Psique, no debía ver el rostro de Eros. Curiosamente, en su libro de canciones, Federico tiene un apartado que se llama “Eros con bastón” en el que aparece la misma serenata de Belisa en el tercer acto.
A Lorca le tocó sufrir por algunos de su generación duras críticas sobre los personajes fantásticos que decide incorporar a su obra, dos duendes. Y es que sin estos dos seres fantásticos, que sitúa entre el día y la noche, donde el hombre no mora conscientemente jamás, la obra no tendría el mismo sentido. Sin ellos, no quedaría claro el mensaje que el mismo Lorca nos advierte, librarnos de ser un impenitente Voyager y encontrar en el texto el verdadero mensaje.
En definitiva, nos encontramos ante un interesante texto, que nos ofrece la oportunidad de descubrir a Lorca desde otra perspectiva, que no es la poesía o las famosas tragedias, aunque seguiremos encontrando su triángulo lorquiano del Amor, Muerte y Eternidad para conseguir el amor eterno, o sus interesantes retablos vegetales, animales y cósmicos, cargados de simbolismo y sus sentidos cristológicas, en una sencilla historia de Amor profunda en la que Federico García Lorca, expone desnudo de ornamentos y sin maquillaje, un enigma, para que el público o el lector resuelva.
El que busque la verdad, corre el riesgo de encontrarla.